viernes, 27 de febrero de 2015

Autopsia - Primera Parte

El Dr Henry Dorne miraba la tele. Simplemente pasaba de un canal a otro mientras de soslayo miraba el reloj. Estaba sentado, aburrido. Miró de nuevo el reloj. La doce menos cinco minutos. Paró de cambiar de canal. La imagen de un times square abarrotado de gente llenaba la pantalla. Gente feliz con ganas de celebrar el nuevo año. El Dr Dorne no compartía esa felicidad. No le llenaba de especial ilusión celebrar un cambio de año que suponía que iba a ser igual que el anterior. Por eso elegía trabajar ese día. Hacer autopsias  le hacía no pensar en su triste y fútil vida fuera de esas cuatro paredes.

Hoy, además, se sentía decepcionado. Hacía más de dos horas que había hecho el informe del último cadáver que le había llegado. Dos horas de aburrimiento. Normalmente esta noche de alcohol, desenfreno, donde las emociones y sentimientos resaltaban y destacaban por encima de cualquier otra cosa llenaban su pequeño “local” de cuerpos sin vida, cada uno con su enigma. Algunos eras fáciles de descifrar, otros más complicados.

De pronto sonó el teléfono. El Dr Dome lo cogió rápidamente e intentando contener la emoción y la alegría en sus palabras respondió afirmativamente que podían llevarle el cadáver. Media hora después tenía el cuerpo de una chica sobre su mesa.

Profesionalmente se puso los guantes, encendió la pequeña lampara encima de su cabeza y sobre la mesita al lado del cuerpo fue poniendo uno a uno los pequeños y puntiagudos utensilios que iba a utilizar.

“Mujer latina, de unos veintimuchos años, pelo negro y largo, constitución atlética, hora estimada de la muerte entre las dieciocho y veinti dos horas. La víctima presenta una abrasadura en la palma de la mano derecha…”

....

Maria Cruz acababa de llegar a su casa. Había tenido un día horrible. Ya empezó mal al tropezarse en la cocina y poner la mano en el hornillo donde se hacía el café. Tuvo que ir a que le curaran la herida y llegó tarde a su trabajo en una pequeña agencia de publicidad. Su jefe estaba muy cabreado. Habían adelantado la presentación del producto en el que trabajaban y los clientes llevaban esperando una hora. Ese desliz casi le cuesta el despido.

A mediodía comió con su novio quien le dio la noticia que no podía ir a la fiesta de noche vieja que ella  iba a celebrar en su casa. Le expuso sus excusas, por supuesto, como siempre convincentes para él. Pero Maria ya estaba harta de sus desplantes así que decidió cortar por lo sano. Por supuesto a Mike no le gustó y después de dedicarle unos cuantos insultos racistas se largó.

Pero Maria tenía un temperamento fuerte y no iba a permitir que su exnovio, ni su jefe le amargaran esa noche, ni la fiesta que tanto tiempo le había llevado preparar. Sobre las seis de la tarde llegó a su casa cargada de bolsas. Había hecho unas últimas compras. Miró el reloj de la pared, en unas horas empezarían a llegar los invitados. Tiempo de sobra para hacer los últimos preparativos. Miró por la ventana. Copos de nieve caían sobre la acera y la gente, con ganas de fiesta, se dirigía al centro a celebrarlo. Una buena noche pensó. Lastima que para ella sería la última.

[continuará]