martes, 27 de abril de 2010

Las Aventuras de los Goonboys, "La Cueva de las Brujas" Segunda parte.


[Viene de Las Aventuras de los Goonboys, "La Cueva de las Brujas". Primera Parte]

Un enorme laberinto se extendia ante ellos, solo que este, tenía las paredes con las joyas mas preciosas y brillantes que pudieran imaginar en su aún corta vida. El brillo de las miles de joyas que decoraban las paredes del laberinto, hacia que no hiciera falta ninguna luz natural para iluminar la cueva. Los chicos se habían quedado de piedra, María se dirigía hacia las piedras preciosas como hipnotizada, sin pensarlo dos veces arranco una de la pared, y la observo en sus manos. Entonces vino lo peor.

Toda la cueva se apago de inmediato, y se escucho un fuerte viento, Marcos saco de su mochila una pequeña linterna, tardaron un rato en darse cuenta de lo que había pasado, todo el laberinto, se había movido sobre sí mismo, la entrada por donde habían venido estaba ahora tapada por una gruesa pared, y se encontraban con una única salida, seguir solo hacia adelante.

Mientras Paula le echaba la bronca a María por haber cogido la joya de la pared, Luis y Gregorio examinaban con las linternas que trajo Marcos la manera de seguir avanzando. María pedía perdón pero mientras lo hacia se guardaba en la mochila la gema que acababa de conseguir.

El avance por los estrechos y oscuros caminos, era tortuoso, a penas se podía distinguir nada con la luz de la linterna. El laberinto parecía no tener final, cada paso que daban se encontraban con un callejón sin salida. Ya no sabían si era el viento que se colaba por algún resquicio, o el aullido de alguna bestia subterránea, que les esperaba en la oscuridad, en cualquier rincón. Habían perdido la noción del tiempo, y la orientación. Se escuchaba la respiración entrecortada de todos los chicos, y Paula estaba apunto de echarse a llorar de la propia desesperación. Presas del agobio y del cansancio, terminaron deteniéndose frente a una pared a oscuras, hablaban y discutían de por donde deberían ir, cada uno tenía una opinión diferente al respecto, y cada vez la discusión se estaba haciendo mas y mas fuerte.

Gregorio estaba dando vueltas con su linterna, mientras los demás no dejaban de discutir, y entonces descubrió lo que podría ser la forma de salir, por casualidad habían topado de nuevo con la misma pared del principio, según Gregorio, si volvían a dejar la joya en su sitio, todo se volvería a iluminar, y tal vez volvería a girar, viendo fácilmente la salida, como cuando llegaron.

El problema era convencer a María, que por algún extraño motivo no se quería desembarazar de la joya bajo ningún concepto. No le valían los argumentos de Paula, la cual entre sollozos pedía volver a ver a sus padres, o los de Marcos, que cariñosamente le pedía que la entregara, ni siquiera los de Gregorio diciendo que algún día se quedarían sin provisiones, conseguía cambiar de parecer a María.

Tuvo que ser al final Luis, apelando al sentido de supervivencia, que todos eran amigos, y que solo conseguirían salir de allí, haciendo una piña. Entonces María como si despertase de un sueño, le dio la joya a Luis, y este la puso de nuevo en la pared.

Tal y como dijo Gregorio toda la habitación se ilumino, y las paredes comenzaron a girar de nuevo. Por el lado bueno, vieron una salida hacia el Norte, por el lado malo...esa no era la salida por donde entraron, así que tendrían que continuar hacia delante, sin saber que nuevos peligros se cruzarían en sus caminos.

Cuando atravesaron la salida la pared se desmorono, todo estaba en la más absoluta oscuridad, y una voz cascada, y que parecía provenir de todos lados, resonó por la caverna, "Bienvenidos a mi hogar"

[continuará]

viernes, 23 de abril de 2010

Las Aventuras de los Goonboys, "La Cueva de las Brujas". Primera Parte

Gregorio llegó a casa de sus abuelos. Iba allí cada verano desde hacía 5 años, concretamente, desde que sus padres se divorciaron.

Después de llegar, saludar a sus abuelos y comer las ricas galletas de mantequilla que le había preparado su abuela subió al desván, su santuario y el de sus amigos. Allí los recuerdos de muchas aventuras le rodeaban. En esa pequeña buhardilla había pasado incontables horas con sus amigos, contando historias y planeando aventuras.

El pequeño reloj de cuco que había pertenecido a su bisabuelo lo sacó de su ensimismamiento. Había quedado con Luis, Marcos y el resto en la "caldera". Así llamaban él y sus amigos a una pequeña zona rocosa donde se había formado un pequeño lago. El agua de ese lago siempre estaba caliente, era uno de los pocos misterios de la zona que aún les quedaba por resolver.

Gregorio llegó a la caldera casi a la hora de comer, había llevado consigo unos sandwiches que su abuela le había preparado para él y sus amigos. Cuando llegó, ya estaban allí esperando María Paula, Luis y Marcos. Tras los abrazos, comerse los sandwiches y contarse las muchas historias que tenían pendientes por estar todo un año separados llegó la gran noticia: el oso de la caverna de las brujas había sido encontrado muerto.

La cueva de las brujas era uno de los enclaves de la zona que jamás habían podido investigar. La llamaban así porque los mayores contaban, que les contaron sus abuelos que cuando estos eran pequeños unas brujas se habían escondido en esa cueva huyendo de la furia de los aldeanos. La cueva había sido utilizada por un oso como su hogar desde hacía muchos años pero ahora estaba muerto y lo más raro, ningún cazador de la zona se había hecho responsable de su muerte.

Estaba claro, la primera aventura del verano estaba planteada, los secretos de la "Cueva de las Brujas" serían desvelados y un nuevo trofeo se añadiría a la colección en la buhardilla.

Temprano, a eso de las 6 de la mañana, cuando los primeros rayos de sol aparecían en el horizonte, ya estaban los 5 chicos reunidos delante de la entrada de la gruta. A pesar de que ya empezaba a hacer calor, una aire frío salía del interior de la cueva. No faltaba nada de la lista que habían preparado la noche anterior. María y Paula, que eran hermanas habían traído de su casa sandwiches y habían sustraído de la tienda de sus padres varios tipos de pastas y bollería. Marcos, se encargó de traer linternas y Luis trajo varias cuerdas. Gregorio se pasó gran parte de la noche revolviendo entre los libros de la buhardilla, libros antiquísimos dedicados en su mayoría a contar historias de la zona y escritos casi todos por el abuelo de su abuelo. Finalmente encontró un capítulo de un libro que hablaba de la cueva y que tenía un pequeño mapa en su interior.

El sol ya había aparecido casi completamente en el horizonte cuando se decidieron a penetrar en el interior de la cueva. La primera estancia, que se encontraron justo en la entrada era la que había servido de casa al oso durante años. Al fondo de la estancia se habría una abertura, del tamaño justo de una persona y que permitía la entrada a un pasadizo. El pasadizo era estrecho y de leve pendiente hacia abajo. Tenían que ir en fila india y enganchados con cuerdas ya que la única luz que tenían eran la de sus linternas. El aire frío que habían sentido en la entrada provenía de este pasadizo y se hacía cada vez más intenso. Entonces, el pasadizo giró, abruptamente, a la derecha, apenas a unos metros de donde estaban el pasadizo terminaba y se abría un estancia. Cuando accedieron a ella vieron algo que jamás olvidarían...

[continuará]

viernes, 16 de abril de 2010

Los Cuatro Mil Cuatro Cuentos

¡En el nombre de Alah el clemente, el misericordioso! […] ¡Que las vivencias de los Antepasados sirvan de ejemplo a quienes les suceden! Pues el hombre aprende de lo que les ocurrió a sus predecesores, comparando y estudiando lo que aconteció a la gente para tomarlo en cuenta. Gloria, pues, a Él que hizo de las historias del pasado una admonición para sus descendientes, historias entre las que figuran los cuentos llamados Las Mil y Una Noches, con todos sus extraordinarios episodios y máximas.

Así comienzan las Mil y Una Noches. Y aquí comienzan Los Cuatro Mil Cuatro Cuentos. Un lugar abierto lleno de historias, cuentos, relatos que se entremezclan. Ficciones o realidades con las que jugar y en las que nadie sabe dónde o acabarán hasta que definitivamente lo hacen.

Historias todas, al fin y al cabo, originales tanto en forma como en fondo. Cuatro Mil Cuatro Cuentos escritos cada uno de ellos por varias personas que van continuando una historia que, como un río salvaje, no deja de cambiar su rumbo. Cuatro Mil Cuatro Cuentos, algunos de ellos de aventuras, otros de terror, de amor quizás también, ambientados en este mundo o en cualquier otro, escritos para divertirte y divertirnos.

La idea es simple. Alguien comienza a contar el principio de una historia, la escribe y la sube a Los Cuatro Mil Cuatro Cuentos. La semana siguiente otra persona la debe continuar, avanzando la historia según su criterio y así hasta acabarla. Cada uno le dará su visión, su toque, haciendo que las historias sean algo cambiante, que nadie pueda saber los requiebros que tendrán lugar…

¿Te gusta como suena? Síguenos entonces a través de Los Cuatro Mil Cuatro Cuentos que aquí comienzan.

Foto de Paula G. Furió con licencia Creative Commons, algunos derechos reservados.