lunes, 29 de noviembre de 2010

Las Aventuras de los Goonboys, La Cueva de las Brujas - Indice

Gregorio llegó a casa de sus abuelos. Iba allí cada verano desde hacía 5 años, concretamente, desde que sus padres se divorciaron.

Después de llegar, saludar a sus abuelos y comer las ricas galletas de mantequilla que le había preparado su abuela subió al desván, su santuario y el de sus amigos. Allí los recuerdos de muchas aventuras le rodeaban. En esa pequeña buhardilla había pasado incontables horas con sus amigos, contando historias y planeando aventuras.

 
 

Un trabajo Sencillo - Indice

En cuanto me habló de su marido, supe que sería un trabajo sencillo. Un dinero fácil que me embolsaría por seguir unos días al sujeto, hacerle unas cuantas fotos y redactar un informe.

Llevo muchos años en este trabajo, los suficientes como para adivinar que un hombre como el que ella me describía resultaba de lo más aburrido a una mujer y que probablemente la causa del distanciamiento paulatino que hacía sospechar a su esposa no era un problema de faldas.



Así comienza Un trabajo sencillo, léelo al completo y fácilmente siguiendo nuestro indice

 - Primera Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/05/un-trabajo-sencillo-primera-parte.html>

 - Segunda Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/05/un-trabajo-sencillo-segunda-parte.html

 - Tercera Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/06/un-trabajo-sencillo-tercera-parte.html

 - Desenlace - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/06/un-trabajo-sencillo-desenlace.html


Esperamos que  os guste tanto como a nosotros, ¡un saludo a todos!

De un Marqués, un Puro y Su Humo - Indice

Cuando por fin se fueron las visitas, el Marqués se encerró en el enorme salón de al lado de la biblioteca. Cerró la enorme puerta de roble de doble hoja para que el servicio no le importunara y se dejó caer pesadamente en su enorme butacón de cuero corinto.


Al hacerlo resopló pesadamente como sólo un hombre de su talla puede hacer. Se desabrochó el incómodo último botón de la camisa, liberando su cuello y dejó que su mirada vagara por la habitación hasta topar con la chimenea. Tras observar absorto un instante su fuego, como sin ganas alargó sin mirar atrás el brazo y echó mano a la botella de coñac que había en la mesita. Era de ese tipo de botellas que no tienen etiqueta alguna. Tras servirse una buena copa volvió a dejar la botella sobre la mesita, justo en el mismo lugar dónde la había cogido y, aprovechando el viaje de su brazo, a tientas abrió el pequeño cajoncito que escondía la mesa para sacar un habano sensiblemente mejor que el que había ofrecido a sus invitados.

Así comienza De un Marqués, Un Puro y Su Humo, léelo al completo y fácilmente siguiendo nuestro indice

Primera Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/06/de-un-marques-un-puro-y-su-humo-primera.html

- Segunda Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/06/de-un-marques-un-puro-y-su-humo-segunda.html

 - Tercera Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/06/de-un-marques-un-puro-y-su-humo-tercera.html

 - Desenlace - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/07/de-un-marques-un-puro-y-su-humo-final.html

Esperamos que  os guste tanto como a nosotros, ¡un saludo a todos!

Aquellos Que Dejamos Atrás - Indice


- Tenía trece años, ¿sabes?

A lo lejos, una multitud de paraguas se reunía ante la fosa. En ella, lentamente, los operarios de la funeraria introducían un pequeño ataúd. A esa distancia, Pietro era incapaz de reconocer a ninguno de los presentes. Tampoco hubiera importado mucho, la verdad. De la pequeña a cuyo cuerpo daban sepultura apenas si conocía su nombre clave y su edad...
- Trece jodidos años... – ante el silencio de su compañero, Pietro insistió como si incluir un "jodidos" lo convirtiese en un argumento mejor. - ¿Crees que es justo?





Esperamos que  os guste tanto como a nosotros, ¡un saludo a todos!

El Peor Trabajo del Mundo - Indice


Las siete de la mañana. Hacía ya 5 minutos que John estaba despierto, retrasando lo inevitable. Sabía que tenía que levantarse, apenas tenía una hora antes de empezar a trabajar. Él trabajaba en el turno de día, igual que su padre e igual que su abuelo antes que él. Por lo que John sabía, desde siempre su familia se había dedicado a ello.

Pero él no quería, estaba cansado. Prácticamente dedicaba toda su vida a trabajar y cuando no lo hacía, solo podía descansar. No tenía tiempo libre. Le gustaba pintar, siempre le había gustado. El mar, adoraba pintar el mar, la gama de azules y verdes... pero no podía permitírselo, por culpa de esta tradición familiar que él no entendía. Y claro, si no tenía tiempo para sus hobbies, menos para salir con chicas... era una vida horrible.



Esperamos que  os guste tanto como a nosotros, ¡un saludo a todos!

Evolución - Indice

Mi nombre es Donald Summers, y los acontecimientos de los últimos días, han cambiado mi vida para siempre. Estaba acostumbrado a vivir solo en mi apartamento. Mi casa estaba llena de comics, libros de rol, películas fantásticas, y como no, revistas y videos porno, enseres básicos si perteneces a mi grupo. Lo importante es que no solía salir de casa para nada, podían pasar días, semanas, meses, y lo más divertido para mi, era sin duda descargar el siguiente capítulo de mi serie favorita, a ración de una por día de la semana, jugar al Deep Space, un maravilloso juego de zombis en una nave espacial, y crear partidas de rol online. 



Así comienza Evolución, léelo al completo y fácilmente siguiendo nuestro indice



- Primera Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/09/evolucion-parte-1.html

- Segunda Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/09/evolucion-segunda-parte.html


- Tercera Parte -http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/09/evolucion-tercera-parte.html


- Desenlace - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/10/evolucion-desenlace.html


Esperamos que  os guste tanto como a nosotros, ¡un saludo a todos!

Las Aventuras de los Goonboys – Misterio en la Buhardilla - Indice

Gregorio era el único que a estas alturas del verano aún estaba blanco. No comprendía la afición de sus amigos por ir a la piscina y tomar el sol. Él prefería pasar las horas de más calor en casa con un buen libro entre las manos y un enorme vaso de limonada hecha por su abuela con los limones del jardín. Sin embargo ahí estaba, deslumbrando a todo el aforo de la piscina con su piel blanca blanquísima, casi radioactiva. Había venido a buscar a sus amigos.

- Pero Gregor, tú estás loco – Luís se limitaba a mirar a Gregor por debajo de las gafas de sol, sin moverse un ápice de su posición – No vamos a ir a la buhardilla de tus abuelos, ¡Tiene que ser un horno, con lo bien que se está aquí!


Así comienza Las Aventuras de los Goonboys – Misterio en la Buhardilla, léelo al completo y fácilmente siguiendo nuestro indice

- Primera Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/10/las-aventuras-de-los-goonboys-misterio.html

- Segunda Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/10/las-aventuras-de-los-goonboys-misterio_15.html

- Tercera Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/10/las-aventuras-de-los-goonboys-misterio_22.html

- Desenlace - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/11/las-aventuras-de-los-goonboys-misterio.html

Esperamos que  os guste tanto como a nosotros, ¡un saludo a todos!  

viernes, 26 de noviembre de 2010

Larga Vida al Rey - Indice

Ante todo, disculpe el secretismo que rodea a esta carta y al paquete de anotaciones que la acompañan. La necesidad me ha llevado a emplear un pseudónimo y a ocultar la procedencia exacta de este paquete. Es posible que no le sea muy complicado rastrear el punto de partida pero voy a ahorrarle esa pequeña molestia [...] 

Así comienza Larga Vida al Rey, léelo al completo y fácilmente siguiendo nuestro indice

- Primera Parte: http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/11/larga-vida-al-rey-primera-parte.html


- Segunda Parte: http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/11/larga-vida-al-rey-segunda-parte.html


 - Tercera Parte: http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/11/larga-vida-al-rey-parte-3.html


- Desenlace: http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/11/larga-vida-al-rey-desenlace.html


Esperamos que  os guste tanto como a nosotros, ¡un saludo a todos!

Larga Vida al Rey - Desenlace

- Vamos Reed – dijo el Dr. Doom intentando meter en su juego a Reed Richards - ambos lo sabemos. Que estés aquí para salvarme la vida es sólo por una razón – Decía mientras se quitaba la pesada máscara que le cubría, dejando a la vista la deforme y monstruosa cara de Víctor

- No – La respuesta de Reed fue seca y tajante – ¿De verdad sigues culpándome por eso? Intenté avisarte de los fallos en tus cálculos y no me escuchaste… Somos humanos, ambos, aunque te pese. Todos nos equivocamos. Eso – dijo Reed señalando la cara de Víctor con dureza- es únicamente culpa de tu orgullo

- ¡Mentira! – Víctor se incorporó con esfuerzo y su voz se quebró al gritar, estaba muy débil - ¡Yo nunca me equivoco!, ¡Fuiste tú el que me saboteó!, ¡Yo nunca fallo! Errar es de humanos y yo no lo soy

- Pero lo fuiste, Víctor – Reed se sentó mirando cara a cara a su némesis - ¿No te das cuenta? Nos estamos muriendo y la única razón de ello son nuestras investigaciones en el Proyecto LÁZARO… Queríamos curar a gente y mira cómo hemos acabado… Culpa de nuestros fallos… Nos equivocamos Víctor, ¡Te equivocaste! Si no, no estaríamos así ¿Crees que me saboteé a mí mismo también?

- Quizás esta vez fuera sólo un error – Víctor estaba fuera de sus casillas, su juego se estaba volviendo en su contra - ¡Tu error!

- Ja, ja, ja – La risa de Reed estaba fuera de lugar en mitad de la agria conversación – Déjalo ya, Víctor. Estamos entre viejos amigos – El tono de Reed parecía ahora conciliador – Dejar de actuar, no es necesario, sabes que todo lo que te digo es cierto…

- Por lo que veo - Víctor sonreía sarcásticamente con las pocas fuerzas que tenía - ya está afectando la degeneración molecular a tu cerebro

- Dime Victor ¿Le dictaste directamente la carta al doctor Ollafsen o le dejaste al menos que usara sus propias palabras? Desde luego quedó muy convincente – El giro en la conversación había dejado a Víctor fuera de juego – Eso de prosperidad y progreso, de líder feroz y a la par de sabio… Doctor Ollafsen ¿Es lo que de verdad piensa?, ¿o es lo que él le hizo escribir?

Gustav Ollafsen se había mantenido a un lado, haciendo cómo que monitorizaba y chequeaba las decenas de máquinas que estaban conectadas a Víctor, cómo que no escuchaba, cómo que no estaba allí. Pero la alusión directa a su persona le volvía a hacer visible. Visiblemente nervioso su mirada se movía rápidamente de los ojos de Reed a los de Víctor. Gustav abrió la boca pero ninguna palabra salió de ella. Finalmente los temblores de su mano hablaron por él y le hicieron dejar caer el cuaderno dónde tomaba notas.

- No hace falta que digas nada, Gustav, ya has hecho suficiente – Reed ya tenía todo lo que necesitaba – Sabías que venía – La mirada de Reed se centraba ahora en Víctor - Tu le hiciste escribir esa carta como última esperanza… Hace mucho que sabes que estás enfermo, llevas meses investigando y no has obtenido nada ¿Verdad? No eres tan infalible ni omnipresente como dices ser, y lo sabes… Aquí tienes la cura Víctor – Reed alargó su elástico brazo hasta dejar el tarro justo delante de los ojos de Víctor – Pero, claro, tiene letra pequeña.

Durante unos segundos el silencio se hizo en la habitación, únicamente se escuchaban los engranajes rotatorios de los ingenios mecánicos conectados a Víctor.

- Bien, Richards – Víctor estaba dispuesto a escuchar por primera vez en su vida - ¿Qué dice la letra pequeña?

- Sólo hay una dosis de la cura, ésta. Es tuya a cambio de abandonar para siempre esa máscara, abandonar esta lucha sin sentido. Acepta todo lo que sabes, lo que has aprendido pero no quieres reconocer. Acepta tus errores y deja atrás al Doctor Doom. Vuelve a ser simplemente Víctor y tú te llevas la vida extra.

Esta vez el silencio fue total, ni siquiera las máquinas se atrevían a realizar ningún ruido. Víctor hizo un amago pero finalmente contuvo a su brazo. Una lágrima atravesó la abrupta cara de Víctor.

--

Ben, más conocido como la Cosa, derribaba bajo unas enloquecidas luces de emergencia uno de los muros del palacio mientras Johnny – la antorcha humana – chamuscaba a los robots que se ponían en su camino y Sue Storm – La mujer invisible – los golpeaba con su campo de fuerza

- Esto pasa por no hacerme caso – decía la Cosa mientras terminaba de crear una nueva puerta en la sala con su enorme manaza – Si hubiéramos actuado cuando os dije

- ¡Lo que tu digas, pero calla de una vez! Ahora lo importante es Reed – Le gritó Sue – Céntrate en abrirnos el camino y todo estará bien

Aunque estaban alerta, los tres fantásticos se sorprendieron cuando las alarmas del castillo comenzaron a sonar. Algo no iba bien. En pocos segundos estaban rodeados de enormes robots hechos a imagen y semejanza del doctor Doom, los mismos que les habían “escoltado” hasta la sala donde estaban. Ahora los tres amigos se abrían camino como podían por el laberíntico interior del castillo buscando el camino por el que habían guiado a Reed.

Tras lo que les pareció una eternidad, por fin lo encontraron. Mientras saltaban chispas de las dos cabezas robóticas que la Cosa había entrechocado y Sue Storm repelía como podía otra pareja más de robots asesinos, la Antorcha con un vuelo rasante y se adelantaba a las cinco inteligencias artificiales en su tarea de echarle el guante a Reed Richards

- Agárrate, la cosa se está poniendo que arde – dijo la Antorcha intentando poner una pizca de humor en la escena, pero la cara de Reed era sombría. En su mano mantenía agarrada la única dosis de la cura que existía

- Simplemente salgamos de aquí – la voz de Reed era tan sombría como su cara – lo antes posible

--

Reed mantenía el gesto duro y apagado. Desde que entraron en la nave y dejaron atrás al ejercito de robots, no había dicho nada. Todo el trayecto desde que lograron salir de Latveria lo habían hecho en silencio, hasta ese mismo instante

- He estado – titubeó al empezar a hablar Reed – He estado tan cerca de lograrlo…

- Vamos, Reed – la voz de Susan dulce y acogedora abrazaba a Reed, pero sus ojos agradecidos estaban clavados en la cura – No es culpa tuya, has intentado salvarle, viniste hasta aquí con las ideas claras, ha sido él quién ha querido ser curado

- Venga, si vamos a estar mejor sin él – Johnny era incapaz de comprendern la relación de amor odio entre Reed y Víctor – Deberíamos celebrar su muerte… ¡la muerte del Doctor Muerte!

- Nadie va a morir, Johnny – Mientras Reed hablaba los demás escuchaban incrédulos sus palabras – No era su cuerpo lo que he intentado curar. Las máquinas le mantendrán en un estado de letargo, vivo, mientras el doctor Ollafsen prepara la cura. Le di todos los datos de mi investigación, los pasos a seguir para lograr la cura antes de huir, antes de que llegaran los robots del Dr Doom . No me miréis así, es lo que debía hacer. Es lo correcto.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Lavado de Cara en Los Cuatro Mil Cuatro Cuentos

Hoy inauguramos nueva imagen en Los Cuatro Mil Cuatro Cuentos



Esperamos que este cambio sea de vuestro agrado y ya de paso aprovechamos esta entrada para pediros vuestras opiniones, no sólo sobre el nuevo look también sobre todo sobre el propio blog ¿Lo seguís habitualmente? ¿Qué es lo que más os gusta y que cosas cambiaríais? ¿Algún consejo?

Muchas gracias a todos por leernos, ¡un saludo!

viernes, 19 de noviembre de 2010

LARGA VIDA AL REY - Tercera Parte

[Viene de LARGA VIDA AL REY, Segunda Parte]

- Esta es una idea de mierda.

Es lo único que podía decir La Cosa, mientras los cuatro fantásticos se dirijan hacia Latveria en su nave. Susan y La Antorcha se encontraban pilotando la nave. Reed Richards estaba tumbado en uno de los asientos, sin poder moverse, muy debilitado, con una barba prominente, y muy blanco. Había pasado prácticamente un mes investigando, ni siquiera sabia si Víctor seguiría vivo, pues no había recibido mas noticias desde Latveria. El silencio reinaba en la nave. Era una situación incomoda, el plan de Richards era una locura, un autentico suicidio, todos se habían puesto en su contra. Pero Richards no admitiría que se hiciera de otra forma. Si Víctor esta vivo, debía hacerlo, sería lo correcto.

Los cuatro fantásticos llegaron a Latveria. Tal y como aterrizo su nave, varios soldados robotizados, con la forma del Doctor Doom se acercaron a ellos. Con un gesto le fueron conduciendo hacia el castillo del Doctor Doom. Por el camino pudieron ver la pobreza que rodeaba a toda Latveria, pese a sus magnificas construcciones, y extravagantes invenciones mecánicas. Era una ciudad avanzada estructuralmente, pero que vivía en la indigencia, un dato importante, que demostraba en que se interesaba realmente Víctor.

Susan no pudo reprimir dar su opinión - Ojalá este muerto ya. Ningún mandatario seria tan despiadado con los suyos.- La antorcha asentía, por primera vez no tenía una sonrisa adolescente en su rostro. La cosa también dijo lo que pensaba. - Déjame que le ponga las manos encimas, y acabamos con esto.-

Reed Richards solo podía sonreír ante la opinión de sus compañeros. Le querían. Era más de lo que Víctor conseguiría en toda su vida. Aunque claro, quien le envió la carta no pensaba lo mismo.

Pronto accedieron al castillo, fueron llevados directamente por los soldados del Doctor Doom, a las dependencias de este mismo. Los soldados se interpusieron entre Reed Richards y sus compañeros. - Solo el puede acceder a las dependencias privadas.-. Todos miraron a Richards, suplicante, aun tenían la oportunidad de irse de allí. Total, si moría Víctor, ¿Qué perdería la humanidad? , ¿Un tirano Megalómano?

Reed sonrío a sus compañeros y se abrió la puerta de las dependencias. Cerro la puerta, y pensó que tal vez esta seria la ultima vez que vería a su familia fantástica. Víctor se encontraba tendido en la cama, a su lado, su sirviente más leal, la persona que le había mandado la carta a Richards. Reed se sentó en una silla, junto a la cama, donde se encontraba postrado Víctor. Víctor alzó la mirada hacia Reed, estaba demacrado, enclenque, prácticamente era un muerto en vida.

Víctor prácticamente susurrando, y balbuceando - Creí que me dejarías morir.-

Reed sonrío y le contesto - Mentira, sabias que vendría.

Víctor sonrío. Reese saco un frasco y lo puso sobre la mesilla de noche, entre el y Víctor.

Reed Richards continúo hablando. - Víctor. He conseguido la cura para nuestra enfermedad. Una formula muy difícil y elaborada. Conseguir solo un frasco, me ha llevado un mes. Otro, sabiendo ya la formula, me llevaría un par de semanas.-

Víctor asintió - No me quedan un par de semanas. Puede ser cuestión de horas-

Reed miro seriamente a Víctor. - Lo sé.-

Víctor escudriñaba a Reed, mientras continuaban hablando. - A ti también ¿Verdad?-.

Reed asintió. -Víctor, uno de los dos va a morir. La medicina es toda tuya-.

Susan, La cosa y Antorcha, sabían que quería Richards, y esperaban sentados en el salón, tristes, pensativos, aturdidos. La cosa se levanto como un resorte, y se dirigió a los demás. – No podemos permitir que lo haga.-. Susan miro a la cosa, y hablo con voz entrecortada. – Ya hemos discutido ese tema, y hemos perdido.-.

Víctor miró a Reed sorprendido. Se estaba sacrificando por él, había ido hasta allí para decírselo personalmente. Tanto odio, tanto recelo, para que al final, viniera su mayor Némesis a sacrificarse por el. Víctor no podía pensar en un acto desconsiderado por parte de Reed.

- ¿Que estas tramando Doctor Richards?

Reed Richard solo le devolvió una sonrisa.

[Continuará]

viernes, 12 de noviembre de 2010

LARGA VIDA AL REY - Segunda Parte

- ¡CERILLA!, ¡TE VOY A MATAAAAAAAAAAAR! -


La voz grave y potente de Ben Grimm, alias La Cosa, retumbaba por todo el edificio Baxter. Acto seguido, y como el trueno sigue al relámpago, Johnny Storm oyó un estruendo como si 1000 caballos atravesaran al galope el pasillo anexo que accedía a su habitación.
Johnny estaba “leyendo” tranquilamente la última edición de la revista “Chicas con moto” cuando un colorado y muy cabreado Ben arramblaba con la puerta de su habitación.
-¡ES LA ÚLTIMA VEZ QUE TE PIDO CONSEJO PARA UNA CITA!.-
-¿Qué pasa?, ¿no te gustó el restaurante que te recomendé? .–
-¡TE VOY A...!-
Antes de que La Cosa pudiera agarrarle, Johnny más rápido, se transformó en la Antorcha Humana (no si un previo -¡Llamas a mi!-) y salió de la habitación volando.
-¡Hay que ser mas rápido, Ben!-
-¡COMO TE COJA, VOY A APAGARTE A MAMPORROS, NIÑATO!-
Ben, cada vez mas rojo (y más cabreado), corría por el pasillo de la planta 50 por detrás de una Antorcha Humana que volaba riéndose, manteniendo una distancia de seguridad con el grandullón naranja pero si perderle de vista para que no se cansara de perseguirle.
-¡Vamos gordito, que se noten esas clases de fitness!-, gritaba Johnny sarcásticamente.
En su persecución por los pasillos y pisos del edificio-vivienda de la familia Fantástica los dos amigos llegaron a una gran sala de reuniones donde Sue Storm leía tranquilamente el periódico.
-¡Johnny!, ¡te he dicho mil veces que no te transformes dentro de la casa! –
-¡Tranqui hermanita, yo controlo mis llamas!-
El dialogo entre Sue y Johnny se producía mientras este último giraba en torno a la mesa de reuniones y por consiguiente de Sue, mientras Ben seguía detrás de la antorcha intentando alcanzarlo.
Entonces, como si ambos encontraran un muro invisible en sus respectivas trayectorias, los dos chocaron y cayeron de culo al suelo.
-¡Ya está bien los dos!, ¡no estoy de humor para jueguecitos de niños de 5 años!, ¡sois peor que Franklin! –
Sue, se volvía a sentar enfadada mientras Johnny y Ben se levantaba y se miraban un poco avergonzado y preocupados.
-¿Estás bien hermanita?. Estás así por lo de Reed, ¿no?. No te preocupes, no es la primera vez que se encierra durante días en su laboratorio.-
-Claro, Susi, ya verás como en cuanto menos te lo esperes el estirado sale de su madriguera –
Johnny y Ben intentaba consolar a una, ahora más triste que cabreada, Susan Storm.
-Ya, si tenéis razón, pero es que hace dos semanas que recibió esa carta y desde entonces no come, no duerme,.... ¡No me puedo creer que se entregue tanto para salvar la vida de alguien que ha hecho tanto daño a esta familia!.- en las palabras de Susan había mucho rencor hacía ese hombre cuya vida pendía del buen hacer de su marido.
El silencio entre los tres amigos se rompió cuando la alarma comenzó a sonar en todo el edificio. Reed Richards había salido del laboratorio.
No tardaron mucho en llegar Susan, Johnny y Ben donde se encontraba Reed. Estaba serio, vestido con su bata blanca. Su apariencia no era demasiado buena: tenía una abundante barba e importantes bolsas bajo los ojos.
-¿Que pasa Reed?- Susan, que conocía a su marido como nadie, sabía que no tenía buenas noticias.
-He descubierto lo que le pasa a Victor. Está sufriendo una fibrosis multiorgánica sistemática.-
Johnny y Ben se miraron.
-¿Y en cristiano?.– dijeron al unísono.
Reed los miró.
-Se muere.–
-¡Pues mejor!. Un problema menos- afirmó Ben, convencido.
-Reed, ¿como ha sido?- preguntó Susan sin hacer caso a los comentarios de los otros dos integrantes del grupo.
Reed se giró y agachó la cabeza.
-Hace años, cuando Victor y yo investigábamos juntos, trabajamos en un proyecto que consistía en reforzar enlaces entre células para conseguir tejidos más fuertes, más resistentes. El objetivo de ese experimento era conseguir curar enfermedades de tipo degenerativo. A pesar de que superamos con éxito la primera fase del experimento, la universidad nos retiró los fondos. Seguimos investigando por nuestra cuenta y usándonos a nosotros mismos como conejillos de indias. Tras varios meses investigando llegamos a un callejón sin salida y dejamos el proyecto. La degeneración de los tejidos de Victor son resultado de aquellos mismos experimentos.-
Todos miraban a Reed, en silencio. Solo Ben se atrevió a romperlo.
-Pero, si lo que dices es cierto, si Muerte tiene esa enfermedad, entonces... –
Ben no puedo terminar la frase, y nadie lo hizo.
[continuará]

jueves, 11 de noviembre de 2010

LARGA VIDA AL REY - Primera Parte

Ante todo, disculpe el secretismo que rodea a esta carta y al paquete de anotaciones que la acompañan. La necesidad me ha llevado a emplear un pseudónimo y a ocultar la procedencia exacta de este paquete. Es posible que no le sea muy complicado rastrear el punto de partida pero voy a ahorrarle esa pequeña molestia.

De entrada, usted no me conoce. Mi nombre es Gustav Ollafsen y puedo asegurar que nunca habrá oído hablar de mí. Es lógico. Al contrario que usted o cualquiera de sus parientes más próximos, no he salido en la portada de ninguna revista ni en las cabeceras de los informativos. Mi labor es mucho más discreta aunque no menos importante. Sin embargo, ha sido su reputación la que me ha llevado a escribir esta carta aun a pesar del serio riesgo que entraña para mi seguridad. Sepa usted que al escribirle estas líneas estoy firmando mi propia sentencia de muerte. Incluso en el caso de que acepte mi petición de auxilio, aquella que le haré en breve, es probable que me haya costado la vida el mero hecho de haber recurrido a usted. No me importa. Un hombre de mi posición sabe que a veces hay que aceptar el más alto sacrificio si es el destino de toda una nación la que pende de un hilo.

Y ese es precisamente el caso. Mi pueblo se encuentra en grave peligro. No es algo nuevo pues nuestra nación siempre ha sido un pedazo de tierra fronteriza, presa fácil para nuestros belicosos vecinos. Mi familia puede dar buena cuenta de ello, ya que desde hace generaciones, los primogénitos Ollafsen hemos consagrado nuestras vidas a la medicina. Y no sólo hemos remendado heridas de campesinos y soldados: los Ollafsen hemos sido agraciados con una labor ejemplar, la de ser médicos personales de la realeza. Por eso os puedo asegurar que muchos hombres han ocupado el trono de nuestro pueblo. Y uno tras otro los hemos visto llegar y caer ante las continuas presiones de nuestros vecinos.

Hace poco menos de una década, la fortuna quiso que subiera al trono un hombre singular. Es posible que recordéis personalmente las circunstancias que rodearon su ascensión al trono. Y aunque mucho se ha escrito sobre él y se le ha señalado bajo muchos – y en ocasiones indecorosos – calificativos; permitidme que os lo describa tal y como yo, su humilde servidor, he conocido al hombre bajo la corona.

Se trata de un guerrero feroz a la par que sabio. Un individuo que cambió el rumbo de nuestro destino y que nos encauzó en una senda de progreso y prosperidad. Fue en aquel momento - y lo ha sido desde entonces - nuestro rey. ¡Y no encontrará un solo súbdito que, por encima del respeto o el temor, no le muestre pleitesía por ello!

Sin embargo, bajo la férrea imagen de implacable caudillo que nuestro soberano muestra al mundo, os puedo asegurar que existe un hombre tan frágil como pueda serlo cualquier otro. Y es por eso por lo que pido vuestra ayuda. En las notas adjuntas encontraréis los resultados que, en secreto, he recopilado de sus últimos análisis de tejidos. He conseguido mantener oculto a mi rey los datos pero será cuestión de semanas – quizá menos – que la enfermedad comience a dar cuenta de sus primeros síntomas.

Sé – como cualquier otro mortal que camine sobre la Tierra – que existe entre ustedes dos una rivalidad insondable. Pero también sé que sólo hay un genio que rivalice con el de nuestro amo y señor. Y como súbdito fiel y su leal siervo debo pediros, profesor Richards, que salvéis la vida de nuestro soberano.

Atentamente…

Gustav Ollafsen. Medico Personal de Su Majestad Victor Von Doom, Señor de Latveria

martes, 2 de noviembre de 2010

Las Aventuras de los Goonboys - Misterio en la Buhardilla - Desenlace

Gregorio también les vio, y con un gesto de la cabeza casi imperceptible les llamo para que se acercaran. Mientras se acercaban, Gregorio improvisaba una excusa y sonreía a la chica mientras se apartaba. Cuando una vez estuvo frente a sus amigos, se puso frenético.

-No os lo vais a creer- Decía Gregorio nervioso.

Sin dejarle seguir, lo primero que hizo María fue darle un abrazo. -Lo siento-
Gregorio sonreía a la pequeña. - No pasa nada.-

Luis fue el primero en preguntar. -¿Que es todo esto?

Paula estaba pendiente de todo lo que sucedía en la fiesta, y le extrañaba el comportamiento de los niños, todos parecían comportarse como si fueran adultos. Tomaban copas de vino, hablaban de política, y religión, sobre sus terrenos, y como debían tratar a sus siervos.

Gregorio dijo sin aguantar más tiempo.- ¿Conocéis a los pintores del nuevo siglo?-
Todos asintieron con la cabeza, y Luis añadió - Marcos dice que vio un dibujo en la buhardilla.-

Gregorio asentía mientras seguía su relato.- Así es, pero no sabía que podía tener relación con el conde, hasta que esa...mujer, me lo ha contado.- Lo dijo señalando a la niña con la que estaba hablando.

La primera en saltar fue Paula.- ¿Mujer?, pero si apenas tendrá un año más que yo.
A lo que Gregorio le respondió.- En apariencia sí. Pero parece que ellos no se han percatado.

Luis sorprendió- ¿Ellos? ¿Quienes?

-Los pintores del nuevo siglo. Esto es una reunión de los pintores.- Dijo Gregorio muy bajito. - Y a mí me han confundido con uno de ellos.-

-Entonces los pintores, ¿Son niños?- Pregunto Paula

A lo que Gregorio respondió.- Imposible, el dibujo de mi buhardilla es del siglo dieciocho.-

Marcos continuo preguntando sin entender nada.- ¿Entonces los pintores en la época, no eran más que niños?

Paula le hizo que se fijara, igual que ella en las conversaciones, las bebidas, y todos se quedaron de piedra, menos Gregorio que ya se había dado cuenta. Eran niños, pero se comportaban como adultos. De repente sonó una campanada, seguida de otra, y otra mas...once campanadas. Todos miraron su relojes, se habían parado a las diez de la noche, hora a la que habían llegado a la casa. ¿Serian ya las once?, ¿Les quedaría solo una hora para resolver todo este embrollo? , eso parecía.
Cuando volvieron a la realidad, no les dio tiempo a detenerla. María había salido corriendo hacia uno de los niños, que se encontraba admirando un cuadro de la Torre Eiffel. Para cuando se dieron cuenta, estaba ya en plena conversación.

-Hola, me llamo María, ¿Y tú?

- Roberto. Encantado.- Roberto le tendió la mano.

-¿Cuantos años tienes?- Pregunto María con Inocencia.

- ¿Porque lo preguntas?-

- Porque pareces un niño como yo

-. Nadie en esta sala es solo un niño ¿Verdad? - Roberto le guiño un ojo.

María totalmente inocente respondió.- No, claro que no, ¡También hay niñas!
Gregorio, Paula, Marcos y Luis se acercaban con discreción hacia la pareja que hablaba distendidamente. Todos tenían un pensamiento en la cabeza, por favor María, no metas la pata.

Roberto se extraño ante la contestación de María, le parecía demasiado...infantil. Así que pregunto él.

- Y tu María, ¿Que edad tienes?.-

María no tuvo reparos en contestar.- Doce.-

-Ya, pero me refiero, "De verdad".- Esas dos últimas palabras Roberto las recalco mucho.

María se quedo pensativa. - Ahhhhh, ya sea a que te refieres, que listo eres. Cumplo trece la semana que viene.

Ha Roberto le había quedado todo muy claro, y grito. -¡Intrusa!- . María se quedo de piedra. Gregorio la cogió del brazo y tiro hacia él. Paula y Marcos miraron a su alrededor y se percataron de que toda la sala, se había quedado parada, en silencio, mirándoles. Luis se había puesto delante de Roberto por inercia, pero no sabía que decir.

Luis tartamudeo.- Nosotros nos encargamos de la intrusa.

Roberto escudriño a Luis, y luego a sus compañeros. Reconoció a Gregorio, con el que había visto hablando antes con su hermana Lucilda. -Ya sabéis lo que tenéis que hacer.

Luis respondió muy nervioso.- Por supuesto.-

Gregorio fue el que primero lo dijo en voz alta. -¿Y ahora que hacemos?-

Como si de una respuesta se tratara, apareció Lucilda, sonriendo a Gregorio. -
Dejadme que os acompañe, nunca he visto una conversión en persona.

Gregorio trago saliva.- Por supuesto, tu primera.

Así todos siguieron a Lucilda a través de la estancia. Hasta llegar a uno de los cuadros, en el se mostraba una especie de sótano, en su interior, alambiques, mesas con instrumental quirúrgico muy antiguo, y camillas. Lucilda sin pensárselo dos veces, puso su mano en el cuadro y desapareció. Todos se miraron boquiabiertos. He hicieron lo mismo.

Se encontraban en el sótano. Lucilda hizo un gesto para que pusieran a María sobre una de las mesas. Se miraron unos a otros, y para seguir el juego así lo hicieron.
Ninguno se atrevía a preguntar, por miedo a meter la pata, , mientras ataba las manos y las piernas de María. Con la ayuda de Gregorio, que a su vez le guiñaba un ojo a esta.

- Esta maquina fue un gran descubrimiento. Gracias a ella, estamos todos vivos.-

Esta afirmación cogió a todos por sorpresa. Lucilda se dirigió hacia una extraña maquina que se situaba a la izquierda de la mesa. A todos les resulto muy parecida, a la máquina de contención de los Cazafantasmas. Lucilda cogió un pequeño tubo de respiración conectado a la maquina, y se lo puso a María en la boca.
Marcos se interpuso.- ¿Que vas a hacer?.-

Lucilda lo miro con una sonrisa maquiavélica. - Lo que tenía pensado cuando os llame.-

Marcos se quedo con la boca abierta, Paula no sabía que decir, solo Gregorio pudo tartamudear unas palabras.- ¿Tu eres el conde?.-

Lucilda sonrió, mientras sacaba una antigua pistola de duelo de su vestido.- Me habéis encontrado, aunque realmente yo os he encontrado a vosotros.-

Luis se puso junto a Marcos, impidiendo al conde que pudiera encender la Maquina.

Gregorio con un gesto rápido, quito el tubo de respiración de la boca de María.

Paula buscaba algo que le sirviera para defenderse.

Lucilda grito - Todos atrás, o no tendré reparos en disparar.- Todos retrocedieron lentamente.

Gregorio se quedo mirando fijamente a Lucilda.-¿Que vas a hacer?-.

Lucilda contesto sin reparo alguno.- Usaros para alimentar la maquina.

-¿Alimentar la maquina?- Dijo Gregorio.

Lucilda continuo hablando.- Asi es, esta maquina a logrado contener el alma de todos los pintores, hasta que uno a uno, fui introduciendolos en el cuerpo de esos niños. Luego ellos hicieron lo mismo con la mia cuando mori, no hace mucho.

Gregorio se interpuso de nuevo entre el arma, la maquina, y María. El ímpetu con el que lo hizo, provoco que Lucilda diera un paso atrás, y cargara el arma. Gregorio se envalentono.- No vas a disparar, lo has dicho, nos quieres a los cinco.

Lucilda sonrió de nuevo.- Me da igual que vuestros cuerpos estén vivos o muertos, el proceso es el mismo.-

Gregorio retrocedio.

Luis trato de ganar tiempo con otra pregunta.- ¿Y los cuadros?
Lucilda hizo señas con su arma a Gregorio para que se apartara, y este dio un paso hacia atrás, sin perder la vista de Lucilda. El conde estaba encantado de que le preguntaran sobre su plan, llevaba mucho tiempo fraguándolo, y nunca perdía una oportunidad de mostrarse orgulloso, así que le contesto a Luis.

- Son ventanas a través del espacio y el tiempo, creadas por los pintores. Cada cuadro representa un lugar importante para nosotros, y mediante rituales que no tengo tiempo de explicaros, conseguimos viajar a través de ellos.-

Luis continuo.- Pero siempre tenéis un cuadro pintado del sitio del que venís, sino no podríais regresar ¿Verdad?

Lucilda asintió con la cabeza. Todos se quedaron mirando a Luis sorprendidos. Desde luego era el chico mas observador de todos. Luis continuo.-Pues resulta que aquí solo hay un cuadro de la sala de fiestas, y no veo ninguna puerta o escalera en este laboratorio, así que supongo que se os olvido pintarlo.- Con un movimiento rápido cogió el cuadro y un destornillador que tenia frente a una de las mesas. -¿Que ocurriría si lo rompo?

Lucilda se sorprendió, pero no se acobardo.- Nos encerrarías aquí, a todos, moriríamos.-

Paula dio un paso acercándose a Luis .- Y supongo que alguien que se toma las molestias de crear una máquina infernal como esa, para seguir vivo, le tiene que tener mucho miedo a la muerte.-

Marcos continuo, entendiendo lo que pretendían sus amigos.- Así que suelta el arma, o ninguno de nosotros saldrá de aquí.

Gregorio termino.- Y todo tu magnifico plan se habrá ido a la mierda.

Lucilda retrocedió amenazada. -No, no puedo.- Apunto a Gregorio con el arma

Gregorio respondió.- ¿Como que no puedes?-

-No lo entendéis. ¿Porque creéis que os metí prisa? ¿Porque os dije antes de las doce?-

Todos se quedaron mirando, es cierto, porque tanta prisa con la hora.

Lucilda continuo hablando.- Porque la energía se está agotando

Marcos pregunto-¿Que energía?

Lucilda suspiro- La de la maquina. Hace siglos realizamos un pacto, para saber el ritual que crearía las ventanas espacio temporales. Pero cuando muriéramos, uno a uno iríamos al infierno. Por ello simule mi asesinato, y pase el resto de mi vida viajando a través de las ventanas. Hablando con los místicos y científicos mas importantes del mundo, investigando, hasta que conseguí crear este contenedor.

Luis añadió.- Que impediría que las almas fueran al infierno.

Lucilda asintió- Si, pero esta a punto de agotarse, no sabia que tanto usarla para recuperar el alma de mis amigos, la agotaria tan rapidamente. Necesita el alma inocente de cinco niños, para mantenerse en funcionamiento dos siglos mas, la maquina es quien permite que nuestras almas sigan aqui, en el cuerpo de estos niños.

Marcos y Paula se miraron.

Marcos pregunto-¿Almas inocentes?

Lucilda añadió.- Puras, Vírgenes.

Paula se sonrojo.

Marcos agacho la mirada

Luis abrió los ojos mirando a los dos.

Gregorio sonreía cómplice.

María vio como todos sus amigos se fijaban en su hermana mayor, luego miro a Marcos. De su boca solo pudo salir- ¡Que asco!

Lucilda abrió los ojos de par en par. - No. No puede ser-

Lucilda tiro la pistola al suelo, y sollozo como una autentica niña pequeña. Gregorio aprovecho ese momento para desatar a María que automáticamente se hecho en sus brazos. Y al rato se escucharon campanadas.

Uno a uno fueron pasando por el cuadro que tenia agarrado Luis, Lucilda no paso.

La sala de fiestas estaba completamente vacía, muchos niños se encontraban tendidos en el suelo, inconscientes. Marcos tomo el pulso a uno, estaban vivos. Cuando se fueron despertando, se dieron cuenta, no todos los niños hablaban su idioma. Ninguno sabia como habían llegado hasta allí. Todos salieron de la mansión, y se dirigieron a la comisaria. Cuando los policías vieron la cantidad de niños acercarse no se lo podían creer, no daban crédito a lo que estaba pasando.

Una semana después Gregorio, Paula, Marcos, Luis y María fueron llamados a la comisaria. Habían encontrado a niños desaparecidos en diferentes años, y en diferentes ciudades y países. El comisario les recompenso con ello, y se lo agradeció. Ninguno se atrevió a hablar de lo que sucedió realmente, la versión oficial, es que iban a jugar a visitar la mansión encantada, y se encontraron allí a los niños.

Marcos lanzo una mirada suplicante a Paula, a quien no había visto desde aquel día.- Lo de Rosa...solo era para ponerte celosa.

Paula sonrió.- Lo sé idiota.

Ambos se cogieron de la mano, Luis y Gregorio iban entusiasmado mirando la medalla que les habia regalado el comisario, por su gran actuacion,y emprendieron el camino de vuelta a casa. Pero Luis mientras daba vueltas a la medalla, pensaba en otra cosa, y es que realmente no es lo que mas le importaba en ese momento. Pensaba en todo eso mientras miraba de reojo a Paula.