Gregorio también les vio, y con un gesto de la cabeza casi imperceptible les llamo para que se acercaran. Mientras se acercaban, Gregorio improvisaba una excusa y sonreía a la chica mientras se apartaba. Cuando una vez estuvo frente a sus amigos, se puso frenético.
-No os lo vais a creer- Decía Gregorio nervioso.
Sin dejarle seguir, lo primero que hizo María fue darle un abrazo. -Lo siento-
Gregorio sonreía a la pequeña. - No pasa nada.-
Luis fue el primero en preguntar. -¿Que es todo esto?
Paula estaba pendiente de todo lo que sucedía en la fiesta, y le extrañaba el comportamiento de los niños, todos parecían comportarse como si fueran adultos. Tomaban copas de vino, hablaban de política, y religión, sobre sus terrenos, y como debían tratar a sus siervos.
Gregorio dijo sin aguantar más tiempo.- ¿Conocéis a los pintores del nuevo siglo?-
Todos asintieron con la cabeza, y Luis añadió - Marcos dice que vio un dibujo en la buhardilla.-
Gregorio asentía mientras seguía su relato.- Así es, pero no sabía que podía tener relación con el conde, hasta que esa...mujer, me lo ha contado.- Lo dijo señalando a la niña con la que estaba hablando.
La primera en saltar fue Paula.- ¿Mujer?, pero si apenas tendrá un año más que yo.
A lo que Gregorio le respondió.- En apariencia sí. Pero parece que ellos no se han percatado.
Luis sorprendió- ¿Ellos? ¿Quienes?
-Los pintores del nuevo siglo. Esto es una reunión de los pintores.- Dijo Gregorio muy bajito. - Y a mí me han confundido con uno de ellos.-
-Entonces los pintores, ¿Son niños?- Pregunto Paula
A lo que Gregorio respondió.- Imposible, el dibujo de mi buhardilla es del siglo dieciocho.-
Marcos continuo preguntando sin entender nada.- ¿Entonces los pintores en la época, no eran más que niños?
Paula le hizo que se fijara, igual que ella en las conversaciones, las bebidas, y todos se quedaron de piedra, menos Gregorio que ya se había dado cuenta. Eran niños, pero se comportaban como adultos. De repente sonó una campanada, seguida de otra, y otra mas...once campanadas. Todos miraron su relojes, se habían parado a las diez de la noche, hora a la que habían llegado a la casa. ¿Serian ya las once?, ¿Les quedaría solo una hora para resolver todo este embrollo? , eso parecía.
Cuando volvieron a la realidad, no les dio tiempo a detenerla. María había salido corriendo hacia uno de los niños, que se encontraba admirando un cuadro de la Torre Eiffel. Para cuando se dieron cuenta, estaba ya en plena conversación.
-Hola, me llamo María, ¿Y tú?
- Roberto. Encantado.- Roberto le tendió la mano.
-¿Cuantos años tienes?- Pregunto María con Inocencia.
- ¿Porque lo preguntas?-
- Porque pareces un niño como yo
-. Nadie en esta sala es solo un niño ¿Verdad? - Roberto le guiño un ojo.
María totalmente inocente respondió.- No, claro que no, ¡También hay niñas!
Gregorio, Paula, Marcos y Luis se acercaban con discreción hacia la pareja que hablaba distendidamente. Todos tenían un pensamiento en la cabeza, por favor María, no metas la pata.
Roberto se extraño ante la contestación de María, le parecía demasiado...infantil. Así que pregunto él.
- Y tu María, ¿Que edad tienes?.-
María no tuvo reparos en contestar.- Doce.-
-Ya, pero me refiero, "De verdad".- Esas dos últimas palabras Roberto las recalco mucho.
María se quedo pensativa. - Ahhhhh, ya sea a que te refieres, que listo eres. Cumplo trece la semana que viene.
Ha Roberto le había quedado todo muy claro, y grito. -¡Intrusa!- . María se quedo de piedra. Gregorio la cogió del brazo y tiro hacia él. Paula y Marcos miraron a su alrededor y se percataron de que toda la sala, se había quedado parada, en silencio, mirándoles. Luis se había puesto delante de Roberto por inercia, pero no sabía que decir.
Luis tartamudeo.- Nosotros nos encargamos de la intrusa.
Roberto escudriño a Luis, y luego a sus compañeros. Reconoció a Gregorio, con el que había visto hablando antes con su hermana Lucilda. -Ya sabéis lo que tenéis que hacer.
Luis respondió muy nervioso.- Por supuesto.-
Gregorio fue el que primero lo dijo en voz alta. -¿Y ahora que hacemos?-
Como si de una respuesta se tratara, apareció Lucilda, sonriendo a Gregorio. -
Dejadme que os acompañe, nunca he visto una conversión en persona.
Gregorio trago saliva.- Por supuesto, tu primera.
Así todos siguieron a Lucilda a través de la estancia. Hasta llegar a uno de los cuadros, en el se mostraba una especie de sótano, en su interior, alambiques, mesas con instrumental quirúrgico muy antiguo, y camillas. Lucilda sin pensárselo dos veces, puso su mano en el cuadro y desapareció. Todos se miraron boquiabiertos. He hicieron lo mismo.
Se encontraban en el sótano. Lucilda hizo un gesto para que pusieran a María sobre una de las mesas. Se miraron unos a otros, y para seguir el juego así lo hicieron.
Ninguno se atrevía a preguntar, por miedo a meter la pata, , mientras ataba las manos y las piernas de María. Con la ayuda de Gregorio, que a su vez le guiñaba un ojo a esta.
- Esta maquina fue un gran descubrimiento. Gracias a ella, estamos todos vivos.-
Esta afirmación cogió a todos por sorpresa. Lucilda se dirigió hacia una extraña maquina que se situaba a la izquierda de la mesa. A todos les resulto muy parecida, a la máquina de contención de los Cazafantasmas. Lucilda cogió un pequeño tubo de respiración conectado a la maquina, y se lo puso a María en la boca.
Marcos se interpuso.- ¿Que vas a hacer?.-
Lucilda lo miro con una sonrisa maquiavélica. - Lo que tenía pensado cuando os llame.-
Marcos se quedo con la boca abierta, Paula no sabía que decir, solo Gregorio pudo tartamudear unas palabras.- ¿Tu eres el conde?.-
Lucilda sonrió, mientras sacaba una antigua pistola de duelo de su vestido.- Me habéis encontrado, aunque realmente yo os he encontrado a vosotros.-
Luis se puso junto a Marcos, impidiendo al conde que pudiera encender la Maquina.
Gregorio con un gesto rápido, quito el tubo de respiración de la boca de María.
Paula buscaba algo que le sirviera para defenderse.
Lucilda grito - Todos atrás, o no tendré reparos en disparar.- Todos retrocedieron lentamente.
Gregorio se quedo mirando fijamente a Lucilda.-¿Que vas a hacer?-.
Lucilda contesto sin reparo alguno.- Usaros para alimentar la maquina.
-¿Alimentar la maquina?- Dijo Gregorio.
Lucilda continuo hablando.- Asi es, esta maquina a logrado contener el alma de todos los pintores, hasta que uno a uno, fui introduciendolos en el cuerpo de esos niños. Luego ellos hicieron lo mismo con la mia cuando mori, no hace mucho.
Gregorio se interpuso de nuevo entre el arma, la maquina, y María. El ímpetu con el que lo hizo, provoco que Lucilda diera un paso atrás, y cargara el arma. Gregorio se envalentono.- No vas a disparar, lo has dicho, nos quieres a los cinco.
Lucilda sonrió de nuevo.- Me da igual que vuestros cuerpos estén vivos o muertos, el proceso es el mismo.-
Gregorio retrocedio.
Luis trato de ganar tiempo con otra pregunta.- ¿Y los cuadros?
Lucilda hizo señas con su arma a Gregorio para que se apartara, y este dio un paso hacia atrás, sin perder la vista de Lucilda. El conde estaba encantado de que le preguntaran sobre su plan, llevaba mucho tiempo fraguándolo, y nunca perdía una oportunidad de mostrarse orgulloso, así que le contesto a Luis.
- Son ventanas a través del espacio y el tiempo, creadas por los pintores. Cada cuadro representa un lugar importante para nosotros, y mediante rituales que no tengo tiempo de explicaros, conseguimos viajar a través de ellos.-
Luis continuo.- Pero siempre tenéis un cuadro pintado del sitio del que venís, sino no podríais regresar ¿Verdad?
Lucilda asintió con la cabeza. Todos se quedaron mirando a Luis sorprendidos. Desde luego era el chico mas observador de todos. Luis continuo.-Pues resulta que aquí solo hay un cuadro de la sala de fiestas, y no veo ninguna puerta o escalera en este laboratorio, así que supongo que se os olvido pintarlo.- Con un movimiento rápido cogió el cuadro y un destornillador que tenia frente a una de las mesas. -¿Que ocurriría si lo rompo?
Lucilda se sorprendió, pero no se acobardo.- Nos encerrarías aquí, a todos, moriríamos.-
Paula dio un paso acercándose a Luis .- Y supongo que alguien que se toma las molestias de crear una máquina infernal como esa, para seguir vivo, le tiene que tener mucho miedo a la muerte.-
Marcos continuo, entendiendo lo que pretendían sus amigos.- Así que suelta el arma, o ninguno de nosotros saldrá de aquí.
Gregorio termino.- Y todo tu magnifico plan se habrá ido a la mierda.
Lucilda retrocedió amenazada. -No, no puedo.- Apunto a Gregorio con el arma
Gregorio respondió.- ¿Como que no puedes?-
-No lo entendéis. ¿Porque creéis que os metí prisa? ¿Porque os dije antes de las doce?-
Todos se quedaron mirando, es cierto, porque tanta prisa con la hora.
Lucilda continuo hablando.- Porque la energía se está agotando
Marcos pregunto-¿Que energía?
Lucilda suspiro- La de la maquina. Hace siglos realizamos un pacto, para saber el ritual que crearía las ventanas espacio temporales. Pero cuando muriéramos, uno a uno iríamos al infierno. Por ello simule mi asesinato, y pase el resto de mi vida viajando a través de las ventanas. Hablando con los místicos y científicos mas importantes del mundo, investigando, hasta que conseguí crear este contenedor.
Luis añadió.- Que impediría que las almas fueran al infierno.
Lucilda asintió- Si, pero esta a punto de agotarse, no sabia que tanto usarla para recuperar el alma de mis amigos, la agotaria tan rapidamente. Necesita el alma inocente de cinco niños, para mantenerse en funcionamiento dos siglos mas, la maquina es quien permite que nuestras almas sigan aqui, en el cuerpo de estos niños.
Marcos y Paula se miraron.
Marcos pregunto-¿Almas inocentes?
Lucilda añadió.- Puras, Vírgenes.
Paula se sonrojo.
Marcos agacho la mirada
Luis abrió los ojos mirando a los dos.
Gregorio sonreía cómplice.
María vio como todos sus amigos se fijaban en su hermana mayor, luego miro a Marcos. De su boca solo pudo salir- ¡Que asco!
Lucilda abrió los ojos de par en par. - No. No puede ser-
Lucilda tiro la pistola al suelo, y sollozo como una autentica niña pequeña. Gregorio aprovecho ese momento para desatar a María que automáticamente se hecho en sus brazos. Y al rato se escucharon campanadas.
Uno a uno fueron pasando por el cuadro que tenia agarrado Luis, Lucilda no paso.
La sala de fiestas estaba completamente vacía, muchos niños se encontraban tendidos en el suelo, inconscientes. Marcos tomo el pulso a uno, estaban vivos. Cuando se fueron despertando, se dieron cuenta, no todos los niños hablaban su idioma. Ninguno sabia como habían llegado hasta allí. Todos salieron de la mansión, y se dirigieron a la comisaria. Cuando los policías vieron la cantidad de niños acercarse no se lo podían creer, no daban crédito a lo que estaba pasando.
Una semana después Gregorio, Paula, Marcos, Luis y María fueron llamados a la comisaria. Habían encontrado a niños desaparecidos en diferentes años, y en diferentes ciudades y países. El comisario les recompenso con ello, y se lo agradeció. Ninguno se atrevió a hablar de lo que sucedió realmente, la versión oficial, es que iban a jugar a visitar la mansión encantada, y se encontraron allí a los niños.
Marcos lanzo una mirada suplicante a Paula, a quien no había visto desde aquel día.- Lo de Rosa...solo era para ponerte celosa.
Paula sonrió.- Lo sé idiota.
Ambos se cogieron de la mano, Luis y Gregorio iban entusiasmado mirando la medalla que les habia regalado el comisario, por su gran actuacion,y emprendieron el camino de vuelta a casa. Pero Luis mientras daba vueltas a la medalla, pensaba en otra cosa, y es que realmente no es lo que mas le importaba en ese momento. Pensaba en todo eso mientras miraba de reojo a Paula.
-No os lo vais a creer- Decía Gregorio nervioso.
Sin dejarle seguir, lo primero que hizo María fue darle un abrazo. -Lo siento-
Gregorio sonreía a la pequeña. - No pasa nada.-
Luis fue el primero en preguntar. -¿Que es todo esto?
Paula estaba pendiente de todo lo que sucedía en la fiesta, y le extrañaba el comportamiento de los niños, todos parecían comportarse como si fueran adultos. Tomaban copas de vino, hablaban de política, y religión, sobre sus terrenos, y como debían tratar a sus siervos.
Gregorio dijo sin aguantar más tiempo.- ¿Conocéis a los pintores del nuevo siglo?-
Todos asintieron con la cabeza, y Luis añadió - Marcos dice que vio un dibujo en la buhardilla.-
Gregorio asentía mientras seguía su relato.- Así es, pero no sabía que podía tener relación con el conde, hasta que esa...mujer, me lo ha contado.- Lo dijo señalando a la niña con la que estaba hablando.
La primera en saltar fue Paula.- ¿Mujer?, pero si apenas tendrá un año más que yo.
A lo que Gregorio le respondió.- En apariencia sí. Pero parece que ellos no se han percatado.
Luis sorprendió- ¿Ellos? ¿Quienes?
-Los pintores del nuevo siglo. Esto es una reunión de los pintores.- Dijo Gregorio muy bajito. - Y a mí me han confundido con uno de ellos.-
-Entonces los pintores, ¿Son niños?- Pregunto Paula
A lo que Gregorio respondió.- Imposible, el dibujo de mi buhardilla es del siglo dieciocho.-
Marcos continuo preguntando sin entender nada.- ¿Entonces los pintores en la época, no eran más que niños?
Paula le hizo que se fijara, igual que ella en las conversaciones, las bebidas, y todos se quedaron de piedra, menos Gregorio que ya se había dado cuenta. Eran niños, pero se comportaban como adultos. De repente sonó una campanada, seguida de otra, y otra mas...once campanadas. Todos miraron su relojes, se habían parado a las diez de la noche, hora a la que habían llegado a la casa. ¿Serian ya las once?, ¿Les quedaría solo una hora para resolver todo este embrollo? , eso parecía.
Cuando volvieron a la realidad, no les dio tiempo a detenerla. María había salido corriendo hacia uno de los niños, que se encontraba admirando un cuadro de la Torre Eiffel. Para cuando se dieron cuenta, estaba ya en plena conversación.
-Hola, me llamo María, ¿Y tú?
- Roberto. Encantado.- Roberto le tendió la mano.
-¿Cuantos años tienes?- Pregunto María con Inocencia.
- ¿Porque lo preguntas?-
- Porque pareces un niño como yo
-. Nadie en esta sala es solo un niño ¿Verdad? - Roberto le guiño un ojo.
María totalmente inocente respondió.- No, claro que no, ¡También hay niñas!
Gregorio, Paula, Marcos y Luis se acercaban con discreción hacia la pareja que hablaba distendidamente. Todos tenían un pensamiento en la cabeza, por favor María, no metas la pata.
Roberto se extraño ante la contestación de María, le parecía demasiado...infantil. Así que pregunto él.
- Y tu María, ¿Que edad tienes?.-
María no tuvo reparos en contestar.- Doce.-
-Ya, pero me refiero, "De verdad".- Esas dos últimas palabras Roberto las recalco mucho.
María se quedo pensativa. - Ahhhhh, ya sea a que te refieres, que listo eres. Cumplo trece la semana que viene.
Ha Roberto le había quedado todo muy claro, y grito. -¡Intrusa!- . María se quedo de piedra. Gregorio la cogió del brazo y tiro hacia él. Paula y Marcos miraron a su alrededor y se percataron de que toda la sala, se había quedado parada, en silencio, mirándoles. Luis se había puesto delante de Roberto por inercia, pero no sabía que decir.
Luis tartamudeo.- Nosotros nos encargamos de la intrusa.
Roberto escudriño a Luis, y luego a sus compañeros. Reconoció a Gregorio, con el que había visto hablando antes con su hermana Lucilda. -Ya sabéis lo que tenéis que hacer.
Luis respondió muy nervioso.- Por supuesto.-
Gregorio fue el que primero lo dijo en voz alta. -¿Y ahora que hacemos?-
Como si de una respuesta se tratara, apareció Lucilda, sonriendo a Gregorio. -
Dejadme que os acompañe, nunca he visto una conversión en persona.
Gregorio trago saliva.- Por supuesto, tu primera.
Así todos siguieron a Lucilda a través de la estancia. Hasta llegar a uno de los cuadros, en el se mostraba una especie de sótano, en su interior, alambiques, mesas con instrumental quirúrgico muy antiguo, y camillas. Lucilda sin pensárselo dos veces, puso su mano en el cuadro y desapareció. Todos se miraron boquiabiertos. He hicieron lo mismo.
Se encontraban en el sótano. Lucilda hizo un gesto para que pusieran a María sobre una de las mesas. Se miraron unos a otros, y para seguir el juego así lo hicieron.
Ninguno se atrevía a preguntar, por miedo a meter la pata, , mientras ataba las manos y las piernas de María. Con la ayuda de Gregorio, que a su vez le guiñaba un ojo a esta.
- Esta maquina fue un gran descubrimiento. Gracias a ella, estamos todos vivos.-
Esta afirmación cogió a todos por sorpresa. Lucilda se dirigió hacia una extraña maquina que se situaba a la izquierda de la mesa. A todos les resulto muy parecida, a la máquina de contención de los Cazafantasmas. Lucilda cogió un pequeño tubo de respiración conectado a la maquina, y se lo puso a María en la boca.
Marcos se interpuso.- ¿Que vas a hacer?.-
Lucilda lo miro con una sonrisa maquiavélica. - Lo que tenía pensado cuando os llame.-
Marcos se quedo con la boca abierta, Paula no sabía que decir, solo Gregorio pudo tartamudear unas palabras.- ¿Tu eres el conde?.-
Lucilda sonrió, mientras sacaba una antigua pistola de duelo de su vestido.- Me habéis encontrado, aunque realmente yo os he encontrado a vosotros.-
Luis se puso junto a Marcos, impidiendo al conde que pudiera encender la Maquina.
Gregorio con un gesto rápido, quito el tubo de respiración de la boca de María.
Paula buscaba algo que le sirviera para defenderse.
Lucilda grito - Todos atrás, o no tendré reparos en disparar.- Todos retrocedieron lentamente.
Gregorio se quedo mirando fijamente a Lucilda.-¿Que vas a hacer?-.
Lucilda contesto sin reparo alguno.- Usaros para alimentar la maquina.
-¿Alimentar la maquina?- Dijo Gregorio.
Lucilda continuo hablando.- Asi es, esta maquina a logrado contener el alma de todos los pintores, hasta que uno a uno, fui introduciendolos en el cuerpo de esos niños. Luego ellos hicieron lo mismo con la mia cuando mori, no hace mucho.
Gregorio se interpuso de nuevo entre el arma, la maquina, y María. El ímpetu con el que lo hizo, provoco que Lucilda diera un paso atrás, y cargara el arma. Gregorio se envalentono.- No vas a disparar, lo has dicho, nos quieres a los cinco.
Lucilda sonrió de nuevo.- Me da igual que vuestros cuerpos estén vivos o muertos, el proceso es el mismo.-
Gregorio retrocedio.
Luis trato de ganar tiempo con otra pregunta.- ¿Y los cuadros?
Lucilda hizo señas con su arma a Gregorio para que se apartara, y este dio un paso hacia atrás, sin perder la vista de Lucilda. El conde estaba encantado de que le preguntaran sobre su plan, llevaba mucho tiempo fraguándolo, y nunca perdía una oportunidad de mostrarse orgulloso, así que le contesto a Luis.
- Son ventanas a través del espacio y el tiempo, creadas por los pintores. Cada cuadro representa un lugar importante para nosotros, y mediante rituales que no tengo tiempo de explicaros, conseguimos viajar a través de ellos.-
Luis continuo.- Pero siempre tenéis un cuadro pintado del sitio del que venís, sino no podríais regresar ¿Verdad?
Lucilda asintió con la cabeza. Todos se quedaron mirando a Luis sorprendidos. Desde luego era el chico mas observador de todos. Luis continuo.-Pues resulta que aquí solo hay un cuadro de la sala de fiestas, y no veo ninguna puerta o escalera en este laboratorio, así que supongo que se os olvido pintarlo.- Con un movimiento rápido cogió el cuadro y un destornillador que tenia frente a una de las mesas. -¿Que ocurriría si lo rompo?
Lucilda se sorprendió, pero no se acobardo.- Nos encerrarías aquí, a todos, moriríamos.-
Paula dio un paso acercándose a Luis .- Y supongo que alguien que se toma las molestias de crear una máquina infernal como esa, para seguir vivo, le tiene que tener mucho miedo a la muerte.-
Marcos continuo, entendiendo lo que pretendían sus amigos.- Así que suelta el arma, o ninguno de nosotros saldrá de aquí.
Gregorio termino.- Y todo tu magnifico plan se habrá ido a la mierda.
Lucilda retrocedió amenazada. -No, no puedo.- Apunto a Gregorio con el arma
Gregorio respondió.- ¿Como que no puedes?-
-No lo entendéis. ¿Porque creéis que os metí prisa? ¿Porque os dije antes de las doce?-
Todos se quedaron mirando, es cierto, porque tanta prisa con la hora.
Lucilda continuo hablando.- Porque la energía se está agotando
Marcos pregunto-¿Que energía?
Lucilda suspiro- La de la maquina. Hace siglos realizamos un pacto, para saber el ritual que crearía las ventanas espacio temporales. Pero cuando muriéramos, uno a uno iríamos al infierno. Por ello simule mi asesinato, y pase el resto de mi vida viajando a través de las ventanas. Hablando con los místicos y científicos mas importantes del mundo, investigando, hasta que conseguí crear este contenedor.
Luis añadió.- Que impediría que las almas fueran al infierno.
Lucilda asintió- Si, pero esta a punto de agotarse, no sabia que tanto usarla para recuperar el alma de mis amigos, la agotaria tan rapidamente. Necesita el alma inocente de cinco niños, para mantenerse en funcionamiento dos siglos mas, la maquina es quien permite que nuestras almas sigan aqui, en el cuerpo de estos niños.
Marcos y Paula se miraron.
Marcos pregunto-¿Almas inocentes?
Lucilda añadió.- Puras, Vírgenes.
Paula se sonrojo.
Marcos agacho la mirada
Luis abrió los ojos mirando a los dos.
Gregorio sonreía cómplice.
María vio como todos sus amigos se fijaban en su hermana mayor, luego miro a Marcos. De su boca solo pudo salir- ¡Que asco!
Lucilda abrió los ojos de par en par. - No. No puede ser-
Lucilda tiro la pistola al suelo, y sollozo como una autentica niña pequeña. Gregorio aprovecho ese momento para desatar a María que automáticamente se hecho en sus brazos. Y al rato se escucharon campanadas.
Uno a uno fueron pasando por el cuadro que tenia agarrado Luis, Lucilda no paso.
La sala de fiestas estaba completamente vacía, muchos niños se encontraban tendidos en el suelo, inconscientes. Marcos tomo el pulso a uno, estaban vivos. Cuando se fueron despertando, se dieron cuenta, no todos los niños hablaban su idioma. Ninguno sabia como habían llegado hasta allí. Todos salieron de la mansión, y se dirigieron a la comisaria. Cuando los policías vieron la cantidad de niños acercarse no se lo podían creer, no daban crédito a lo que estaba pasando.
Una semana después Gregorio, Paula, Marcos, Luis y María fueron llamados a la comisaria. Habían encontrado a niños desaparecidos en diferentes años, y en diferentes ciudades y países. El comisario les recompenso con ello, y se lo agradeció. Ninguno se atrevió a hablar de lo que sucedió realmente, la versión oficial, es que iban a jugar a visitar la mansión encantada, y se encontraron allí a los niños.
Marcos lanzo una mirada suplicante a Paula, a quien no había visto desde aquel día.- Lo de Rosa...solo era para ponerte celosa.
Paula sonrió.- Lo sé idiota.
Ambos se cogieron de la mano, Luis y Gregorio iban entusiasmado mirando la medalla que les habia regalado el comisario, por su gran actuacion,y emprendieron el camino de vuelta a casa. Pero Luis mientras daba vueltas a la medalla, pensaba en otra cosa, y es que realmente no es lo que mas le importaba en ese momento. Pensaba en todo eso mientras miraba de reojo a Paula.
Bueno, la última parte de los goonboys que agrevain no pudo subir el viernes por falta de medios.
ResponderEliminarAgrevain, por favor, cuando escribas una entrada incluye una imagen que lo hacemos todos menos tu.
El viernes que viene le toca a Preacher subir la suya.
Ok, recibido. Comenzará "Larga Vida al Rey".
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