- Vamos Reed – dijo el Dr. Doom intentando meter en su juego a Reed Richards - ambos lo sabemos. Que estés aquí para salvarme la vida es sólo por una razón – Decía mientras se quitaba la pesada máscara que le cubría, dejando a la vista la deforme y monstruosa cara de Víctor
- No – La respuesta de Reed fue seca y tajante – ¿De verdad sigues culpándome por eso? Intenté avisarte de los fallos en tus cálculos y no me escuchaste… Somos humanos, ambos, aunque te pese. Todos nos equivocamos. Eso – dijo Reed señalando la cara de Víctor con dureza- es únicamente culpa de tu orgullo
- ¡Mentira! – Víctor se incorporó con esfuerzo y su voz se quebró al gritar, estaba muy débil - ¡Yo nunca me equivoco!, ¡Fuiste tú el que me saboteó!, ¡Yo nunca fallo! Errar es de humanos y yo no lo soy
- Pero lo fuiste, Víctor – Reed se sentó mirando cara a cara a su némesis - ¿No te das cuenta? Nos estamos muriendo y la única razón de ello son nuestras investigaciones en el Proyecto LÁZARO… Queríamos curar a gente y mira cómo hemos acabado… Culpa de nuestros fallos… Nos equivocamos Víctor, ¡Te equivocaste! Si no, no estaríamos así ¿Crees que me saboteé a mí mismo también?
- Quizás esta vez fuera sólo un error – Víctor estaba fuera de sus casillas, su juego se estaba volviendo en su contra - ¡Tu error!
- Ja, ja, ja – La risa de Reed estaba fuera de lugar en mitad de la agria conversación – Déjalo ya, Víctor. Estamos entre viejos amigos – El tono de Reed parecía ahora conciliador – Dejar de actuar, no es necesario, sabes que todo lo que te digo es cierto…
- Por lo que veo - Víctor sonreía sarcásticamente con las pocas fuerzas que tenía - ya está afectando la degeneración molecular a tu cerebro
- Dime Victor ¿Le dictaste directamente la carta al doctor Ollafsen o le dejaste al menos que usara sus propias palabras? Desde luego quedó muy convincente – El giro en la conversación había dejado a Víctor fuera de juego – Eso de prosperidad y progreso, de líder feroz y a la par de sabio… Doctor Ollafsen ¿Es lo que de verdad piensa?, ¿o es lo que él le hizo escribir?
Gustav Ollafsen se había mantenido a un lado, haciendo cómo que monitorizaba y chequeaba las decenas de máquinas que estaban conectadas a Víctor, cómo que no escuchaba, cómo que no estaba allí. Pero la alusión directa a su persona le volvía a hacer visible. Visiblemente nervioso su mirada se movía rápidamente de los ojos de Reed a los de Víctor. Gustav abrió la boca pero ninguna palabra salió de ella. Finalmente los temblores de su mano hablaron por él y le hicieron dejar caer el cuaderno dónde tomaba notas.
- No hace falta que digas nada, Gustav, ya has hecho suficiente – Reed ya tenía todo lo que necesitaba – Sabías que venía – La mirada de Reed se centraba ahora en Víctor - Tu le hiciste escribir esa carta como última esperanza… Hace mucho que sabes que estás enfermo, llevas meses investigando y no has obtenido nada ¿Verdad? No eres tan infalible ni omnipresente como dices ser, y lo sabes… Aquí tienes la cura Víctor – Reed alargó su elástico brazo hasta dejar el tarro justo delante de los ojos de Víctor – Pero, claro, tiene letra pequeña.
Durante unos segundos el silencio se hizo en la habitación, únicamente se escuchaban los engranajes rotatorios de los ingenios mecánicos conectados a Víctor.
- Bien, Richards – Víctor estaba dispuesto a escuchar por primera vez en su vida - ¿Qué dice la letra pequeña?
- Sólo hay una dosis de la cura, ésta. Es tuya a cambio de abandonar para siempre esa máscara, abandonar esta lucha sin sentido. Acepta todo lo que sabes, lo que has aprendido pero no quieres reconocer. Acepta tus errores y deja atrás al Doctor Doom. Vuelve a ser simplemente Víctor y tú te llevas la vida extra.
Esta vez el silencio fue total, ni siquiera las máquinas se atrevían a realizar ningún ruido. Víctor hizo un amago pero finalmente contuvo a su brazo. Una lágrima atravesó la abrupta cara de Víctor.
--
Ben, más conocido como la Cosa, derribaba bajo unas enloquecidas luces de emergencia uno de los muros del palacio mientras Johnny – la antorcha humana – chamuscaba a los robots que se ponían en su camino y Sue Storm – La mujer invisible – los golpeaba con su campo de fuerza
- Esto pasa por no hacerme caso – decía la Cosa mientras terminaba de crear una nueva puerta en la sala con su enorme manaza – Si hubiéramos actuado cuando os dije
- ¡Lo que tu digas, pero calla de una vez! Ahora lo importante es Reed – Le gritó Sue – Céntrate en abrirnos el camino y todo estará bien
Aunque estaban alerta, los tres fantásticos se sorprendieron cuando las alarmas del castillo comenzaron a sonar. Algo no iba bien. En pocos segundos estaban rodeados de enormes robots hechos a imagen y semejanza del doctor Doom, los mismos que les habían “escoltado” hasta la sala donde estaban. Ahora los tres amigos se abrían camino como podían por el laberíntico interior del castillo buscando el camino por el que habían guiado a Reed.
Tras lo que les pareció una eternidad, por fin lo encontraron. Mientras saltaban chispas de las dos cabezas robóticas que la Cosa había entrechocado y Sue Storm repelía como podía otra pareja más de robots asesinos, la Antorcha con un vuelo rasante y se adelantaba a las cinco inteligencias artificiales en su tarea de echarle el guante a Reed Richards
- Agárrate, la cosa se está poniendo que arde – dijo la Antorcha intentando poner una pizca de humor en la escena, pero la cara de Reed era sombría. En su mano mantenía agarrada la única dosis de la cura que existía
- Simplemente salgamos de aquí – la voz de Reed era tan sombría como su cara – lo antes posible
--
Reed mantenía el gesto duro y apagado. Desde que entraron en la nave y dejaron atrás al ejercito de robots, no había dicho nada. Todo el trayecto desde que lograron salir de Latveria lo habían hecho en silencio, hasta ese mismo instante
- He estado – titubeó al empezar a hablar Reed – He estado tan cerca de lograrlo…
- Vamos, Reed – la voz de Susan dulce y acogedora abrazaba a Reed, pero sus ojos agradecidos estaban clavados en la cura – No es culpa tuya, has intentado salvarle, viniste hasta aquí con las ideas claras, ha sido él quién ha querido ser curado
- Venga, si vamos a estar mejor sin él – Johnny era incapaz de comprendern la relación de amor odio entre Reed y Víctor – Deberíamos celebrar su muerte… ¡la muerte del Doctor Muerte!
- Nadie va a morir, Johnny – Mientras Reed hablaba los demás escuchaban incrédulos sus palabras – No era su cuerpo lo que he intentado curar. Las máquinas le mantendrán en un estado de letargo, vivo, mientras el doctor Ollafsen prepara la cura. Le di todos los datos de mi investigación, los pasos a seguir para lograr la cura antes de huir, antes de que llegaran los robots del Dr Doom . No me miréis así, es lo que debía hacer. Es lo correcto.
- No – La respuesta de Reed fue seca y tajante – ¿De verdad sigues culpándome por eso? Intenté avisarte de los fallos en tus cálculos y no me escuchaste… Somos humanos, ambos, aunque te pese. Todos nos equivocamos. Eso – dijo Reed señalando la cara de Víctor con dureza- es únicamente culpa de tu orgullo
- ¡Mentira! – Víctor se incorporó con esfuerzo y su voz se quebró al gritar, estaba muy débil - ¡Yo nunca me equivoco!, ¡Fuiste tú el que me saboteó!, ¡Yo nunca fallo! Errar es de humanos y yo no lo soy
- Pero lo fuiste, Víctor – Reed se sentó mirando cara a cara a su némesis - ¿No te das cuenta? Nos estamos muriendo y la única razón de ello son nuestras investigaciones en el Proyecto LÁZARO… Queríamos curar a gente y mira cómo hemos acabado… Culpa de nuestros fallos… Nos equivocamos Víctor, ¡Te equivocaste! Si no, no estaríamos así ¿Crees que me saboteé a mí mismo también?
- Quizás esta vez fuera sólo un error – Víctor estaba fuera de sus casillas, su juego se estaba volviendo en su contra - ¡Tu error!
- Ja, ja, ja – La risa de Reed estaba fuera de lugar en mitad de la agria conversación – Déjalo ya, Víctor. Estamos entre viejos amigos – El tono de Reed parecía ahora conciliador – Dejar de actuar, no es necesario, sabes que todo lo que te digo es cierto…
- Por lo que veo - Víctor sonreía sarcásticamente con las pocas fuerzas que tenía - ya está afectando la degeneración molecular a tu cerebro
- Dime Victor ¿Le dictaste directamente la carta al doctor Ollafsen o le dejaste al menos que usara sus propias palabras? Desde luego quedó muy convincente – El giro en la conversación había dejado a Víctor fuera de juego – Eso de prosperidad y progreso, de líder feroz y a la par de sabio… Doctor Ollafsen ¿Es lo que de verdad piensa?, ¿o es lo que él le hizo escribir?
Gustav Ollafsen se había mantenido a un lado, haciendo cómo que monitorizaba y chequeaba las decenas de máquinas que estaban conectadas a Víctor, cómo que no escuchaba, cómo que no estaba allí. Pero la alusión directa a su persona le volvía a hacer visible. Visiblemente nervioso su mirada se movía rápidamente de los ojos de Reed a los de Víctor. Gustav abrió la boca pero ninguna palabra salió de ella. Finalmente los temblores de su mano hablaron por él y le hicieron dejar caer el cuaderno dónde tomaba notas.
- No hace falta que digas nada, Gustav, ya has hecho suficiente – Reed ya tenía todo lo que necesitaba – Sabías que venía – La mirada de Reed se centraba ahora en Víctor - Tu le hiciste escribir esa carta como última esperanza… Hace mucho que sabes que estás enfermo, llevas meses investigando y no has obtenido nada ¿Verdad? No eres tan infalible ni omnipresente como dices ser, y lo sabes… Aquí tienes la cura Víctor – Reed alargó su elástico brazo hasta dejar el tarro justo delante de los ojos de Víctor – Pero, claro, tiene letra pequeña.
Durante unos segundos el silencio se hizo en la habitación, únicamente se escuchaban los engranajes rotatorios de los ingenios mecánicos conectados a Víctor.
- Bien, Richards – Víctor estaba dispuesto a escuchar por primera vez en su vida - ¿Qué dice la letra pequeña?
- Sólo hay una dosis de la cura, ésta. Es tuya a cambio de abandonar para siempre esa máscara, abandonar esta lucha sin sentido. Acepta todo lo que sabes, lo que has aprendido pero no quieres reconocer. Acepta tus errores y deja atrás al Doctor Doom. Vuelve a ser simplemente Víctor y tú te llevas la vida extra.
Esta vez el silencio fue total, ni siquiera las máquinas se atrevían a realizar ningún ruido. Víctor hizo un amago pero finalmente contuvo a su brazo. Una lágrima atravesó la abrupta cara de Víctor.
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Ben, más conocido como la Cosa, derribaba bajo unas enloquecidas luces de emergencia uno de los muros del palacio mientras Johnny – la antorcha humana – chamuscaba a los robots que se ponían en su camino y Sue Storm – La mujer invisible – los golpeaba con su campo de fuerza
- Esto pasa por no hacerme caso – decía la Cosa mientras terminaba de crear una nueva puerta en la sala con su enorme manaza – Si hubiéramos actuado cuando os dije
- ¡Lo que tu digas, pero calla de una vez! Ahora lo importante es Reed – Le gritó Sue – Céntrate en abrirnos el camino y todo estará bien
Aunque estaban alerta, los tres fantásticos se sorprendieron cuando las alarmas del castillo comenzaron a sonar. Algo no iba bien. En pocos segundos estaban rodeados de enormes robots hechos a imagen y semejanza del doctor Doom, los mismos que les habían “escoltado” hasta la sala donde estaban. Ahora los tres amigos se abrían camino como podían por el laberíntico interior del castillo buscando el camino por el que habían guiado a Reed.
Tras lo que les pareció una eternidad, por fin lo encontraron. Mientras saltaban chispas de las dos cabezas robóticas que la Cosa había entrechocado y Sue Storm repelía como podía otra pareja más de robots asesinos, la Antorcha con un vuelo rasante y se adelantaba a las cinco inteligencias artificiales en su tarea de echarle el guante a Reed Richards
- Agárrate, la cosa se está poniendo que arde – dijo la Antorcha intentando poner una pizca de humor en la escena, pero la cara de Reed era sombría. En su mano mantenía agarrada la única dosis de la cura que existía
- Simplemente salgamos de aquí – la voz de Reed era tan sombría como su cara – lo antes posible
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Reed mantenía el gesto duro y apagado. Desde que entraron en la nave y dejaron atrás al ejercito de robots, no había dicho nada. Todo el trayecto desde que lograron salir de Latveria lo habían hecho en silencio, hasta ese mismo instante
- He estado – titubeó al empezar a hablar Reed – He estado tan cerca de lograrlo…
- Vamos, Reed – la voz de Susan dulce y acogedora abrazaba a Reed, pero sus ojos agradecidos estaban clavados en la cura – No es culpa tuya, has intentado salvarle, viniste hasta aquí con las ideas claras, ha sido él quién ha querido ser curado
- Venga, si vamos a estar mejor sin él – Johnny era incapaz de comprendern la relación de amor odio entre Reed y Víctor – Deberíamos celebrar su muerte… ¡la muerte del Doctor Muerte!
- Nadie va a morir, Johnny – Mientras Reed hablaba los demás escuchaban incrédulos sus palabras – No era su cuerpo lo que he intentado curar. Las máquinas le mantendrán en un estado de letargo, vivo, mientras el doctor Ollafsen prepara la cura. Le di todos los datos de mi investigación, los pasos a seguir para lograr la cura antes de huir, antes de que llegaran los robots del Dr Doom . No me miréis así, es lo que debía hacer. Es lo correcto.
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