
Al hacerlo resopló pesadamente como sólo un hombre de su talla puede hacer. Se desabrochó el incómodo último botón de la camisa, liberando su cuello y dejó que su mirada vagara por la habitación hasta topar con la chimenea. Tras observar absorto un instante su fuego, como sin ganas alargó sin mirar atrás el brazo y echó mano a la botella de coñac que había en la mesita. Era de ese tipo de botellas que no tienen etiqueta alguna. Tras servirse una buena copa volvió a dejar la botella sobre la mesita, justo en el mismo lugar dónde la había cogido y, aprovechando el viaje de su brazo, a tientas abrió el pequeño cajoncito que escondía la mesa para sacar un habano sensiblemente mejor que el que había ofrecido a sus invitados.
Así comienza De un Marqués, Un Puro y Su Humo, léelo al completo y fácilmente siguiendo nuestro indice
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- Tercera Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/06/de-un-marques-un-puro-y-su-humo-tercera.html
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Esperamos que os guste tanto como a nosotros, ¡un saludo a todos!
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