lunes, 11 de mayo de 2015

Autopsia - Conclusión

El Dr Dorne miraba al techo tumbado sobre una de las camillas. A su lado yacían los cuerpos vacíos de Maria Cruz y Mike Callahan. A sus pies y sobre una mesa había colocado al perro. Llevaba un rato dándole vueltas, sabía que el can era la última pieza del rompecabezas. Había repasado todas las enfermedades que el animal le podía haber transmitido a Mike pero los resultados fueron negativos.

De repente una pareja con ganas de fiesta entró en la sala, creían que no había nadie. A los dos jóvenes se le cambiaron la cara y les bajó el lívido al ver al doctor.

- ¡Maldita sea!, ¡iros a fornicar a otra parte!- Gritaba mientras le lanzaba a los recién entrados una bandeja con varios vasos de muestra. A Dorne le molestaba enormemente la simplicidad por la que se regía el ser humano.

Y como si alguien hubiera encendido la luz... - ¡Claro!, ¡es más simple que todo eso!-. Sonriendo, Dorne se incorporó y de un salto se bajó de la camilla.

...

Amanecía un nuevo año en la ciudad. El comisario Walters era un hombre mayor, en torno a los cincuenta  y pocos años. Era policía experimentado en este trabajo, había vivido muchos fines de años ocupado, con muchos casos cerrados a sus espaldas y muchos sucesos que acontecían esa noche. Pero sin duda, el caso de esa madrugada había entrado en su top 5 de los hechos mas raros en todos sus años de carrera.

Con su décima taza de café aún humeante revisaba escrupulosamente el informe que desde el deposito le había hecho llegar el Dr Dorne. Le dio un sorbo a la taza y continuó escribiendo su informe.

“María Cruz Lopez fue encontrada muerta en su casa sin síntomas externos en su cuerpo que pudiesen indicar que su muerte había sido violenta.  Según el reporte del forense la causa del fallecimiento fue una muerte súbita tras sufrir un fuerte ataque de estrés. Todo hace indicar que la causa se debió a la noticia que recibió del fallecimiento de sus padres y de su per…”

John, le dio sorbo a la taza del café y decidió borrar las últimas cuatro palabras.

“Mike Callahan fue encontrado en su coche a unas manzanas del hospital donde habían perecido los padres de Maria Cruz Lopez. Según unos enfermeros de urgencia un hombre llegó al hospital en un coche de la misma marca y modelo del de Sr Callahan, tiró al señor y señora Cruz al suelo y salió huyendo en ese mismo coche…”

-Loco-, dejó escapar Walters de sus labios. Se levantó con la taza de café en la mano. Dio media vuelta y miró a través de la ventana del cuarto piso de la comisaría la calle nevada. Jóvenes y lo que no lo eran tanto volvían a su casa, o continuaban la fiesta que habían empezado ya hacía tantas horas.

-Esta ciudad, estas fechas, los vuelve a todos locos-.

Levantó levemente los hombros resignado y volvió a sentarse delante del ordenador.

“... El Sr Callahan se encontraba ya muerto cuando llegaron las ambulancias. La causa de la muerte no eran sus visibles heridas en las manos, ni su alto estado de embriaguez antes de su muerte, según rezaba el informe toxicológico, al menos no solo por eso. De acuerdo a la opinión del Dr Dorne la causa de la muerte fue un falló sistémico total debido a una reacción alérgica grave por inhalación de pelo de animal unido a las bajas defensas de la víctima por la pérdida de sangre y consumo de alcohol.
Las razones por la que el Mike Callahan atacó a los padres de la señorita Maria Cruz Lopez son desconocidas aunque probablemente fuera por accidente debido al estado de embriaguez que se encontraba."

El comisario Walters hizo una pausa, reclinándose sobre su asiento, le dio el último sorbo al café y envió el informe.

-Otro caso cerrado, feliz año nuevo-.Y apagó el ordenador

miércoles, 1 de abril de 2015

Autopsia - Tercera Parte

 “…ajá… si… entiendo… se lo haré llegar. Hasta entonces no haga absolutamente nada. Le necesito fresco para este caso. Adiós”

Con estas pocas palabras dio por zanjada la conversación telefónica el Comisario Walters. De eso hacían ya 7 horas. 7 horas de larga e infructuosa espera sin poder objetivar nada nuevo. Le faltaba por lo menos una pieza para completar el puzle.

- Me muero de aburrimiento.- dijo para sus adentros. Para hacer tiempo lo había vuelto a examinar todo. La inspección visual la había repetido hasta tres veces. Había reclasificado todos de tejidos y hasta le había sobrado tiempo para realizar él mismo los exámenes complementarios y la identificación.

“El estudio macroscópico revela en el varón una objetivación de lesiones subcutáneas no visibles externamente  debidas a un mordisco. En el caso de la mujer la causa inmediata de la muerte se debe a una muerte súbita de origen genético por exposición a un fuerte estrés.”

7 Horas y 3 minutos tardó en aparecer por segunda vez el camillero con una bolsa negra y cerrada en la mano. No podía ser. Simplemente no podía ser verdad.

-    ¿Pero dónde está el cadáver?
-    El Comisario sólo le envía esto Dr. Dorme. Por el olor y el peso yo diría que está dentro.

La bolsa parecía sacada de un cubo de la basura. Esta imagen trajo de los nervios al Dr.Dorne. – Bueno bueno. Déjela ahí en la camilla y váyase a celebrar algo. – Sin el menor cuidado dio un jalón al nudo de la bolsa y la abrió de un sopetón.

-¡Perro! – gritó el Doctor. El camillero se giró sobre sí mismo indignado, pensando que se dirigía a él en tono de desprecio. Pero el buen Doctor gritaba al cielo dominado por la incredulidad. – ¡Hay un perro muerto en la bolsa!



Mike conducía a toda velocidad mientras doblaba la esquina de la calle de su ex. Ya asomaban las estrellas por última vez este año y el alcohol estaba haciendo todo su efecto anestésico en su mano rota y, determinantemente, en sus reflejos. – Puta hispana. A mí no me deja nadie.- Casi por instinto dio un último sorbo a la botella vacía y se dirigió a toda velocidad hacia la zona verde que hace de separador entre la casa y la calle. – Te voy a dejar el jardincito como el coño de tu puta madre. -

La cosa no pudo ir peor. En el momento en el que irrumpía en el jardín con su coche la mencionada señora, su marido y el tan querido perro de la familia hacían lo mismo, tan sólo que caminando al ritmo de las personas mayores desde el paso de peatones, sin ninguna oportunidad para reaccionar o esquivar el vehículo que les empotraba y que, a pesar de su intento por frenar, les lanzaba de frente contra los arbustos. Mike estaba perplejo. Acababa de atropellar a los padres de su ex el día de fin de año.

Por suerte para él el perro y los arbustos absorbieron la mayor parte del golpe y éstos aún se agitaban temblorosos al son de los aturdidos padres. O eso le parecía a él. Nervioso, descontrolado, desorientado, la situación le dominaba. Quería salir de allí aprovechando que no le había visto nadie. Pero si los padres le habían reconocido estaría perdido. Sin pensárselo dos veces se bajó del coche, cargó con la madre de forma muy poco heroica y la puso semiinconsciente en el asiento trasero del coche. Hizo lo mismo con el padre pero éste se defendió con uñas y dientes. Un mordisco alcanzó la hasta mano buena de Mike mientras dejaba al padre forcejeando en el asiento delantero del coche. – Me está bien empleado por gilipollas. -

– ¿Y qué cojones hago con el puto perro? – pensó.  Estaba muerto y bien muerto, con la lenua blanca. Cargó con él y lo lanzó como una piedra al maletero. – Mierda. Qué marrón. Venga Mike. Ahora al hospital. ¿Los dejas allí y desapareces por un tiempo eh? Venga que tu puedes hacerlo campeón. – Sacó el coche de la acera y condujo hacia el Hospital Central más próximo rezando porque sus pasajeros no perecieran durante el trayecto.

En ese momento salió Mary a medio vestir y medio maquillar por la puerta principal hacia el jardin. El ruido violento del coche la sacó de sus cámaras y salió como pudo a ver qué había pasado. No sabía nada del accidente ni del estado de sus padres. Lo que sí reconoció de inmediato fue el coche de su ex, que huía calle abajo con dos cabezas fácilmente reconocibles tras la cristalera. – ¡El pendejo está secuestrando a mis padres! –

Eso ya era ir demasiado. No hoy. No cuando sus invitados estaban a menos de una hora de llegar. Mary, mujer  de carácter y de amas tomar hizo lo que su instinto latino y sus nervios, que los tenía a flor de piel, le pedían: cogió las llaves de su coche y emprendió la persecución a toda velocidad para traer de vuelta a sus padres y evitar de que algo malo les pasara.

domingo, 22 de marzo de 2015

Autopsia – Segunda Parte

Era ahora cuando llegaba el momento más interesante del trabajo del Doctor Dorne, la hora de conjeturar e intentar reconstruir el camino que había llevado la víctima desde el día a día habitual hasta su mesa de observaciones.

“La víctima presenta además una fuerte contusión pre-morten en el torax, con laceraciones en el costado y el bajo vientre. Posiblemente debidas a un fuerte accidentes de tráfico. No obstante pese a la importancia de las lesiones, no parecen que fueran éstas las que le provocaron la muerte.”

Cuando estaba a punto de continuar con su examen, la puerta de la fiambrera – como le gustaba decir al doctor Dorne – se abrió de par en par para dejar entrar una camilla con una alargada bolsa de plástico negro encima. La respuesta del doctor ante la intromisión fue contundente.

 - ¡Saquen eso ahora mismo de ahí! - el tono con el que el doctor gritó a los camilleros fue muy áspero. Especialmente desagradable cuando miró a uno de ellos, que llevaba un estúpido gorro de Papa Noel en la cabeza, para continuar diciendo - ¡Estoy trabajando y no he dado permiso para que me traigan otro cuerpo, llevénselo!

 - Mire doctor Dorne – contestó  el que no llevaba el gorro más acostumbrado a los malos modos del doctor – Nosotros sólo cumplimos órdenes. El comisario Walters nos ha dicho que traslademos el cuerpo directamente al observatorio forense. Si tiene algún problema hable con él.

Dorne reflexionó un instante – El comisario en persona ha solicitado el traslado – comenzó a elucubrar – No es la primera vez que hace algo parecido. Si lo ha traído sin consultarme siquiera es que de alguna manera los dos cuerpos están relacionados – concluyó en su razonamiento. Una enorme sonrisa, que dejaban ver unos dientes torcidos y mal cuidados apareció de manera enfermiza en los labios del doctor.

 - Está bien – La expresión del doctor era totalmente distinta ahora – ¡Haber empezado por ahí, hombre! Dejen el cuerpo ahí , veamos que me habéis traído ¡Ah, y feliz año nuevo!

Apenas habían abandonado la estancia los dos camilleros, el doctor se acercó al recién llegado y comenzó a descorrer la cremallera de la bolsa que cubría el cuerpo – Año nuevo, muerte nueva – dijo riendo de su propio chiste. Y pulsando el botón de la grabadora comenzó su examen.

“Varón, caucásico. De unos treinta años, pelo corto, rubio. Constitución musculosa, hora estimada de la muerte entre las dieciocho y veintidos horas – ¡Vaya, que coincidencia! - La víctima presenta una rotura en el hueso interno de la muñeca derecha…”



Mike soportaba a su novia sólo por una cosa, bueno por dos. Por lo terriblemente buena que estaba y por lo mucho que le gustaba follar. Además de eso detestaba su estúpido acento, su incontable multitud de amigos sudacas, su parloteo interminable y su necesidad de estar siempre rodeada de familia y amigos. Pero bueno, qué se podía esperar de una puta hispana como ella.

Mery – Nada de María ¡Qué cojones era eso de María! - llevaba semanas hablando de su estúpida fiesta de fin de año. De todos los amigos a los que había invitado. De las chimichangas que había preparado para picar y yo que sé que más mierdas. No, el no iba a aguantar todo eso y menos por un polvo mal echado. Prefería irse con sus amigos a uno de esos locales de Tribeca.

Eso es lo que le dijo Mike a Mery, con otras palabras, claro. Pero ella en vez de decir que no pasaba nada, que ya se verían al día siguiente, le dijo que estaba harta de su actitud y ahí mismo le dijo que no quería volverlo a ver. Mike se marchó diciendo todo lo que pensaba de ella, de sus amigos y de su puta madre. Y de regalo dio un fuerte puñetazo en la pared, que acabó, en vez de arreglando las cosas como él esperaba, reventándole la muñeca.

Fue al hospital a que le entablillaran la muñeca sin que su mente dejara un instante de darle vueltas a lo que acababa de pasar - ¡Le habían dejado! ¡Una puta panchita le había dejado! ¡No, esto no iba a quedar así! - Cuando salió del hospital condujo su coche con la mano izquierda, la derecha apenas la podía mover, por los barrios del sur. Buscaba una puta, le daba igual si china, negra, del este. Le valía cualquiera menos una hispana. Sólo quería desahogar y liberar su frustración. Pero parecía que las putas se habían cogido el día libre.

Así que cambió el plan. Entró en la tienda de un paquistaní y allí pidió el whisky más caro que pudiera comprar con un billete de 50. Y en el asiento de atrás de su chrysler comenzó a beber.

Una hora mas tarde se decidió a coger de nuevo el coche. El alcohol que llevaba en la sangre la hacía no sentir dolor en la muñeca, así que se quitó la cédula que le habían y comenzó a conducir a toda velocidad. Había bastante tráfico, se notaba que la gente iba al centro a celebrar el puto fin de año. Accionó los limpias, porque comenzaban a caer copos de nieve. Mierda de día, pensó. Una suerte que fuera el último.

viernes, 27 de febrero de 2015

Autopsia - Primera Parte

El Dr Henry Dorne miraba la tele. Simplemente pasaba de un canal a otro mientras de soslayo miraba el reloj. Estaba sentado, aburrido. Miró de nuevo el reloj. La doce menos cinco minutos. Paró de cambiar de canal. La imagen de un times square abarrotado de gente llenaba la pantalla. Gente feliz con ganas de celebrar el nuevo año. El Dr Dorne no compartía esa felicidad. No le llenaba de especial ilusión celebrar un cambio de año que suponía que iba a ser igual que el anterior. Por eso elegía trabajar ese día. Hacer autopsias  le hacía no pensar en su triste y fútil vida fuera de esas cuatro paredes.

Hoy, además, se sentía decepcionado. Hacía más de dos horas que había hecho el informe del último cadáver que le había llegado. Dos horas de aburrimiento. Normalmente esta noche de alcohol, desenfreno, donde las emociones y sentimientos resaltaban y destacaban por encima de cualquier otra cosa llenaban su pequeño “local” de cuerpos sin vida, cada uno con su enigma. Algunos eras fáciles de descifrar, otros más complicados.

De pronto sonó el teléfono. El Dr Dome lo cogió rápidamente e intentando contener la emoción y la alegría en sus palabras respondió afirmativamente que podían llevarle el cadáver. Media hora después tenía el cuerpo de una chica sobre su mesa.

Profesionalmente se puso los guantes, encendió la pequeña lampara encima de su cabeza y sobre la mesita al lado del cuerpo fue poniendo uno a uno los pequeños y puntiagudos utensilios que iba a utilizar.

“Mujer latina, de unos veintimuchos años, pelo negro y largo, constitución atlética, hora estimada de la muerte entre las dieciocho y veinti dos horas. La víctima presenta una abrasadura en la palma de la mano derecha…”

....

Maria Cruz acababa de llegar a su casa. Había tenido un día horrible. Ya empezó mal al tropezarse en la cocina y poner la mano en el hornillo donde se hacía el café. Tuvo que ir a que le curaran la herida y llegó tarde a su trabajo en una pequeña agencia de publicidad. Su jefe estaba muy cabreado. Habían adelantado la presentación del producto en el que trabajaban y los clientes llevaban esperando una hora. Ese desliz casi le cuesta el despido.

A mediodía comió con su novio quien le dio la noticia que no podía ir a la fiesta de noche vieja que ella  iba a celebrar en su casa. Le expuso sus excusas, por supuesto, como siempre convincentes para él. Pero Maria ya estaba harta de sus desplantes así que decidió cortar por lo sano. Por supuesto a Mike no le gustó y después de dedicarle unos cuantos insultos racistas se largó.

Pero Maria tenía un temperamento fuerte y no iba a permitir que su exnovio, ni su jefe le amargaran esa noche, ni la fiesta que tanto tiempo le había llevado preparar. Sobre las seis de la tarde llegó a su casa cargada de bolsas. Había hecho unas últimas compras. Miró el reloj de la pared, en unas horas empezarían a llegar los invitados. Tiempo de sobra para hacer los últimos preparativos. Miró por la ventana. Copos de nieve caían sobre la acera y la gente, con ganas de fiesta, se dirigía al centro a celebrarlo. Una buena noche pensó. Lastima que para ella sería la última.

[continuará]

viernes, 16 de enero de 2015

Relato breve de Halloween. No compres lo que no puedes pagar - Indice

“Toc, toc…”- sus nudillos preguntaron a la puerta y el leve eco casi sordo del golpe contestó “adelante”. Pasó en silencio casi sin hacer ruido, al ritual mudo se unió la puerta que chirrió en el lenguaje de signos. Ya dentro, no pudo adivinar el tamaño del habitáculo, todo era negrura a su alrededor, la poca luz que la había acompañado se volvía por donde había entrado cerrando la puerta tras de sí.

Caminó uno, dos, tres pasos y se detuvo, imaginó una habitación inmensa, imaginó que no había paredes ni principio ni fin, continuó andando, cuatro, cinco, se volvió a detener, imaginó una mesa rectangular en el centro de la sala infinita, se imaginó sentada en uno de sus laterales asistiendo a una reunión de gente muy peculiar, sus amigos. Seis, se detuvo definitivamente cuando un fogonazo de luz la envolvió en un aro luminoso de un metro de radio; cerrando los ojos, retirando la cara y tapando con su brazo el fulgurante ataque sorpresa, trató de vencerlo adaptando sus pupilas a esta nueva situación visual, cuando lo hubo logrado se descubrió en el centro de un escenario del que parecía un viejo gran teatro dolorosamente deteriorado. Y en su cabeza de nuevo sus amigos, ¿dónde estarían? 


Así comienza "Relato breve de Halloween. No compres lo que no puedes pagar". Puedes leerlo siguiendo nuestro índice:

Primera Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com.es/2014/12/relato-breve-de-halloween-no-compres-lo.html
Segunda Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com.es/2014/12/relato-breve-de-halloween-no-compres-lo_28.html
Tercera Parte - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com.es/2015/01/relato-breve-de-halloween-no-compres-lo.html
Conclusión - http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com.es/2015/01/relato-breve-de-halloween-no-compres-lo_9.html

viernes, 9 de enero de 2015

Relato breve de Halloween. No compres lo que no puedes pagar - Conclusión

El espectáculo había acabado. Al fin las luces se habían apagado. A tientas comenzó a caminar por el largo túnel que el siniestro público le había indicado. Primero despacio, con la cautela de una gacela se sabe en territorio de leones, luego corriendo a toda velocidad, escapando como la presa que se da cuenta que ha sido descubierta... ¿o era al revés?
Cuando su velocidad fue tal que quedó clavada en el suelo, supo que había llegado. Se encontró entonces de frente con unos ojos tan obscuros y profundos como un pozo. Unos ojos fuera de lugar, apagados, opacos, muertos. Gritó. Gritó tan fuerte que todos los muebles de la estancia temblaron hasta gritar y el espejo se hizo trizas. Quizás lo que la asustó fue la mirada de lo muerto en esos ojos, quizás lo hizo el descubrir que eran sus ojos los que se reflejaban en el espejo roto.

Sintió entonces que volvía a tener público. Las miradas estaban allí otra vez. Pero esta vez no eran ojos muertos, escondidos tras frías e insípidas máscaras los que la escrutaban. Eran ojos vividos, expectantes y sobre todo aterrados. El escenario si bien era el mismo, de alguna manera, había cambiado.
Conocía el lugar. Había estado millones de veces allí, reviviendo una y otra vez las mismas escenas. Una y otra vez las mismas muertes. Una y otra vez el mismo dolor y sufrimiento. Olvidándolo todo una y otra vez, muriendo angustiada para siempre, perseguida como nunca y aterrada sin piedad ni consuelo. Siempre bajo la cruenta mirada vacía de los que habían decidido el precio que debía pagar.

Pero las tornas habían cambiado, no estaba reviviendo nada, ahora estaba de nuevo viviendo. Y los sentía allí. Los oía temblar, los veía gritar. Podía leer los pensamientos que salían de lo más primitivo de sus cerebros - Ha sido una mala idea. Debemos dejarlo. Corre. No debemos, no debimos. No. No. Para. No. No - Pero ya es tarde para eso, ya no hay dónde correr.
Eran cinco los que se habían reunido alrededor de la ouija. Cinco los que habían invocado a los espíritus en la vieja casona abandonada. Esa casa donde 15 años atrás había tenido lugar la masacre. La moneda de 50 céntimos volaba de un lado a otro a una velocidad espeluznante.
M U E R T E  - Aterrados veían formarse a toda velocidad palabras en el tablero - O S C U R I D A D - Repetía una y otra vez mientras ellos no podían dejar de pensar en el espejo roto - A M I G O S - Esos amigos, estos amigos, ¿qué amigos? - E S Q U I Z O F R E N I A - demencia, locura, ¿maldad? - M A S C A R A S - en todas partes, observando, siguiendo, maltratando, atormentando - M U E R T O S - Todos muertos, los cinco muertos, los siete, daba igual, todos muertos.
Entonces y solo entonces recordó. Recordó lo que pasó esa noche. Lo que iba a volver a pasar. Lo que estaba condenado a suceder una y otra vez. No huían sus amigos de la muerte, la muerte nunca ha estado en esa casa. Sólo ella había estado allí.
Una moneda de cincuenta céntimos no es pago suficiente a Caronte. No puede pagar una simple moneda un pasaje desde más allá del lago Estigia. Eso solo se paga con sangre, con otra vida. Así que escucha lo que te digo, y no pretendas comprar lo que no puedes pagar, porque más temprano que tarde tocará saldar la cuenta.

viernes, 2 de enero de 2015

Relato breve de Halloween. No compres lo que no puedes pagar - Tercera parte


https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvJRNEPX37cCHl-MIZaMxdIno7RIhg-BdzaY9qd9hAr54f9rGihqF-j1RtUoPjNr1x07QBiY8e9c4YYyuJM5Ke0qbH88ewaASHYrO7iuv6mq2-rQN_QTQGAoo0phVavg4XskMHzL3EPc8/s1600/unnamed.jpgEsta vez no había nadie mirándola. Se encontraba sola con esa extraña calidez en la piel que la inundaba con memorias de otros tiempos, como un anhelo ya olvidado.

En el horizonte oscuro un lejano lucero nació. Había algo dentro de aquella luz. Intentó acercarse pero el lucero se desvanecía, como si la rechazara inseguro. Otro lucero surgió a sus espaldas. Dos luces. Dos ojos. “¿Sois vosotros?”. Pero cuanto más se acercaba más se desvanecía el lucero que la enfrentaba. Se acercó y se acercó hasta que lo hizo desaparecer. 

Un torrente de luz la hizo voltearse. El lucero que quedaba atrás se había hecho tan grande que la envolvía como a un insecto. Pero no había solo luz ahí. A través de él se podía ver. Podía ver cosas…

En esa noche oscura de lluvia uno de sus amigos corría a través del bosque. Pero ella no se mojaba. “¿Estaré a salvo aquí?” Su amigo se cercioró de que nadie le seguía y se detuvo a recuperar el aliento. “No te confíes”. La Muerte, aquella sombra incansable, husmeaba aquel páramo. Cerca. “Detrás de ti” “!Entre los matorrales!”. Ella corrió a avisar a su amigo a salvarle de aquella amenazadora visión que se alzaba terrorífica. Pero como le ocurre a la noche cada mañana en esa rueda del tiempo que se repite incansable, al acercarse al lucero, éste acabó desapareciendo.

“!No!” Su amigo estaba en peligro. “!Vuelve!” Irremediablemente lo que era una imagen clara se hizo poco a poco tenue luz, mientras que detrás de ella se intensificaba otra mas brillante y fuerte. De nuevo una imagen terrorífica la acosaba. Una de sus amigas había caído en un barrizal y no podía levantarse. Cuanto más luchaba contra la tierra más se hundía. Ella buscaba desesperadamente dónde agarrarse pero por culpa de la caída había perdido sus gafas. De nuevo la sombra en los matorrales. Esta vez sostenía una enorme piedra entre las manos. “Sal de ahí”. Pero su amiga no podía oírla. Intentó correr hacia ella y salvarla pero sus piernas no consiguieron tocar suelo. Por más que luchaba, por más que se esforzaba, apenas conseguía avanzar. “¿o es la imagen la que se hace más pequeña?”

No tuvo tiempo de averiguarlo. Cada esfuerzo hacia su amiga en peligro traía consigo una luz más  y más intensa sobre su cabeza. Un eco lejano arrastraba consigo risas y aplausos. El público estaba apareciendo de nuevo como escarchas de humo, como almas en pena. Todos llevaban mascaras horribles. Todos estaban mutilados. Todos la miraban reprochando. “Dejadme en paz”.

Esta vez la persona que apareció tras de sí en el lucero era ella misma. Tenía las manos llenas de sangre. Ya no podía correr más. Estaba cansada, mojada y horrorizada. Se había cobijado en una cueva. Estaba entre las sombras. “¿Estaré a salvo aquí?” Pero lo que nace en las sombras puede ver en las sombras. Y allí estaba la Muerte paciente, esperándola con su afilada hoja en, su máscara blanca, sus ojos sin vida… Su sed de sangre infinita.

Sabía lo que iba a pasar. Sabía que nadie vendría a ayudarla. Sabía que nadie podría oírla. Todo había acabado. “¿Todo?”. En el instante en el que la resignación hizomella sacó aún fuerzas para un últimogesto de valentía. Miró cara a cara a la Muerte. Tenía algo que decirle. Pero a quien se encontró de frente no era un ser mitológico. Era una persona. Una persona que conocía estaba dispuesta a asesinarla fríamente.

Todo se nubló. Todo se hizo oscuridad. El público la miraba y lloraba con ella. “El precio de vivir es el dolor”. No quería ver a nadie. Alguien la estaba presionando. Podía sentirlo todo de nuevo. Revivir la pesadilla. “Los muertos no sienten nada”.

Ahora estaba todo claro. Podía sentir a la persona en el otro lado. Podía sentir la llamada. El público se puso en pie y señaló hacia lo más alto. Sí, ese era el camino hacia la luz y el calor. Alguien la esperaba para hablar con ella. Alguien que tendrá que pagar un precio por hacerle revivir recuerdos que hace tiempo decidió olvidar.

Su espíritu dejó por un momento a un lado la Muerte y se manifestó en el mundo de los vivos.