- ¡CERILLA!, ¡TE VOY A MATAAAAAAAAAAAR! -
La voz grave y potente de Ben Grimm, alias La Cosa, retumbaba por todo el edificio Baxter. Acto seguido, y como el trueno sigue al relámpago, Johnny Storm oyó un estruendo como si 1000 caballos atravesaran al galope el pasillo anexo que accedía a su habitación.
Johnny estaba “leyendo” tranquilamente la última edición de la revista “Chicas con moto” cuando un colorado y muy cabreado Ben arramblaba con la puerta de su habitación.
-¡ES LA ÚLTIMA VEZ QUE TE PIDO CONSEJO PARA UNA CITA!.-
-¿Qué pasa?, ¿no te gustó el restaurante que te recomendé? .–
-¡TE VOY A...!-
Antes de que La Cosa pudiera agarrarle, Johnny más rápido, se transformó en la Antorcha Humana (no si un previo -¡Llamas a mi!-) y salió de la habitación volando.
-¡Hay que ser mas rápido, Ben!-
-¡COMO TE COJA, VOY A APAGARTE A MAMPORROS, NIÑATO!-
Ben, cada vez mas rojo (y más cabreado), corría por el pasillo de la planta 50 por detrás de una Antorcha Humana que volaba riéndose, manteniendo una distancia de seguridad con el grandullón naranja pero si perderle de vista para que no se cansara de perseguirle.
-¡Vamos gordito, que se noten esas clases de fitness!-, gritaba Johnny sarcásticamente.
En su persecución por los pasillos y pisos del edificio-vivienda de la familia Fantástica los dos amigos llegaron a una gran sala de reuniones donde Sue Storm leía tranquilamente el periódico.
-¡Johnny!, ¡te he dicho mil veces que no te transformes dentro de la casa! –
-¡Tranqui hermanita, yo controlo mis llamas!-
El dialogo entre Sue y Johnny se producía mientras este último giraba en torno a la mesa de reuniones y por consiguiente de Sue, mientras Ben seguía detrás de la antorcha intentando alcanzarlo.
Entonces, como si ambos encontraran un muro invisible en sus respectivas trayectorias, los dos chocaron y cayeron de culo al suelo.
-¡Ya está bien los dos!, ¡no estoy de humor para jueguecitos de niños de 5 años!, ¡sois peor que Franklin! –
Sue, se volvía a sentar enfadada mientras Johnny y Ben se levantaba y se miraban un poco avergonzado y preocupados.
-¿Estás bien hermanita?. Estás así por lo de Reed, ¿no?. No te preocupes, no es la primera vez que se encierra durante días en su laboratorio.-
-Claro, Susi, ya verás como en cuanto menos te lo esperes el estirado sale de su madriguera –
Johnny y Ben intentaba consolar a una, ahora más triste que cabreada, Susan Storm.
-Ya, si tenéis razón, pero es que hace dos semanas que recibió esa carta y desde entonces no come, no duerme,.... ¡No me puedo creer que se entregue tanto para salvar la vida de alguien que ha hecho tanto daño a esta familia!.- en las palabras de Susan había mucho rencor hacía ese hombre cuya vida pendía del buen hacer de su marido.
El silencio entre los tres amigos se rompió cuando la alarma comenzó a sonar en todo el edificio. Reed Richards había salido del laboratorio.
No tardaron mucho en llegar Susan, Johnny y Ben donde se encontraba Reed. Estaba serio, vestido con su bata blanca. Su apariencia no era demasiado buena: tenía una abundante barba e importantes bolsas bajo los ojos.
-¿Que pasa Reed?- Susan, que conocía a su marido como nadie, sabía que no tenía buenas noticias.
-He descubierto lo que le pasa a Victor. Está sufriendo una fibrosis multiorgánica sistemática.-
Johnny y Ben se miraron.
-¿Y en cristiano?.– dijeron al unísono.
Reed los miró.
-Se muere.–
-¡Pues mejor!. Un problema menos- afirmó Ben, convencido.
-Reed, ¿como ha sido?- preguntó Susan sin hacer caso a los comentarios de los otros dos integrantes del grupo.
Reed se giró y agachó la cabeza.
-Hace años, cuando Victor y yo investigábamos juntos, trabajamos en un proyecto que consistía en reforzar enlaces entre células para conseguir tejidos más fuertes, más resistentes. El objetivo de ese experimento era conseguir curar enfermedades de tipo degenerativo. A pesar de que superamos con éxito la primera fase del experimento, la universidad nos retiró los fondos. Seguimos investigando por nuestra cuenta y usándonos a nosotros mismos como conejillos de indias. Tras varios meses investigando llegamos a un callejón sin salida y dejamos el proyecto. La degeneración de los tejidos de Victor son resultado de aquellos mismos experimentos.-
Todos miraban a Reed, en silencio. Solo Ben se atrevió a romperlo.
-Pero, si lo que dices es cierto, si Muerte tiene esa enfermedad, entonces... –
Ben no puedo terminar la frase, y nadie lo hizo.
[continuará]
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