viernes, 18 de junio de 2010

De un Marques, un Puro y su Humo - Segunda Parte

[Viene de... http://loscuatromilcuatrocuentos.blogspot.com/2010/06/de-un-marques-un-puro-y-su-humo-primera.html]

Había prosperado mucho desde la última vez que se vieron, eso tenía que reconocérselo.

Claro que por él también habían pasado los años.

Viendo al Marqués reclinado en su sueño, encajonado en aquel cómodo sillón; el Señor de Humo recordó la primera vez que se vieron las caras. Por aquel tiempo, él no era más que un Niño de humo: de esos que, de forma furtiva, habitan los servicios de colegios e institutos. Pero incluso entonces, el joven Marqués (que ni era marqués todavía ni era joven de espíritu) ya demostraba talento innato para forjar fortunas, pues atesoraba el dinero de los almuerzos ajenos mediante el estraperlo de cigarrillos usurpados del estanco de su padre.

Mientras revoloteaba entre los elegantes tapices del salón; el Señor de Humo dejó que sus recuerdos fluyesen con la misma agilidad con la que él danzaba por la habitación. Esos mismos recuerdos que le llevaron al tiempo en que fue un Joven de Humo, lozano, conquistador. Si, si... Conquistador. Porque a una sonrisa pícara siempre se le podía añadir el convidado de un cigarrillo para que alguna incauta se dejase caer en sus brazos. Y si no hubiera estado dormitando entre leves y sosegados ronquidos, bien que hubiera podido confirmarlo el buen Marqués: ¡cuantas jovenzuelas se habían dejado encandilar por el sabor prohibido de algún cigarrillo exótico!

Miraba a través del ventanal el Señor de Humo, contemplando los frondosos jardines de aquella suntuosa mansión. Y volvió a mirar al Marqués durmiente. Y supo entonces, viendo el rictus de su mentón y lo fruncido de su ceño que no era el Marques hombre que soliese reír a menudo.

¡Con las risas que habían echado en tiempos pasados, cuando era un Hombre de Humo de la Risa! Por supuesto, aquellos recuerdos estaban difuminados y, en ocasiones, le daban dolor de cabeza. Pero ya se sabe que si por algo no se caracterizan los Hombres de Humo de la Risa es por su buena memoria.

Muy diferentes eran el resto de los Hombres de Humo: aquellos no solo tenían buena memoria sino que tenían también la costumbre de hacerse notar de vez en cuando. Solían quedarse hasta altas horas de la noche, danzando en las gargantas ajenas. ¿Alguna vez has sentido esa sensación de plumas de ganso correteando por tu laringe? Pues ya sabes lo que son. Gente con poca clase los Hombres de Humo, pensó el Señor de Humo. Por suerte, él – como el propio Marqués y como todos los que hacen abundante fortuna – ya habían dejado atrás aquella fase.

Las campanadas de un viejo carillón sacaron de sus recuerdos al ensimismado Señor de Humo. El reloj le recordó que el tiempo corría y que si estaba allí, era por un buen motivo. Como buen Señor de Humo, su estricta educación le impedía salir de un puro sin que la situación (o la etiqueta) así lo exigiese. Sin embargo, existía un problema añadido. Un problema que quedó de manifiesto nada más ver como el puro seguía consumiéndose al tiempo que los ronquidos del Marqués se hacían más pausados y profundos.

Porque ¿a dónde iban los Señores de Humo cuando se apaga el fuego de su habano?

[Continuará]

2 comentarios:

  1. ¿De donde has sacado la imagen tío? Porque mola un huevo para el relato!!

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  2. Pues metí "cigarro puro" en Google, le di a buscar Imágenes y estaba en la primera página de resultados. :P Eso sí, no me he fijado que sea Creative Commons...

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