No eran muchos los que tenían la oportunidad de ver
un archimago y este no solo era conocido sino también temido por su gran poder.
Toda la taberna seguía los pasos de Darrell con la mirada. Cada una de sus
pisadas producía un ruido en la sala como el de una poderosa galera negra, pero no eran los
pies los que producían el estrepito sino el miedo en los corazones que
palpitaban como tambores. Al llegar a la mesa se encontró de frente con sus
viejos amigos. Muy lentamente giró su cuerpo hasta encarar al resto de los
presentes y con la mirada perdida empezó a levantar los brazos, dibujando dos
curvas. Sus dedos se tensionaron como garras y su boca se abrió para dejar
escapar una exclamación:
- Bu!
Se produjo una estampida hacia la puerta y la
taberna no tardó en quedar totalmente vacía. El que no pudo salir por la puerta
se sirvió de una de las pocas ventanas. Mientras el calvo Tae encendía la vela
que había sobre la mesa Darrell tomó asiento y se dirigió hacia sus viejos
compañeros de viaje:
- Tae, Awender, Raudo… ¡Cuanto tiempo sin veros! –
sus ojos mostraban una solemnidad y calma extraordinarias - Pero aun recuerdo
nuestras aventuras como si fuese ayer. De eso no os quepa duda.
- Im–presionante viejo amigo. – Raudo hizo honor a
su nombre e inicio la ronda de halagos - Te felicito. Has ahuyentado incluso a
mis espías. Recuérdame que les descuente esta misión de la paga. – su sonrisa
era tan redonda como su panza.
- Caramba Darrell – dijo Tae golpeándole brusca
pero amistosamente – Que buen aspecto tienes. Casi tengo ganas de abrazarte si
no fuera porque das un miedo de cojones, ¡¡ja ja ja!! Venga, llenemos nuestras
jarras con algo realmente fuerte ¡¡por los viejos tiempos!!
- Enhorabuena archimago – Awender era el menos
sorprendido – Tienes mejor aspecto que la última vez que te vi. Que te traes
entre manos?
- No voy a decir que fue fácil – Incluso cerca de
la chimenea sus palabras eran más calurosas que las brasas – Y eso es algo que
me gustaría celebrar algún día. Pero por muchas ganas que tenga de veros no os
he reunido aquí para eso.
- Seguro que no quieres nada? ¡¡Que invito yo!! –
empezó a sacar un montón de monedas hasta que se fijo en el rostro serio del
archimago - Os lo dije, para mí que sigue siendo el mismo empollón de siempre
¡¡ja ja ja!! Al menos cuéntanos como te va hombre. Sigues pasando las
estaciones metido en la torre esa tan alta?
- Y tú sigues igual de pesado – no pudo evitar una
leve sonrisa antes de responder – Sigo en la Torre Espiral, si. Es un espacio
seguro para la Magia, y no quedan muchos hoy en dia. También es una Biblioteca
de la que muy pocos consiguen obtener el derecho de beber de su sabiduría. No
es casualidad que solo los grandes magos hayan pisado sus viejas piedras. Ahora
ando estudiando los entresijos que unen tiempo y materia pero estoy aun muy
lejos de dominarlos. Si salimos de esta acabaré pidiendo ayuda a otros magos… -
Su cara se había puesto aun más seria.
Los héroes se miraron los unos a los otros,
esperando una historia que no llegaba.
- Que quieres decir con salir de esta? – dijo
Awender.- Ha ocurrido algo?
- Aun no pero… pero ocurrirá. Y por mucho que me
duela reconocerlo no puedo hacerle frente yo solo. Media Generthela está en
peligro.
- Peligros peligros… ¡¡nada contra lo que no
hayamos derrotado antes!! De que se trata esta vez? Habrá recompensa? – A Tae
se le iluminaban los ojos.
- Es complicado de explicar. Estaba explorando un
plano del tiempo y algo inesperado ocurrió. Ese algo se convirtió en una
revelación, algo mucho más poderoso que una premonición. Lo que yo vi era real
y pude sentirlo ¡¡Era el Caos!! ¡¡El Caos absoluto!!
- Tranquilo viejo amigo – le consoló Raudo.-
Cuéntanos que fue lo que viste.
- Si pudiera os lo mostraría aquí mismo. – Dijo con
rabia – Todo estaba rodeado de lluvia y guerra. La sangre y el agua se
derramaban y recorrían el suelo libremente formando ríos infernales. Otros ríos
estaban podridos de cadáveres, el mar creciente dominaba el horizonte y feroces
criaturas salían de sus profundidades para alimentarse. Antiguos Dioses habían
sido despertados. Dioses malignos y poderosos. Yo… - Ahora parecía agotado –
Necesito vuestra ayuda. Necesito que hagáis algo que para mí es impensable.
Algo que está fuera de mi naturaleza. Y os lo pido como amigos, los amigos en
los que más puedo confiar. Por nuestros viejos tiempos.
- De que se trata Darrell? – le tranquilizo
Awender. –
- Un acto horrible. – bajó el tono todo lo que pudo
- Necesito que asesinéis por mí.
Se hizo un silencio incómodo entre los cuatro
héroes. Las palabras cayeron pesadas en la mesa. Esta vez la chimenea no se
apago pero hacía más frio que nunca. Darrell los miraba fijamente temiéndose la
respuesta.
- Asesinar a quien viejo amigo? – Raudo parecía
preocupado solo a medias – Conozco a muchísima gente que se lo merece por quien
Awender lo haría totalmente gratis.
- Esta persona no se lo merece, al menos todavía –
sus ojos estaban muy abiertos - pero es la clave para evitar el Caos. Se trata
de Nauhel, la más bella de las sacerdotisas. – Tae puso entonces mucha más
atención a la historia – Esta sacerdotisa es tan bella que pronto seducirá al
mismísimo Frey, el Dios de la Lluvia. Ella sirve en un Culto antiquísimo cerca
el Lago del Cielo Caído que mantiene a una diosa encerrada en un lago. Esa
diosa es Sirina, Titán del Rio Cielo, Diosa de las Aguas Dulces y la Magia
Oscura que por sus malas artes fue desterrada de su hogar por Njördr, el Dios
del Mar. Nauhel es bondadosa y cumple con su deber de custodiar a Sirina
encerrada. Pero la Titán del Rio Cielo aprovechará la debilidad propia del
romance para suplantar el corazón de Nauhel y mediante sucias artimañas utilizar
la lluvia de su amado. Derramará toda el agua que sea necesaria para que el Rio
Cielo crezca y se una de nuevo al mar, liberándose de su cárcel acuática.
- Joder Darrell – interrumpió Tae - por un momento
pensé que era algo serio de verdad. Que mal podría traer un poco de lluvia?
¡¡Tengo una flota entera a mi disposición!!
- Creo que es un poco más complejo que todo eso,
verdad viejo amigo? – Dijo Raudo suavemente.
- Es una situación delicada. – continuó Darrell –
Cuando el Dios Frey sienta que su amor ha sido una farsa arrojará una lluvia
tan intensa que traerá la ruina a todo el Norte de Generthela. La lluvia caerá
sin pausa y el Rio Cielo se desbordará salvajemente. Habrá inundaciones que obligarán
a abandonar todo hogar para sobrevivir. Los hombres de las cavernas tendrán que
emigrar, también las bestias del valle, los trolls, los arboles vivientes y
muchos otros monstruos. Si se rompen las fronteras entre territorios se
producirán encuentros violentos y vendrán la miseria y la guerra. No lo veis?
Sería una lucha desesperada por la supervivencia, volverían los cultos a dioses
que costó mucho erradicar y reinaría el Caos. La vida que lleváis ahora se
perdería para siempre.
- Y si matamos a la Sacerdotisa se acabarían los
problemas? – Awender tenía el rostro lleno de sombras.
- Evitaríamos una historia de amor y una tragedia.
Creo que es un cambio justo. Al morir ella no se produciría la Gran Lluvia pero
tenéis que actuar con mucho cuidado. El Templo del Rio Cielo es muy influyente
en la zona y acceder a él no es sencillo. No debéis llamar la atención. Sé que
entre los tres podéis evitar que os descubran y no le confiaría esta misión a
nadie más. Pero tenéis que daros prisa, el encuentro del Dios Frey con la
Sacerdotisa será en esta época de lluvias. No se hará esperar mucho. Os haré
ganar tiempo usando los poderes de la Torre Espiral y os ayudare a salir si las
cosas se ponen feas.
- Un momento, a ver si lo he entendido –
interrumpió Tae – Tu no vienes con nosotros?
- Llamaría demasiado la atención – apuntó Awender -
- Así es. Y creo que de algún modo al explorar ese
plano en el tiempo provoqué una precipitación de los hechos. Tengo que volver a
retrasarlo pero necesito el poder de mi torre. Mirad, os he preparado una
embarcación cerca de Iristhold apenas a dos días de viaje. No tendréis
problemas para reconocerla. Es la forma más rápida de llegar al Lago del Cielo
Caído y en su desembocadura se encuentra el Templo del Rio Cielo. En las
bodegas hay algunos regalos para vosotros, todo el equipo que necesitéis y una
mercancía muy valiosa para el templo. Será vuestro regalo para el Culto. Así os
dejarán pasar. Es época de peregrinaje, no os será difícil mezclaros entre la
gente. Aprovechad las largas colas que se forman para mostrar los respetos a la
Sacerdotisa y justificareis vuestra estancia. Una vez dentro tendréis un día
aproximadamente antes de levantar sospechas. Bueno, que me decís? Lo haréis? –
Tuvo sus dudas pero para su alivio la respuesta no se hizo esperar. -
- Te ayudaré Darrell – asintió Awender. –
- Espero que la recompensa valga la pena archimago
– espetó Tae – Tu qué dices Raudo?
- No se – dijo Raudo – parece muy peligroso.
- Lo es, pero sin tu habilidad para el disfraz no
lo conseguirían, Raudo. – respondió preocupado.
- De eso puedes estar seguro. No te preocupes viejo
amigo, había decidido ir de todos modos. Tengo algunos asuntos que resolver por
allí. Venga, pongámonos en marcha cuanto antes.
Los tres aventureros cogieron sus cosas y se
dirigieron hacia la puerta. Antes de salir Darrell les dirigió una última
mirada. Sus ojos decían “Gracias” y sus labios dijeron “Hasta pronto amigos,
tened cuidado.”Una vez fuera Tae, Awender y Raudo vieron una aglomeración de
curiosos que no se atrevía acercarse a menos de treinta metros y que a pesar de
la lluvia no se decidían a irse. Desataron sus caballos y se dirigieron al
camino. Raudo comento en voz baja:
- Hay algo en todo esto que no me gusta. Más nos
vale tener los ojos bien abiertos. Venga, salgamos de aquí cuanto antes. – Y
así lo hicieron.
Dentro de la taberna solo quedaba la luz de la
vela. Darrell la apagó de un soplido y se dirigió hacia el patio trasero, donde
los altos muros le ocultaban del exterior. Había elegido bien el lugar. Había
algunas pisadas recientes en los muros de los pocos que usaron el patio para
escapar. Tras un silbido corto apareció de entre las ramas dos pequeños
halcones a los que ató un mensaje a cada uno en una pata y liberó. Se quitó un
colgante con un medallón que representaba el rostro de una horrible mujer que
colocó sobre la cubierta del pozo. Se arrodilló ante él suspirando una
plegaria. De las oscuras aguas empezó a salir un halo frio de vapor que rodeó
al colgante y al falso archimago, devolviéndole su verdadero rostro.
- Bendito sea el destino y tu presencia oh
todopoderosa. Los hombres ya han iniciado la marcha. No ha sido nada fácil pero
cumplí tu voluntad como el más fiel de tus sirvientes.
- Ahora que has cumplido. Estás listo para recibir
tu recompensa, humano? – su voz era fría y a la vez húmeda.
- Estoy listo.
Sin demora unos enormes tentáculos surgieron del
pozo y agarraron al hombre violentamente, arrastrándole hasta las
profundidades. Se escucho un violento crujido y luego el silencio. El colgante
permanecía en su sitio, impasivo, y el halo volvió a las profundidades de las
que había surgido, olvidando una palabra entre la lluvia:
- Sea.
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