Una punzada de dolor recorrió mi cuerpo haciéndome despertar. Todo me ardía y poco a poco la sensación de dolor se iba intensificando hasta hacerse insufrible. Mi mente, nublada como estaba desde hacía tanto, no alcanzaba a enlazar más que ideas sueltas. Dolor. Llamador. Morfina. Paz.
Trataba de alcanzar el pulsador con la campanilla dibujada, pero no daba con él. Probablemente se habría caído al suelo mientras dormía
- Enfermera – Balbucee - ¡Enfermera! – Repetí sin éxito
La respuesta, sin embargo, vino por parte de una voz profunda, cavernosa, grave que, desde el otro lado de la habitación, me habló
- No va a venir ninguna enfermera. Tendrás que acostumbrarte al dolor, te he quitado la morfina. Entiéndelo, si vamos a hablar, no puedes estar drogado, necesito toda tu atención
El dolor era indescriptible, un daño absoluto para mi maltrecho cuerpo. Intenté incorporarme para ver quién me hablaba. Pude tan solo levantar mis cabeza y abrir los ojos y lo hice con mucho sufrimiento. Allí, sentado en el butacón de la habitación del hospital, había un hombre algo menor que yo. De unos setenta años y raza negra, sostenía entre sus enormes manos el llamador que tanto ansiaba.
- ¿Qué hace usted aquí? ¿Cómo ha entrado en mi habitación? ¿Qué quiere, dinero? – Mi boca estaba pastosa, pero poco a poco el dolor me iba despertando y comenzaba a vocalizar mejor- Le daré lo que quiera, pero llame a enfermera… Duele, duele mucho. Necesito morfina, por favor…
- Se equivoca. Soy negro, no un ladrón. No es lo mismo ¿sabe? – Dijo el hombre, visiblemente enfadado - No quiero su dinero, quiero que me devuelva lo que me robó.
- …
- El Organizador me llamó. ¿No quieres una compensación? Me dijo. Acabaron con tu vida, con tus sueños y no les pasó nada. Fue una decisión injusta, cruel, desproporcionada y nunca hicisteis nada al respecto. Y ¿Sabes?, tiene razón. El Organizador tiene razón. Jimmy Warners está muerto desde hace casi cuarenta años, pero tu no. Y fue tu consejo el que le hizo tomar la determinación – El enorme hombre no dejaba de hablar y mientras, se iba acercando al cabecero de la cama- La verdad es que su nombre le viene al pelo, Organizador. Me dio todo prácticamente hecho. Me indicó dónde estabas, cómo entrar en el hospital, a qué enfermera podía sobornar... Me hace gracia su acento inglés, su exagerada flema inglesa, ¿Sabes? Parece una parodia, un personaje. Por cierto ¿Tienes miedo?
- Sí – Pude decir
- Eso es que estás despierto, eso está bien. No está siendo una venganza como había soñado, es bastante descafeinada, ¿Verdad? Pero menos es nada. ¿Qué es, cáncer? – Preguntó mientras me escrutaba con la mirada.
- Sí – Conseguí decir pese al tormento del dolor – En fase terminal, no me queda mucho. Dos semanas, tres quizás, un mes… no se sabe ¡¡Por Dios conecte la morfina, tenga piedad!!
- No se preocupe, no queda ya mucho – Con una terrorífica sonrisa, cada vez se acercaba más a mi – Piedad, dices… No me recuerda, ¿Verdad? Si no, no hablarías de piedad. Fui medalla de oro en los 200 metros lisos de Mexico 68, la gran promesa negra de los EE.UU. ¿Recuerdas ahora? Por aquel entonces usted era el consejero de Jimmy Warners, presidente del Comité Olímpico Internacional, la persona que decidió expulsarnos a mí y a mi compañero de los juegos.
- Sí, sí. Te recuerdo – La máquina que monitoriza mi corazón comenzó a pitar cada vez más fuerte. Estaba a punto de desmayarme, pero no podía mostrar aún más debilidad ante ese hombre – Los juegos olímpicos no son lugar para esas actitudes, toda esa mierda del Black Power enturbió el espíritu olímpico, enturbió las olimpiadas.
- ¿Y toda la parafernalia nazi? – Respondió él apresuradamente - ¿Esos no enturbiaron nada? ¿Sus saludos, sus banderas, su ideología? Porque Jimmy Warners nunca, nunca dijo nada al respecto. Nunca censuró esos juegos ni actitudes, nunca reprochó nada ni castigó toda esa propaganda que hicieron. Allí estaban todos los del Comité en el 36, bailándoles el agua. Sólo les faltó gritar ¡Heil Hitler! y perseguir judíos...
- … - Me quedé sin palabras, sin nada que contestar a eso
- Usted hizo que nos expulsaran del equipo. Acabó con mi carrera y todo por exigir igualdad, por luchar contra el racismo, por reivindicar que éramos tan personas como los blancos. No tiene ni idea de en qué convirtió mi vida. Acabaste con mis ilusiones, mis sueños… después de aquello nadie me quería contratar, era un apestado… No. No, escúcheme. Mientras usted agoniza en esta clínica que cuesta ¿Cuánto? ¿2.000? ¿3.000 dólares al día? Yo he tenido que malvender mi medalla y mis zapatillas para poder comer… No es justo. Ahora merece su casigo.
- ¡Por Dios! – Supliqué entre gritos - ¡No me haga nada! ¡Por Dios, no quiero morir! ¡No aún!
El enorme hombretón ya estaba justo a mi lado. Presionó un botón en una de las máquinas que me mantenían con vida y sentí cómo me costaba cada vez más respirar. Grité, pataleé mientras todo se nublaba para siempre a mi alrededor.
THE MORNING STAR:
STEPHEN REDGRAVE: “Perseguiremos el racismo y su apología”
LONDRES, Viernes, 27 de Julio de 2012, 11:30.—
Esta noche darán comienzo los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y el jefe de Scotland Yard, Stephen Redgrave, visiblemente nervioso ha lanzado el que será un último aviso antes de que se encienda el pebetero. La seguridad de los atletas y los asistentes al evento es lo primero - ha dicho - Por lo que perseguiremos y castigaremos contundentemente cualquier tipo agresión que se realice, especialmente las que tengan corte racista.
Estas declaraciones vienen motivadas por el incidente ocurrido ayer frente a la ciudad deportiva, dónde unos encapuchados han insultado y han comenzado a lanzar objetos al paso del autobús del equipo de atletismo de Kenia. Los encapuchados, ataviados con indumentaria y simbología neo nazi, esperaban en la puerta de la Villa la llegada del autobús Keniata. Este hecho se une a la aparición esta madrugada, dentro del propio estadio olímpico, de pintadas y símbolos fascistas.
Estas actitudes xenofobas han sido duramente reprendidas por Apollo Onward, que advierte del preocupado del peligro que entrañan. Es algo que creíamos superado, ya luchamos por ello, ya sufrimos por ello. Pero está claro que no es así - Ha dicho Apollo en su intervención - El racismo es una lacra en nuestra sociedad que debemos erradicar al precio que sea. Las autoridades tienen el deber y obligación de acabar con este sin sentido.
Apollo es una figura histórica en la lucha contra las desigualdades raciales. Es recordado en todo el mundo, no por su victoria en los 200 metros de México 68, sino por la celebración de la misma en la que Apollo se convirtió en símbolo del Black Power. En la ceremonia de entrega de medallas, como protesta por las desigualdades y opresión que aún sufría la etnia negra en los EEUU, apareció descalzo junto con su compatriota y medalla de bronce, también de origen afro-americano, Buddy Galloway. Durante la interpretación del himno norteamericano, ambos agacharon la cabeza y levantaron el puño en alto con un guante negro.
Este gesto provocó que fueran expulsados de sus respectivos equipos y tuvieran que abandonar la villa olímpica. Al volver a EEUU, tanto Galloway cómo Apollo, fueron tratados como delincuentes y no encontraron trabajo durante muchos años. Recibieron amenazas de muerte, cartas, llamadas y sus amigos desaparecieron. Tenía 11 récords del mundo pero el único trabajo que encontró fue lavando coches en un aparcamiento.
En el año 2010, Apollo tuvo que subastar la medalla de oro olímpica y las zapatillas que llevaba cuando la ganó por necesidades económicas [...]
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