viernes, 14 de junio de 2013

Socios a la Fuerza - Conclusión


Durante miles de años los científicos y matemáticos han desvelado los grandes enigmas del universo. Pero hay otros muchos que hoy en día siguen siendo un auténtico misterio para ellos. Como por qué la materia aparece sólo en planetas determinados; por qué los rifles de impulsos dejan de funcionar cuando atraviesas la atmósfera del planeta Arfac… O por qué ciertos individuos que no comparten sexo, ni raza, ni planeta de origen tienen esas habilidades psíquicas tan especiales.

Pero si hay algo que podía descifrar esos misterios, o al menos eso dicen los sabios, ese algo lo tenía Balboa delante.

Era un cubo no más grande que una pelota de ciberball, con toda clase de grabados en cada una las seis caras.

- ¡Deja de babear, Balboa! ¡Tenemos que sacarlo de aquí!.- Cobb no paraba de dar ordenes a sus hombres mientras se dirigía a Balboa. Tenían que retrasar a los soldados de la tropa espacial.

Pero Balboa seguía observando el “grial” de todo contrabandista.

- Pero, ¿dónde lo encontraste?
- Un arqueólogo del sistema Drakor me dio una pista.- el gordo Cobb disfrutaba del momento. -Debí haberlo matado. Seguro que se lo ha contado todo al gran Canciller.

Balboa conocía bien las leyendas que rezaban sobre este objeto.

- Debemos evitar que caiga en sus manos. ¿Sabes lo que podría hacer con esto?
-Se lo que puedo hacer yo.
-¿La vas a vender?
- Ahh, Balboa. Por eso siempre serás un simple contrabandista del tres al cuarto. ¿Por qué vender la gallina de los huevos de oro cuando puedes hacerte rico vendiendo solo los huevos?

Una explosión acabó con esta breve conversación.
Un  soldado se acercó a Cobb corriendo.

- Señor, los soldados han penetrado nuestras defensas. Han entrado en las instalaciones.
- Retenerlos todo lo que podáis y que salgan los cazas- Cobb se giró a Balboa.-Seguimos con el plan. Mis naves distraerán a los cazas del Canciller mientras escapamos en tu navecilla.
- ¡Esa “navecilla” es tu única oportunidad de escapar de un viaje pagado a la penitenciaria de Lonnar. Así que ten más respeto-. A Balboa le había dolido ese comentario. -¿Y como vamos a salir de aquí si tienen bloqueada la salida?

- Uno no es el dueño de todo un planeta sin tener algunos truquillos en la manga- el gordo Cobb intentó poner una sonrisa de la de “tipo Balboa” pero con la barba, la boca con los dientes picados y los ojos de rata  parecía más bien decir “te voy a comer”. Cobb se dirigió a una pared totalmente desnuda y metálica donde abrió un pequeño panel con varios botones. Pulsando los adecuados, se abrió una puerta al fondo de la sala tras la cual había un túnel.

El Neo-metal resonaba en toda la nave.
- Señoras y caballeros, gordos y cubos espaciales abróchense los cinturones porque esto se va a mover! - Cobb miró a Baboa y éste no puedo esconder la sonrisa.
Pero Seya no les engañaba. Y es que uno de los Acorazados no se había comido el señuelo y perseguía a la pequeña Milagros.

- Dijiste que esta maldita nave era rápida- escupía Cobb a Balboa en el puesto de mando.
- Capitán, como ese gordo asqueroso no deje de insultar a mi nave, juro que me estrello contra el acorazado- para Seya, Cobb se había pasado. Insultar a la Milagros delante de ella…

La situación se complicaba: no conseguían dejar atrás al acorazado. Seya ponía toda su habilidad en esquivar las andanadas lasers que lanzaban. Gracias a ella y a los escudos manejados por Nino todavía no se habían convertido en polvo espacial. Balboa tenía que tomar una decisión. Miró a Riki y este le entendió perfectamente.

Después de haber tumbado a cientos de droides en su época de peleas ilegales no le costó mucho tumbar a uno de los guardias que habían subido con Cobb a la nave y, con su propia arma, apuntar al propio Cobb.

- ¡¿Que te crees que haces Balboa?! ¡Tenemos un trato! – los pequeños ojos de Cobb parecían salirse de sus cuencas.
- Voy a salvarte tu gordo y apestoso culo- Balboa cogió el cubo y salió del puente.
- ¡¿Dónde vas,  maldito gusano?!.- Cobb miraba de reojo a Riky. Éste seguía apuntándole.
 - Por favor. Hazlo. – Riky sonreía – Dame el gustazo de disparart…

En ese momento, el guardia de Cobb se abalanzó sobre Riky que disparó el arma sobre él. Apenas dos segundos que aprovechó Cobb para salir detrás de Balboa.

- ¡Te mataré Balboa! ¡Juro que te mataré!

Cuando Cobb alcanzó a Balboa la puerta de la cápsula de escape se cerraba tras él. Cobb se abalanzó sobre Balboa.

- ¡¿Qué has hecho, maldito?!
- He programado la cápsula para un salto cuántico aleatorio. Así quedará lejos del Canciller.

A través del cristal Cobb vio como la cápsula se desprendía de la Milagros y tras unos segundos de pausa, desaparecía.

- ¡Nooooooo!-. Balboa no puedo esquivar a Cobb que se abalanzó sobré el agarrándole el cuello. Por suerte llegaron Nino y Riky para evitar que Cobb le rompiera el cuello.

Entonces sintieron un golpe seco y todos los sistemas se apagaron. Sabían que era eso. Habían sido atrapados en el rayo tractor del acorazado. No era la primera vez que les pasaba.

Mientras en el puente de mando del gran acorazado “Independencia”, una figura alta y corpulenta miraba a través del gran ventanal como su gran nave de combate engullía a la pequeña Milagros. Sabía que el objeto que había venido a buscar se le había escapado pero dentro de esa nave se encontraba la única oportunidad para no decepcionar a su señor.
Pero esa… Esa ya es otra historia.

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