Justo en el momento en que el leviatán y la cofradía pirata entraron en
escena también lo hizo una ráfaga de frío polar que apagó, de una vez,
todas las velas de la choza del Viejo Cuervo. No me importa reconocer
que yo pegué un pequeño graznido de miedo, al igual que hicieron los
niños. La pequeña Roxane, además, se agarró a los brazos de sus dos
amigos Claude y Lauren.
El Viejo Cuervo reía con la reacción de los niños. Si no supiera que los
humanos no tienen facultad para mandar sobre las fuerzas de la
naturaleza pensaría que el mismo anciano había traído esa condenada
ráfaga para dar mayor fuerza al giro que acababa de dar su historia.
El viejo se levantó de su vieja butaca y, una a una, fue encendiendo las velas de su chabola.
-Ja, ja, ja. No se preocupen niños, es una reacción muy normal cuando llegamos a este punto de la historia.-
El anciano azuzaba el fuego de la chimenea con su propio bastón.
-Acercaos al fuego, aquí estaréis más calentitos. –
Los niños le hicieron caso, pero no desaprovecharon el viaje ya que se
apoderaron, además, de las últimas galletas que quedaban en el bote
sobre la mesa.
Cierto es que la noche enfriaba y a pesar de mis plumas sentía bastante
frío, de manera que me aventuré a atravesar el umbral de la ventana y me
posé en una de las vigas más altas que sostenían el techo de la casa.
-Bien, ¿por dónde lo dejamos? – el viejo se dejaba caer de nuevo en su sillón levantando una gran cantidad de polvo.
Claude se adelantó. - ¡El Capitán Pata de Palo de Helado tenía al gran
leviatán en la popa…!-.-¡ y al resto de piratas en la proa!- continuó
Roxanne.
-Ah, sí. En buen embrollo estaba metido nuestro pérfido pirata, ¿verdad niños?. ¿Y cómo creéis que logró escapar?-.
Claude, dio un respingo y cogiendo una de las ramas que tenía la
chimenea como su destino empezó a moverlas como si estuviera espantando
moscas. – ¡Se volvió hacia los 20 galeones piratas y fue asaltándolo uno
a uno hasta que acabó con todos!-. Entonces fue Lauren quien se levantó
a continuación. - ¡Sí!, y ¡luego giró sobre el leviatán y disparó toda
su carga de munición derrotándolo!-.
-Ja,ja,ja. Si, esa podía haber sido una buena forma pero no fue eso lo que pasó. –
Los niños se sentaron decepcionados y a mí se me escapó un, - ¡venga ya,
cuenta lo que paso, viejo!-, claro que los humanos solo escucharon
graznidos pero suficiente para que, ahora uno de los niños, me volviera a
lanzar unos de sus zapatos. Los humanos y sus zapatos, ya podían
haberme lanzado un trozo de esas apetitosas galletas.
Pero bueno, tras esta breve interrupción por mi parte, el Viejo Cuervo continuó la historia.
-El Pirata de Pata de Palo de Helado no se había encontrado jamás en una
situación como esta. Enseguida andanadas de cañones empezaron a caer
sobre su querida “Tempestad Ciega”. Su tripulación, que no se puede
decir que fuera del todo fiel, comenzó a abandonar el barco viendo lo
que se le venía encima por ambos sentidos. Entonces, el pirata, que no
pensaba rendirse sin luchar hizo lo único que podía hacer. Cogió el
timón y con todas las velas de su navío desplegadas se dirigió hacia el
gran leviatán que abrió su gigantesca boca tragándose de un solo bocado
el enorme barco.-
Impertérrito me encontré con el pico abierto y desde mi atalaya pude ver
la cara de estupefacción de los pequeños oyentes. El Viejo Cuervo los
miraba sonriendo. Roxane levantó la mano, se podía ver la tristeza en su
cara. – Pero, ¿el pirata está muerto?-. Roxane miraba a sus dos amigos y
volvía a alzar la mirada hacia el anciano, estaba a punto de romper a
llorar.
-Ja,ja,ja. No os preocupéis niños. Todavía queda mucho que contar. –
-El pirata despertó en lo que parecía era una cueva y con un dolor
enorme en la pierna. Sobre él volaban pequeños insectos luminosos. Él no
lo sabía entonces pero eran Doleks, pequeñas criaturas que habitaban en
el interior de esa gigantesca criatura. La luz que emitían permitía al
pirata ver que se encontraba, sobre los escasos restos de su barco del
que solo se habían salvado el cargamento de helados y su pequeña cría de
nogard que revoloteaba por el interior de la criatura intentando cazar a
los Doleks. Pero no todo eran buenas noticias para el pirata ya que uno
de los enormes mástiles de su barco había caído sobre su pierna
aplastándola totalmente.-
Los tres niños se agarraron su pierna como si el mástil hubiera caído
sobre ellos. A decir verdad yo también me encontré acariciándome mi pata
con el pico y haciendo el dolor del pirata el mío propio. He de
reconocer que el maldito Viejo Cuervo contaba muy bien la historia.
-De esta manera el Pirata tuvo que tomar una gran decisión y es que con
su pierna atrapada no podía llegar a su único sustento para sobrevivir
en el interior del animal. Si, los helados. De manera que sin pensarlo,
cogió su sable y de un tajo se rebanó la pierna. Cojo pero vivo, ya que
ahora podía comer y así sobrevivió durante semanas. Los palos de los
helados se iban acumulando formando una enorme montaña. Entonces una
idea cruzó por la cabeza del pirata. Uno a uno, con los palos de los
helados fue formando una enorme pata que unió y endureció gracias al
gélido aliento de Rosalinda. Y es que al igual que el fuego que sale de
la garganta de los dragones no puede ser apagado, el hielo de los
nogards no puede ser derretido.-
Los tres niños emitieron al unísono un – alaaaaaaaaaaaaa-. Pero pronto
e igual de sincronizados los tres niños continuaron - ¿pero cómo salió
del leviatán?.-
El anciano sonrió continuando su relato.
-Mil vueltas le dio el Pirata Pata de Palo de helado a la manera salir
de las entrañas del gigantesco animal. Lo intentó haciéndole cosquillas,
lo intentó creando una fogata en su interior pero no hubo manera. Las
semanas pasaban, y los meses también. Además, sus reservas de helado se
le acababan. Pero en su obsesión por salir del estómago del leviatán, el
pirata no se dio cuenta de algo que a la postre sería crucial para su
huida y es que su querida Rosalinda había crecido mucho durante ese
tiempo y ya era toda una nogard adulta. Había triplicado su tamaño, así
como su fuerza. De esta manera, el Pirata de Pata de Palo de Helado no
tuvo más que esperar a que el leviatan abriera sus gigantescas fauces
cuando atacara a otro barco para salir de su interior subido a lomo de
Rosalinda. Pero el Pirata quiso llevarse un recuerdo de esta aventura y
antes de escapar y con un cabo de su nave asió uno de los grandes
colmillos de la bestia que con la fuerza de la nogard consiguió
arrancar.-
-Apenas tardó unos días en llegar a isla tortuga el Capitán Pata de Palo
de Helado con su trofeo, ese que daba fe de su enfrentamiento y
victoria sobre el Leviatán. La noticia corrió como la pólvora y la
primera que no la última hazaña de este pirata pronto llegó a los
confines de todo el caribe.-
-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah-. Fue la respuesta de los tres niños a
la historia que les acababan de contar. Una sonrisa de oreja a oreja
cruzaba sus caras. Esa noche se irían a la cama y soñarían con piratas y
leviatanes.
-¡Por favor, cuéntanos otra!- Fue Roxane la primera en levantarse. Pero los dos amigos la siguieron enseguida.
-Lo siento chicos, es tarde y tenéis que regresar al poblado-. De esta
manera el Viejo Cuervo zanjó la discusión. Los niños, no protestaron,
pues sabían que si obedecían al Viejo este les obsequiaría otro día con
una de sus grandes historias, y marcharon hacia casa sin protestar.
Me sentía un poco responsable de los chavales de manera que los seguí
hasta que estuvieron seguros en el poblado. Sólo entonces emprendí mi
camino hacia el sur y fue cuando sobrevolaba la choza del anciano cuando
vi una gran sombra encima de mí. Sorprendido miré hacia arriba pero
solo vi la luna. Creo que esa noche yo también soñaría con piratas y
nogards, pensé, y seguí mi camino.
viernes, 27 de junio de 2014
viernes, 20 de junio de 2014
La Historia del Pirata de la Pata de Palo... de Helado - Tercera Parte
- Tardó casi una semana el pirata en llenar las bodegas de “La
Tempestad Ciega” con helados de todos colores y sabores - El Viejo
Cuervo más que contar una historia, parecía estar recordándola. Me fijé
en su cara, rasgos, facciones intentando estimar su edad por si fuera
posible que... pero al carecer de pico y plumas, no pude sacar en claro
nada más allá de saber que era muy viejo - Fresa, piña, banana y
chirimoya. Aguacate, merengue, mango y uva. Tutifruti, galleta,
chocolate y melón ¡Hasta de alcachofa y licor!
De un puerto a otro iba el pirata dejando sin existencias las heladerías de todo el Caribe. Ni en Tortuga, Puerto Príncipe, Caimán o Santiago se podía encontrar ni una gota de helado. Claro, cuando el resto de los piratas supieron que era lo que pasaba, no tardaron en poner precio a la cabeza de Pata Palo de Helado ¡Con el calor que hacía y sin poder tomarse un refrescante helado!
Y así, con el cargamento lleno de helado, el pirata que se convertiría en Pata Palo de Helado puso rumbo a su destino, al mar de más allá de[...]
La pequeña Roxane había permanecido en un profundo silencio desde que el Viejo Cuervo había revelado el secreto de los helados que el tuerto había contado. A medida que el viejo continuaba su relato, su frente se arrugaba cada vez más, hasta que al tomar la textura de una apetitosa nuez por fin estalló:
- ¡Un momento! ¡Aquí hay algo que no encaja! - Bramó como haría su padre en el consejo, con tal autoridad que hizo callar al mismísimo Cuervo - ¿Helados en un barco pirata? Creo que nos estás tomando el pelo ¿¡Cómo es que no se derriten!? ¡Explícanoslo!
¡Demonios voladores, era cierto! Hasta se me calló del pico una baya que distraidamente picoteaba mientras escuchaba el relato. La pequeña tenía razón ¿Se estaba acaso el Viejo Cuervo inventando toda la historia?
- Veo que no me pasáis una - el viejo frunció el ceño, pero sólo para tomar fuerzas y levantarse de su butacón - Está bien, os lo explicaré. Al fin y al cabo, es algo que forma parte de la historia. Pero antes, ¿Quién quiere unas galletas con pepitas de chocolate?
La respuesta de los tres jóvenes fue tan parecida a la que tendrían tres polluelos cuando cuando su madre regresa al nido con jugosos y coleantes gusanos que me hizo preguntarme cómo sería posible que humanos y cuervos fuéramos pese a todo lo que nos diferencia tan afines.
Tras dejar el enorme bote con las galletas en el centro de la mesa el Viejo Cuervo continuó su historia mientras los tres jóvenes se abalanzaban sobre su contenido.
- ¿Queríais saber cómo es que no se derretían los helados? - Preguntó divertido mientras los observaba el Viejo Cuervo - Eso era, ¿verdad?
- Himmm - fue toda la respuesta que pudieron dar los tres amigos tras llenar con ansias sus bocas de galletas
- Pues resulta que en las bodegas de “La Tempestad” guardaba el fiero pirata una joven cría de - el viejo volvió a hacer una parada para darle dramatismo al relato - ¡Nogard!
¡Un nogard, un nogard!, exclamé excitado en forma de graznido, ¡Pata Palo de Helado tenía un nogard, claro, eso tenía sentido! Los chicos en cambio más bien parecían confusos. Bueno, he de admitir que mismo también lo estaba. Tras mi entusiasmo inicial por el brillante giro que había dado la historia, ahora me encontraba un tanto avergonzado, ¿Que diantres era un nogard?
Algo tuvo que notar el Viejo Cuervo en nuestras caras porque extrañado preguntó:
- ¿Acaso no sabéis lo que es un Nogard?
- Una... ¿montaña muy alta? - se atrevió a adivinar Lauren sacándose media galleta de la boca para poder hablar
- Ni de lejos. Pero un dragón si sábeis lo que es, ¿verdad chicos?- el Viejo Cuervo alborotando el pelo del tímido Lauren - Pues un nogard es justo lo contrario. Son bondadosos y amigables y por su boca, en vez de un fuego abrasador, lo que sale es un aliento tan gélido que es capaz de mantener congelada toda una bodega de helados. Y eso es precisamente lo que en secreto guardaba Pata Palo de Helado en la bodega, a Rosalinda. Una joven y preciosa hembra de nogard.
Tras la explicación del Viejo Cuervo Roxane se rascó con ciertas dudas la cabeza. Lo mismo intenté hacer yo, pero mis alas no son tan precisas y tras intentarlo un par de veces tuve que conformarme con rascarme con el quicio de la ventana.
- ¡Está bien! - Roxane parecía bastante conforme - ¡Ahora todo tiene sentido!
- ¡¡Sí!! - intervino un sobreexcitado Lauren, oir la palabra dragón en un relato de piratas era más de lo que cualquiera podía resistir - Aunque el año que viene nos tendrás que contar la historia de cómo el pirata encontró a Rosalinda.
- Está bien, el año que viene os contaré la historia de Rosalinda. Una extraordinaria criatura, bella e inteligente, nada que ver con esas negras aves, portadora siempre de malas noticias, que en esta época del año nos visita.
Ante los prejuicios del Viejo, protesté desde mi atalaya. Eso es falso y además mentira, todo pura superstición. Así lo hice saber a la audiencia agitando mis alas de una manera aireada. Sin embargo, aunque me vieron, lo más que conseguí fue un zapatazo del Viejo Cuervo. Lo esquivé sin muchos problemas y allí me quedé para terminar de oir el relato.
- Y es a escasas millas de la costa de Tortuga dónde ahora nos encontramos. "La Tempestad Ciega" navega con sus bodegas repletas de helado y con Rosalinda enfriándolos, cuando desde el puesto de vigía el pirata que estaba de guardia avisa del avistamiento de un leviatán. Pero no de uno cualquiera - el viejo sube el tono de golpe asustando a los tres amigos - ¡El leviatán más grande que hubiera visto nunca nadie antes! ¡El Gran Leviatán!
Pero no acaban ahí los problemas de Pata Palo de Helado, que viendo la magnitud de su contrincante y pese a los pérfidos consejos del tuerto de Antioquía, se plantea dar la media vuelta. Nada más dar la voz, el vigía vuelve a dar un nuevo aviso. La cofradía de piratas al completo estaba justo tras ellos. Una veintena de barcos piratas ávidos de helado y sangre.
Y así, con el monstruo marino más grande que nadie recordara haber visto bufando en proa y una armada de barcos pirata en la popa, Pata Palo de Helado desplegó la cien velas de "La Tempestad Ciega" y puso rumbo a su destino, sin saber que ese destino le daría el apodo más temible de todos los habidos para un pirata.
[continuará]
De un puerto a otro iba el pirata dejando sin existencias las heladerías de todo el Caribe. Ni en Tortuga, Puerto Príncipe, Caimán o Santiago se podía encontrar ni una gota de helado. Claro, cuando el resto de los piratas supieron que era lo que pasaba, no tardaron en poner precio a la cabeza de Pata Palo de Helado ¡Con el calor que hacía y sin poder tomarse un refrescante helado!
Y así, con el cargamento lleno de helado, el pirata que se convertiría en Pata Palo de Helado puso rumbo a su destino, al mar de más allá de[...]
La pequeña Roxane había permanecido en un profundo silencio desde que el Viejo Cuervo había revelado el secreto de los helados que el tuerto había contado. A medida que el viejo continuaba su relato, su frente se arrugaba cada vez más, hasta que al tomar la textura de una apetitosa nuez por fin estalló:
- ¡Un momento! ¡Aquí hay algo que no encaja! - Bramó como haría su padre en el consejo, con tal autoridad que hizo callar al mismísimo Cuervo - ¿Helados en un barco pirata? Creo que nos estás tomando el pelo ¿¡Cómo es que no se derriten!? ¡Explícanoslo!
¡Demonios voladores, era cierto! Hasta se me calló del pico una baya que distraidamente picoteaba mientras escuchaba el relato. La pequeña tenía razón ¿Se estaba acaso el Viejo Cuervo inventando toda la historia?
- Veo que no me pasáis una - el viejo frunció el ceño, pero sólo para tomar fuerzas y levantarse de su butacón - Está bien, os lo explicaré. Al fin y al cabo, es algo que forma parte de la historia. Pero antes, ¿Quién quiere unas galletas con pepitas de chocolate?
La respuesta de los tres jóvenes fue tan parecida a la que tendrían tres polluelos cuando cuando su madre regresa al nido con jugosos y coleantes gusanos que me hizo preguntarme cómo sería posible que humanos y cuervos fuéramos pese a todo lo que nos diferencia tan afines.
Tras dejar el enorme bote con las galletas en el centro de la mesa el Viejo Cuervo continuó su historia mientras los tres jóvenes se abalanzaban sobre su contenido.
- ¿Queríais saber cómo es que no se derretían los helados? - Preguntó divertido mientras los observaba el Viejo Cuervo - Eso era, ¿verdad?
- Himmm - fue toda la respuesta que pudieron dar los tres amigos tras llenar con ansias sus bocas de galletas
- Pues resulta que en las bodegas de “La Tempestad” guardaba el fiero pirata una joven cría de - el viejo volvió a hacer una parada para darle dramatismo al relato - ¡Nogard!
¡Un nogard, un nogard!, exclamé excitado en forma de graznido, ¡Pata Palo de Helado tenía un nogard, claro, eso tenía sentido! Los chicos en cambio más bien parecían confusos. Bueno, he de admitir que mismo también lo estaba. Tras mi entusiasmo inicial por el brillante giro que había dado la historia, ahora me encontraba un tanto avergonzado, ¿Que diantres era un nogard?
Algo tuvo que notar el Viejo Cuervo en nuestras caras porque extrañado preguntó:
- ¿Acaso no sabéis lo que es un Nogard?
- Una... ¿montaña muy alta? - se atrevió a adivinar Lauren sacándose media galleta de la boca para poder hablar
- Ni de lejos. Pero un dragón si sábeis lo que es, ¿verdad chicos?- el Viejo Cuervo alborotando el pelo del tímido Lauren - Pues un nogard es justo lo contrario. Son bondadosos y amigables y por su boca, en vez de un fuego abrasador, lo que sale es un aliento tan gélido que es capaz de mantener congelada toda una bodega de helados. Y eso es precisamente lo que en secreto guardaba Pata Palo de Helado en la bodega, a Rosalinda. Una joven y preciosa hembra de nogard.
Tras la explicación del Viejo Cuervo Roxane se rascó con ciertas dudas la cabeza. Lo mismo intenté hacer yo, pero mis alas no son tan precisas y tras intentarlo un par de veces tuve que conformarme con rascarme con el quicio de la ventana.
- ¡Está bien! - Roxane parecía bastante conforme - ¡Ahora todo tiene sentido!
- ¡¡Sí!! - intervino un sobreexcitado Lauren, oir la palabra dragón en un relato de piratas era más de lo que cualquiera podía resistir - Aunque el año que viene nos tendrás que contar la historia de cómo el pirata encontró a Rosalinda.
- Está bien, el año que viene os contaré la historia de Rosalinda. Una extraordinaria criatura, bella e inteligente, nada que ver con esas negras aves, portadora siempre de malas noticias, que en esta época del año nos visita.
Ante los prejuicios del Viejo, protesté desde mi atalaya. Eso es falso y además mentira, todo pura superstición. Así lo hice saber a la audiencia agitando mis alas de una manera aireada. Sin embargo, aunque me vieron, lo más que conseguí fue un zapatazo del Viejo Cuervo. Lo esquivé sin muchos problemas y allí me quedé para terminar de oir el relato.
- Y es a escasas millas de la costa de Tortuga dónde ahora nos encontramos. "La Tempestad Ciega" navega con sus bodegas repletas de helado y con Rosalinda enfriándolos, cuando desde el puesto de vigía el pirata que estaba de guardia avisa del avistamiento de un leviatán. Pero no de uno cualquiera - el viejo sube el tono de golpe asustando a los tres amigos - ¡El leviatán más grande que hubiera visto nunca nadie antes! ¡El Gran Leviatán!
Pero no acaban ahí los problemas de Pata Palo de Helado, que viendo la magnitud de su contrincante y pese a los pérfidos consejos del tuerto de Antioquía, se plantea dar la media vuelta. Nada más dar la voz, el vigía vuelve a dar un nuevo aviso. La cofradía de piratas al completo estaba justo tras ellos. Una veintena de barcos piratas ávidos de helado y sangre.
Y así, con el monstruo marino más grande que nadie recordara haber visto bufando en proa y una armada de barcos pirata en la popa, Pata Palo de Helado desplegó la cien velas de "La Tempestad Ciega" y puso rumbo a su destino, sin saber que ese destino le daría el apodo más temible de todos los habidos para un pirata.
[continuará]
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el pirata de la pata de palo ... de helado
viernes, 13 de junio de 2014
La Historia del Pirata de Pata de Palo... de Helado - Segunda Parte
- Contar la historia del corsario sería imposible sin hablaros antes del gran y temible… - el viejo Cuervo hizo una pausa y luego soltó el nombre de la criatura con calculado efecto dramático. - … ¡Leviatán!
Los tres chiquillos dieron un respingo que, de haber sido yo un humano, probablemente me hubiera arrancado una carcajada.
- ¿Qué es un “levitán”? – preguntó Claude frotándose la nariz.
- Leviatán, Claude. Se llama "leviatán"… - el viejo Cuervo se incorporó apoyado en su bastón y caminó hasta una de las estanterías de su biblioteca. – Creo… creo que puedo enseñároslo... - Tomó entre manos un pesado volumen encuadernado en cuero y lo mostró a los chiquillos, quienes se mostraron sorprendidos. A esa distancia y con la poca luz que emitían los candiles me fue imposible atisbar su forma pero debía ser temible, a juzgar por el gesto de los tres.
- Es muy feo… - comentó Lauren con un mohín de asco.
- Y grande. – el viejo Cuervo volvió a tomar asiento una vez hubo dejado el libro en su lugar. – ¡Casi tres veces el tamaño del galeón que nuestro pirata protagonista tenía bajo su mando!
Y dicho aquello, el viejo Cuervo alzó su bastón y señaló a una de las paredes de la habitación. Bajo la titilante luz, la embarcación protagonista de aquella pintura al óleo casi parecía mecerse bajo el huracán que la azotaba.
- Tres palos, una enorme bodega… y más cañones a cada lado de los que un buen hombre osaría contar… - el tono de voz del viejo dejaba entrever cierta melancolía de un tiempo mejor – “La Tempestad Ciega” era un galeón como jamás se haya construido otro.
- Sí, bueno… - Claude se movió impaciente, sentado en el suelo y mirando la pintura. – Pero, ¿y su pierna? ¿Cómo la perd…?
- ¡La perdió por impaciente! – propinándole un pequeño coscorrón, el viejo Cuervo cortó en el acto la propia impaciencia del chico. – Precisamente por eso… Por impaciente.
Si os digo la verdad, estaba a punto de salir por la ventana: había escuchado ya muchas historias de piratas. Pero por algún motivo que mis plumas no alcanzaban a entender, una emoción más humana que animal me mantuvo allí, posado. Había oído hablar a muchos sobre esa “curiosidad”. ¿Quizá eso mismo era lo que impulsaba, año tras año, a los tres chiquillos a regresar a la casa del viejo Cuervo?
- Aquel no había sido un buen año para nuestro feroz pirata, ¿sabéis? - continuó el viejo Cuervo - No señor. Había acabado con una tripulación cansada y descontenta en algún punto próximo a Tortuga. Casi sin oro y casi sin ron, el capitán pirata no podía esperar más tiempo para iniciar su campaña anual de saqueo de barcos españoles.
- ¿Y el leviatán? ¿Qué tiene que ver con…? – interrumpió Roxane, tendida en el suelo mientras movía los pies con impaciencia. Siendo consciente que el viejo Cuervo había captado ese nervioso vaivén, Roxane lo detuvo en el acto: ¡no quería acabar recibiendo un coscorrón como el de Claude! – Perdón…
- Las aguas que había entre Tortuga y la ruta de las naves comerciales españolas eran el territorio de esta terrorífica criatura. De haber tenido más tiempo, el capitán habría podido esperar a que pasara la temporada de celo, momento en el cual los leviatanes salían a la superficie para…
Por algún motivo, el viejo Cuervo dejó la frase a medias, como si hubiera topado con algo que no debía revelar a los críos. Si yo, un simple pájaro de estancia pasajera, me había percatado de ello… ¿cómo no iban a captarlo tres críos que habían crecido escuchando las historias de aquel viejo narrador?
- ¿Qué le pasaba a los leviatanes? – preguntó curiosa Lauren.
- Que salen a jugar con otros miembros de su especie… - el viejo Cuervo hizo un gesto a modo de “pero eso carece de importancia” y continuó – La cuestión es que atravesar ese territorio era casi un suicidio… o al menos así lo parecía hasta que el viejo capitán recibió un oportuno consejo por parte del que había sido su antiguo cocinero.
- ¡¡El tuerto de Antioquía!! – a los tres chiquillos les encantaba el cuento de aquel cocinero a quien ese viejo y cruel pirata había obligado a comerse su propio ojo cuando descubrió que había intentado asesinarlo envenenando su comida.
- En efecto… - sonrió el viejo, complacido de comprobar que sus historias permanecían en el recuerdo de su joven audiencia. – Por aquel entonces, el tuerto había montado su propia cofradía pirata y tenían una nave que rivalizaba con “La Tempestad Ciega”.
- Entonces fue el tuerto, ¿no? – Claude se incorporó como activado por un resorte e hizo ademán de lanzar una estocada en el pecho de Lauren. - ¡Seguro que tuvieron una pelea en una taberna de Tortuga y…!
- En realidad… No. - cortó el viejo Cuervo, sonriendo con ironía. - Los piratas tenían prohibido pelear entre ellos mientras tuvieran un pie en la isla. Así que cuando ambos se encontraron en aquella taberna, acabaron ebrios por el ron y recordando viejos buenos tiempos…
- Jo, pues qué rollo… - comenzó a decir Roxane, jugueteando con uno de sus tirabuzones rubios.
- No os equivoquéis. – respondió el viejo – Ni todo el ron del Caribe hubiera podido calmar la sed de venganza que el tuerto tenía contra su antiguo capitán. Así que, lejos de recomendarle mantenerse con el navío amarrado a tierra, el tuerto compartió con su antiguo patrón un falso secreto que supuestamente él mismo había empleado para burlar al leviatán en más de una ocasión.
Debió ser esa palabra, “secreto”, la que hizo que los tres pares de ojos jóvenes intercambiasen miradas de interés.
- “Si la atención del leviatán no quieres llamar…” – entonó el viejo Cuervo con voz grave – “… un cargamento de helados en la bodega habrás de llevar.”
El esfuerzo de la interpretación de la voz del traicionero cocinero pirata costó al viejo Cuervo una sonora cadena de toses. Lauren se incorporó y le acercó un vaso de agua. Aprovechando que el momento, la chiquilla preguntó…
- Entonces, ¿al monstruo no le gustaban los helados?
- Eso si que no me lo creo… - comentó Claude, cruzando los brazos con incredulidad. - ¡A todo el mundo le gustan los helados!
Y yo mismo hubiera lanzado un graznido afirmativo si ello no hubiera significado revelar mi presencia – y sé bien lo mal que se toman los humanos encontrar a un pájaro de supuesto mal agüero como yo revoloteando por sus casas. En cualquier caso, esos críos también sabían que desde la criatura más noble del reino animal hasta la alimaña más monstruosa, no había ser vivo al que no le tentase el sabor dulzón de un helado.
- En efecto… - sonrió el viejo Cuervo. – De hecho, el leviatán es una de las pocas criaturas capaces de seguir el rastro gélido de un delicioso helado. Pero por aquel entonces eso no era sabido por todos. Y si el pérfido cocinero tuerto le dijo aquello a su viejo capitán fue precisamente para lo contrario: para garantizar que aquel monstruo marino daba buena cuenta de “La Tempestad Ciega”.
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