viernes, 19 de agosto de 2011

El dragón, la princesa y la lechuza. Parte 2.

Talis era caballero sin par
No iba a dejarse intimidar
Aunque pudiera parecer inquietante
Una bella y blanca lechuza parlante

"No obedezco órdenes de animales"
dijo con tono rudo y dióse la vuelta
"Para resolver tu encargo no hay más canales"
respondió la lechuza, con voz resuelta




Sonrió Talis: "Ah, ¿no?" pensó
Y rápido y veloz, su arco tensó
Tres flechas volaron,
tres aciertos impactaron
Crucificada quedó como un premio
Víctima del caballero de mal genio



"Y ahora, me dirás cómo llegar a la princesa"
"dímelo y saldrás volando ilesa"
amenazó Talis a la indefensa criatura
acabando la frase con falsa ternura.



Sintiendo la sangre en cada herida
Hizo ver que daba la situación por perdida
"Está bien, caballero" dijo resignada
"Con mi ayuda llegarás sin casi hacer nada"



Convencido, Talis a la lechuza liberó
Y el camino fácil del tramposo tomó
El laberinto de los mil cuchillos,
el acantilado de los versos perdidos...
todas y cada una de esas terribles pruebas
Talis las sorteó como si no fuesen proezas



"Si con mi ayuda sortearás todos los percances"
"¿Crees que hay gloria alguna en lo que haces?"
Preguntó la lechuza, a mitad de camino
Talis no respondió pues le importaba un comino



Tanto se acostumbró a seguir sus indicaciones
Que Talis acabó por seguirlas sin cavilaciones
No podía saber aquel primerizo aventurero
Que la lechuza era animal sabio y revanchero



Finalmente, llegaron al cubil de la criatura maldita
"Dentro de esta gruta oscura, el dragón dormita"
Con antorcha y espada, Talis se dispuso a entrar
Pero antes la lechuza lo consiguió frenar
"¿A dónde vas, insensato?" le detuvo el pájaro
"La luz despertará al dragón, alma de cántaro"
"si al dragón quieres matar,
a oscuras tendrás que entrar"



Talis lo miró contrariado, maldiciendo su suerte
"Pero si no puedo ver, ¿Cómo podré darle muerte?"
La lechuza respondió - "aprovechad que está dormido,
Para no fallar, seguid el ruido de su ronquido".



Lechuza y caballero se adentraron en la oscuridad
y al poco, bestiales ronquidos escucharon con claridad
Talis tanteó entre tinieblas con su espada fiel
Hasta topar con algo blando como la piel
Notaba que subía y bajaba
Al mismo ritmo que roncaba
No había duda, aquel era el dragón
Y sin dudar, Talis clavó su espadón
Pero si algo resonó en la cueva no fue un gruñido aterrador
Sino el quejido de una doncella, presagio de su terrible error



Una llamarada súbita iluminó la estancia
Y el dragón de su pesar dejó constancia
"¿Quién?" – preguntó - "¿Quién ha osado matar a mi amada?"
"Ha sido él, Lord Dragón" – acusó la lechuza – "¿No veis su espada?"



Talis miró impotente al pájaro traicionero
Sin poder reaccionar como lo haría un buen caballero
Mil preguntas azotaban la cabeza
¿Cómo podía roncar así semejante belleza?
¿Cómo podía una princesa ser amante de un dragón?
Y sobre todo… ¿cómo podría salir de semejante marrón?




[continuará]

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