Luis Saravia se miraba al espejo mientras se preguntaba como carajo se había metido en esa situación. Con el pelo corto y negro su cara, llena de arrugas, le hacía parecer bastante mayor de lo que era. Vestía un traje negro alquilado. Se había quitado la americana mientras se limpiaba la sangre de la cara.
Cuando salío de su ensimismamiento, se dió cuenta del ruido que había fuera del baño. Se puso la americana, cogió la pistola y salió del baño. Fuera, su compañera en esta aventura, una brasileña de 1.80, morena, con el pelo largo y bastante mala leche, acababa de golpear y lanzar al suelo al director del banco.
- ¡Se puede saber que te pasa, “Dr. Jekill”!, No puedo vigilar a todos yo sola!-.
Rossana era el nombre real de Mr. Hyde y se refería a las seis personas que tenían retenidas en el interior del banco.
Además, de Luis Padilla, el atractivo y valiente director del banco estaban Marta Ferreiro, una chica joven, rubia que trabajaba en el banco de cajera; José León, un hombre pequeño y regordete que trabajaba en una empresa de seguros y cliente de toda la vida del banco; María Almeida, una mujer de unos cuarenta años, ama de casa y Laura Almeida, su hija adolescente.
Luis yacía en el suelo dolorido por el golpe que la habría propinado Rossana, pero más herido en su orgullo por lo fácil que le había reducido una chica cuando la había cogido desprevenida. Marta intentaba limpiarle la cara de la sangre que le recorria la mejilla desde el ojo. José permanecía sentado y callado con la espalda pegada a la pared y agarrado fuertemente a su maletín como si su vida dependiera de ello. María intentaba consolar a su hija que no paraba de llorar.
Luis echó un vistazo al otro extremo de la sala, donde yacía cubierto por una manta el cuerpo sin vida del guardia de seguridad de la sucursal. La voz de Rossana lo volvió a traer al presente.
-¡Dile que se calle por dios!- gritaba Rossana mientras apuntaba con su pistola a la pequeña rubia de 15 años.
- Venga ya, Mr Hyde, déjala-, intentaba tranquilizarla Luis.
- No me toques los cojones, si hubieras tenido huevos no estaríamos en esta situación- replicó Rossana.
Y es que tenía razón pensaba Luis. Aunque él había tenido la idea de este golpe y había convencido a la brasileña para que le ayudase, en el momento crucial se vino abajo y eso que el plan no era malo. A pesar de que solo era una sucursal en una barrio de clase media, este banco recibía el ingreso de la mayor parte de los establecimientos de la zona. Solo había que dar el golpe antes de que trasladaran toda la pasta.
Todavía se preguntaba como el guardia de seguridad había sospechado de él pero cuando se acercó se puso nervioso y empezó a sudar y a tartatamudear. El guardia le pidió la documentación y cuando fue a mostrasela este vió el arma. No había comenzado su plan cuando ya se veía apuntado por una pistola. Entonces Rossana, le pegó un tiro al guardia. Fue un disparo limpio, el de seguridad cayó desplomado y ahí se jodió todo. La policía no tardó en llega y coger posiciones fuera del banco.
- Dr Jekill, vigila tu ahora a estos tengo que ir al baño-.
-¿Dr Jekill?, ¿estas bien?.
Luis, se encontraba mirando al infinito, quieto. Con lo ojos color rojo sangre. Entonces, soltó la pistola y cayó desplomado al suelo.
[continuará]
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