Aún más que no ir al colegio, los regalos de reyes, o la nieve que solía acompañar las fiestas, lo que más gustaba a Marcos, Luis, María, Paula y sobre todo a Gregorio era que, después de las vacaciones de verano, las Navidades era el periodo más largo que pasaban todos juntos en San Gonzalo.
Las clases habían acabado hacía un par de días. Pero para ellos hoy comenzaban las vacaciones de navidad porque hoy volverían a encontrarse todos.
- ¿Pero qué estás haciendo ahí dentro Paula? – Se quejaba María exasperada frente a la puerta del baño - ¡Venga! ¡Date prisa, que hemos quedado hace 15 minutos con los chicos!
- ¡Ya estoy casi, enseguida salgo! ¡Me queda terminar de arreglarme! –Mientras María resoplaba, Paula seguía en el interior del baño – Deja de quejarte ya. Sabes, eres más pesada que mamá. Eres una plasta y una agonía, eres… eres… ¡una Plasgonía!
Cuando por fin, diez minutos más tarde, Paula abrió la puerta, María tuvo que mirarla un par de veces para cerciorarse que se trataba de su hermana.
- Barra de labios y… ¿tacones? ¿De verdad? – María no podía dejar de mirar a su hermana, vale, siempre había sido un poco pija, pero lo de la barra de labios era nuevo - ¿Quién eres tú y que has hecho con mi hermana? No me digas que es porque vas a ver a…
- ¡Calla ya Plasgonía! - Cortó Paula no dejando que acabara la frase -Y date prisa, que llegamos tarde
- ¿Encima? No me lo puedo creer. Paula, alucino contigo
Mientras tanto, los chicos esperaban pacientemente en la sombría plaza del ayuntamiento. Sombría porque este año la plaza se había librado de lo que algunos se atrevían a llamar iluminación especial de navidad. Vamos, que este año no habían colgado en los árboles esas terribles bombillas de colores. Igual pasaba en el resto del pueblo, seguramente sería para ahorrar por eso de la crisis, y casi mejor, porque la iluminación navideña de San Gonzalo no podía ser más cutre.
- Venga ya, Gregor – estaba diciendo Luis - ¡En verano te quejas del calor y ahora que dices que si hace frío! ¡Qué va a hacer frío! ¡Mírame, si solo llevo un jersey!
- Pero es que tu vienes ya forradito por dentro – Se mofó Marcos mientras le metía un pellizco en la barriga de Luis – como las foquitas
- Eso no tiene gracia, imbécil – De un manotazo Luis apartó la mano de Marcos
- Porque tú lo digas – Contestó chinchando Marcos - a mí sí que me lo parece, foquito.
Desde la aventura con los Pintores del Nuevo Siglo las cosas entre Marcos y Luis habían cambiado mucho. Paula, el amor secreto de Luis, estaba con Marcos y eso había tensado la relación entre los dos amigos. Claro, seguían siendo amigos, y siempre lo serían, pero ahora acababan discutiendo y peleando por cualquier cosa.
Cuando vieron aparecer a lo lejos a María y Paula, los tres chavales enmudecieron. Luis no podía dejar de mirar a Paula, estaba más guapa que nunca. De pronto una punzada de dolor le recorrió de arriba abajo. La misma que le recorría cada vez que la veía desde verano.
- ¡Hola! – Saludó Luis a Paula sabiendo que los tacones y la barra de labios no eran para él – Estás muy guapa
- ¡Eh! ¡Qué yo también existo! ¡Nos hace llegar tarde y le dicen lo guapa que está, a-lu-ci-nan-te! – Se quejó María para inmediatamente girarse hacía Gregorio y plantarle un beso en la mejilla – ¡Hola!
- Mmmm... – Intentó responder Gregorio poniéndose como un tomate - Hola
Tras el reencuentro y los pertinentes saludos el grupo puso rumbo a la iglesia de San Judas. Marcos y Paula caminaban juntos charlando. Se habían saludaron con un simple hola, como si nada hubiera pasado entre ellos, intentando ocultar lo que todos ya sabían.
- Vamos, Grande – Dijo Gregorio para animar a Luis mientras le cogía del hombro - ¿Has visto ya el último número de los Nuevos Titanes? Está chulo, ¿eh?
Lo de ir a la Iglesia de San Judas era ya como una tradición para el grupo. El sábado antes de navidad montaban dentro un Belén viviente. Era posiblemente el peor Belén viviente del mundo, pero por alguna razón que nadie se llegaba a explicar en el grupo, apasionaba a María.
- Oye Plasgonía – se le ocurrió decir a Paula- ¿Y si en vez de ir a ver al Belén vamos a otro lado? ¡Podemos ir a la bolera! ¿Qué os parece?
- Oye morros rojos – contestó María sulfurada - ¿Y si le digo a mamá porqué te has vestido como una… una…?
- Estooo – Interrumpió Gregorio intentando que la sangre no llegara al río - ¿Sabéis que en el último número de los Nuevos Titanes, Trigon ha intentando apoderarse de la Tierra? No te veas cómo ha molado
Pese a la segunda irrupción de los Titanes, Paula sabía que no había nada que hacer contra los argumentos de María. Habría que ir a ver el Belén. Pero cuando llegaron, se encontraron con la iglesia cerrada. Por el camino habían estado comentado lo raro que era que no se oyeran por todo el pueblo los esperpénticos villancicos con que todos los años bombardeaban los altavoces que colocaban en la torre de la iglesia.
Quizás habían cerrado la puerta de la iglesia por accidente y no les escuchaban llamar por el bullicio que pudiera haber dentro. Así que entre Luis y Gregor levantaron a María para que mirase a través de una de las vidrieras de la iglesia a ver que podían averiguar. Pegando la cara a uno de los cristales María echó un ojo dentro
- No hay nadie dentro – Dijo mientras escudriñaba el interior - y no hay rastro del Belén, no está montado siquiera el escenario… es como si se hubieran olvidado de montarlo.
Era extraño. Este año no había ni luces de navidad en la calle, ni se escuchaban villancicos, no había tampoco Belén. Lo único que parecía ser como otros años en estas fechas era el humo que salía de las chimeneas de cada una de las casas de San Gonzalo. Por lo demás, este año todos en San Gonzalo parecía haber olvidado la Navidad y todos sus pequeños pero caprichosamente importantes detalles.
Mientras se miraban sin comprender qué podía estar pasando, porqué nadie parecía celebrar este año la Navidad, un copo de nieve cayó sobre la pequeña nariz de María.
- ¡Está nevando! – exclamó risueña olvidando de golpe todas las dudas - ¡Me encanta cuando nieva en navidad!
- María – Dijo Gregor cogiendo con el índice la mota que tenía María en su nariz – No es nieve… es ceniza
No hay comentarios:
Publicar un comentario