El pobre dragón quedose petrificado
Al ver como a su amada le habían arrebatado.
Su dolor se convirtió en tal desesperación
Que en mil pedazos se deshizo su corazón
Hombre y lechuza quedaron acompañados
Por una doncella muerta y un dragón congelado
La estampa no podía ser más espantosa
¿Quién podría imaginar que así acabaría la cosa?
“¡La culpa no es más que tuya, bicho asqueroso!”
Increpó al ave el joven valeroso
“Tú me engañaste para que matara a la princesa
Y ahora el rey querrá cortarme la cabeza!”
“No seas tan necio y arrogante”
Dijo la lechuza con palabras cortantes
“Reconoce que no eres un caballero de verdad
Sino un impostor que por valiente se ha hecho pasar
Y ahora no tienes escapatoria,
Pues seré yo quien te despoje de tu gloria
Le contaré al rey que mataste a su única heredera
¡Y nadie en el reino te salvará de la hoguera!”
Y dicho esto, el pájaro malherido emprendió vuelo
Dejando a Talis sumido en un gran desconsuelo
“Pero aún puedo librarme, si con gran presteza
Adelanto al pajarraco y llego antes a la fortaleza”
Raudo y veloz Talis subió a su montura
Salió de la cueva y cabalgó bajo la noche oscura
“¿Qué le diré al rey?” – de camino pensaba
Mientras en el bosque encantado al galope se adentraba
Seres mágicos, criaturas horripilantes
Surgían de las rocas, corrían por todas partes
Basiliscos, huargos, duendes y raposas
¡Hasta ponis blancos con las crines rosas!
Pero nada parecía a nuestro jinete distraer
Y presto cual rayo siguió cabalgando sin desfallecer
Durante días, semanas, meses cabalgó
Y por fin al gran castillo real llegó
“¡Abrid las puertas! Talis el Raudo ha regresado
Y exige audiencia con el rey en privado”
Mas antes de que su discurso hubiera terminado
La Guardia Real le hubo capturado
“Maldita lechuza, ¡se me ha adelantado!”
Atado cual perro fue llevado ante su majestad
Vestido de luto con toda solemnidad
“¡Arrodíllate, bandido ingrato y cruel
Mataste a mi hija, y ante todo el reino me vengaré!”
“Soltadme, Su Majestad, estáis muy equivocado
Todo fue un perverso truco por la lechuza ideado
Pero no sufráis mi rey amado