viernes, 31 de mayo de 2013

Socios a la Fuerza - Segunda Parte

No son sólo los grandes estudiosos de las matemáticas los que aseguran que visto un planeta periférico vistos todos. Lo cierto es que cualquiera que haya viajado fuera del Radio Central, puede certificar que planetas como Valsan hay a miles. A cual más complicado de distinguir del anterior.

Terraformaciones nunca completadas, al no encontrarse más que trazas de Materia en ellos. Gigantescas maquinas mineras oxidándose desde hace décadas. Espaciopuertos con capacidad para varias docenas de Acorazados convertidos ahora en un laberinto de tenderetes a modo de zocos. Raquíticas ciudades hechas de acero y adobe. Escaso, por no decir inexistente, suministro con el resto de la Federación. Y abandono. Sobre todo abandono y olvido.

En lo único que se distingue un mundo periférico de otro es en su dirigente. No hablamos de los testimoniales cargos federales exiliados a modo de castigo administrativo. Hablamos del cacique que realmente gobierna estos mundos desde las sombras.

Estas colonias, ignoradas incluso por la Tropa Espacial, se convierten tras unos años de desgobierno en refugios para contrabandistas, saqueadores, gente de mal vivir. Mudos donde las guerras entre bandas, las luchas de poder y las matanzas son comunes hasta que se erige sobre el resto un Señor del Crimen. El más fuerte, el más poderoso, el más cruel.

Como bien sabe el capitán Balboa, el de Valsan no es otro que el Gordo Cobb. Nadie en su sano juicio se le ocurriría jugar con él, estafarle. Nadie excepto a un capitán desesperado.

Para sacar a la Milagros del planeta necesitaban dinero. Y todo el dinero de una manera u otra pasaba por las regordetas manos de Gordo Cobb ¿Qué mejor manera para conseguirlo que saltarse los intermediarios y sacar el dinero directamente de Cobb?

Una auténtica locura. Algo que nadie se atrevería hacer y por lo tanto, algo que nadie esperaría que sucediera. Pero aunque parezca increíble, el plan original de Balboa tuvo sus detractores

-    Balboa, sabes que te respeto como capitán – La voz de Seya era tranquila, aunque ella estaba claramente alterada – Pero vuelve a sugerirlo, aunque sea en broma, y esparzo tus sesos por la cubierta

Tras la negativa de Seya, Balboa hizo un pequeño ajuste en el plan introduciendo en él a Nino. Segun su propia opinión, con el cambio, el plan incluso mejoraba

-    Nino, sabes que apenas nos queda Materia para despegar – La nave era demasiado pequeña para no saber lo iba a suceder a continuación. Así que el resto de la tripulación, es decir Riki y Seya, hacía como que realizaba tareas rutinarias justo dónde Balboa y Nino hablaban para no perderse detalle - No tenemos dinero, ni armas. Y lo más importante, no queremos pasar el resto de nuestras vidas en este inmundo planeta cultivando Clorofila ¿Verdad hijo mío? – Nino ajeno a lo que estaba a punto de pasar afirmaba a todo con la cabeza -  Tengo un plan, y tu eres la clave.

-    Señor, lo que usted quiera – Cuando no estaba vomitando, Nino era altamente eficaz y eficiente y nunca se negaba a obedecer cualquier orden - ¡Señor!

-    Muy bien Nino. Recuerda lo que acabas de decir dentro de un instante – Balboa preparaba el terreno - Necesitamos que te infiltres en las filas del Gordo.

-    Sí, señor – Nino adoptó una postura aún más erguida de lo normal - Puedo solicitar acceso en la milicia personal de Cobb si es lo que quiere

-    Bueno, Nino, más bien había pensado en otra cosa – Por un instante Balboa titubeo, incluso llegó a pensar en cambiar de plan sobre la marcha. Pero si se lo había dicho a Seya y había sobrevivido, con Nino sería coser y cantar - Sabes cómo es la gente que viene a este planeta. Algunos vienen buscando cosas prohibidas en el Radio Central, drogas, peleas, apuestas... algunos incluso fantasías eróticas – Tras una breve pausa Balboa prosiguió -  Como decírtelo. Mira Nino, vas a ir al burdel de Jijrion. Con tus dotes y tu curriculum estarán encantados de dejarte trabajar allí una temporada. Por si no te reconocen, llévate un par de tus pelis de tus tiempos de gloria.

-    ¡Captian! ¿Va a usar la manguera de Nino para llenar a la Milagros? - Riki no pudo evitar dejar a un lado el hidráulico que hacía como que revisaba para intervenir - ¡Eso no me lo pierdo!

-    ¡No! – El tono seco de Balboa intentaba darle una seriedad de la que carecía la conversación - Sólo pretendo colarme por la puerta de atrás del Gordo Cobb

-    ¡Ja ja ja! – Ahora fue Seya la que interrumpió entre risas - ¡Mejor lo pones!

-    ¡Silencio! – La mirada de Balboa fue fulminante - Cobb tiene un despacho en la planta superior del burdel. Desde allí gestiona y guada información del resto de sus negocios. ¿Porqué justamente allí? Pues porque el burdel fue su primer negocio. En esa época, cuando Cobb no era más que otro mafioso de Jijrion, estuve varias veces en él. No era extraño que me llamara para hacer algún que otro trabajito – Cuando Balboa hablaba del pasado lo hacía de tal manera que todos podían casi revivir lo que contaba – Quería montar un nuevo negocio, un casino. Y para ello necesitaba que le consiguiera material. Ruletas, mesas, dados… pero no cualesquiera. Quería poderlos manipular, trucarlos, estar seguro de que la banca siempre ganaba. Yo se las busqué y les di también los códigos para manejarlas. Y sé que aún los guarda allí.

Es fácil Nino. Llegas al burdel y hablas con el responsable. Esperas tomando una copa a que alguien te mire un par de veces, quizás hasta se trate de un fan de tus pelis. Tras darle un poco de conversación subes con él a una habitación. Una vez allí lo noqueas y te lo quitas de enmedio. Te escabulles hasta el despacho. Entras, buscas los códigos y pasamos una noche divertida en casino. Fácil. Nada puede fallar. Llévate un comunicador para estar en contacto.

Hasta varias horas más tarde no hubo comunicación a través de la radio y cuando tuvo lugar, no fueron buenas noticias

-    Balboa – La voz del otro lado no es desde luego la de Nino - tengo a tu hombre

-    ¿Cobb? – a Balboa le fallaba la voz - ¿Eres tu?

-    ¿A quién esperabas Balboa? – La voz de Cobb a través del transmisor era igual de repelente que en vivo - ¿A Caperucita Roja?

-    Mira Cobb – Balboa necesitaba tiempo para pensar - No sé qué pensarás que ha pasado, pero no hagas nada al chico. Ha sido idea mía, él no tiene nada que ver

-    No me cabe la menor duda Balboa – El gordo Cobb parecía muy enfadado - Recuerdas lo que hice con los billetes. Pues creo que voy a hacer lo mismo contigo, viejo amigo. Nos vemos en la entrada del túnel 23 en una hora

Una hora más tarde Balboa, Riki y Seya estaban junto al ascensor oxidado que daba acceso al túnel 23. Del otro lado apareció un pequeño ejército con Cobb al frente. Y junto a él, Nino, esposado y con la cara amoratada.

Nadie dijo nada. Cobb miraba fijamente a Balboa. Balboa miró un instante a Nino reprochándose su imprudencia y a continuación fijó su vista en el gordo Cobb.

Así mantuvieron un duelo de miradas durante una eternidad, hasta que algo tapó por un instante el despiadado sol de Valsan. Entonces fue cuando Balboa dijo algo, pero el atronador sonido que cruzó la atmosfera en ese momento hizo que nadie oyera pudiera oírle.

No era la primer vez que oían ese ruido. Tanto los de un lado como los del otro miraron hacia arriba con miedo, adivinando lo que estaban a punto de ver. Atravesando la atmosfera se podía distinguir la impresionante figura de un Acorazado de la Tropa Espacial dispuesto a tomar tierra. Y detrás venían más.

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