No son sólo los grandes estudiosos de las matemáticas los que aseguran
que visto un planeta periférico vistos todos. Lo cierto es que
cualquiera que haya viajado fuera del Radio Central, puede certificar que planetas como Valsan hay a miles. A cual más complicado de distinguir del anterior.
Terraformaciones nunca completadas, al no encontrarse más que trazas de Materia en ellos. Gigantescas maquinas mineras oxidándose desde hace décadas. Espaciopuertos con capacidad para varias docenas de Acorazados convertidos
ahora en un laberinto de tenderetes a modo de zocos. Raquíticas
ciudades hechas de acero y adobe. Escaso, por no decir inexistente,
suministro con el resto de la Federación. Y abandono. Sobre todo abandono y olvido.
En lo único que se distingue un mundo periférico de otro es en su
dirigente. No hablamos de los testimoniales cargos federales exiliados a
modo de castigo administrativo. Hablamos del cacique que realmente
gobierna estos mundos desde las sombras.
Estas colonias, ignoradas incluso por la Tropa Espacial, se
convierten tras unos años de desgobierno en refugios para
contrabandistas, saqueadores, gente de mal vivir. Mudos donde las
guerras entre bandas, las luchas de poder y las matanzas son comunes
hasta que se erige sobre el resto un Señor del Crimen. El más fuerte, el
más poderoso, el más cruel.
Como bien sabe el capitán Balboa, el de Valsan no es otro que el Gordo
Cobb. Nadie en su sano juicio se le ocurriría jugar con él, estafarle.
Nadie excepto a un capitán desesperado.
Para sacar a la Milagros del planeta necesitaban dinero. Y todo
el dinero de una manera u otra pasaba por las regordetas manos de Gordo
Cobb ¿Qué mejor manera para conseguirlo que saltarse los intermediarios y
sacar el dinero directamente de Cobb?
Una auténtica locura. Algo que nadie se atrevería hacer y por lo tanto,
algo que nadie esperaría que sucediera. Pero aunque parezca increíble,
el plan original de Balboa tuvo sus detractores
- Balboa, sabes que te respeto como capitán – La voz de Seya era
tranquila, aunque ella estaba claramente alterada – Pero vuelve a
sugerirlo, aunque sea en broma, y esparzo tus sesos por la cubierta
Tras la negativa de Seya, Balboa hizo un pequeño ajuste en el plan
introduciendo en él a Nino. Segun su propia opinión, con el cambio, el
plan incluso mejoraba
- Nino, sabes que apenas nos queda Materia para despegar – La
nave era demasiado pequeña para no saber lo iba a suceder a
continuación. Así que el resto de la tripulación, es decir Riki y Seya,
hacía como que realizaba tareas rutinarias justo dónde Balboa y Nino
hablaban para no perderse detalle - No tenemos dinero, ni armas. Y lo
más importante, no queremos pasar el resto de nuestras vidas en este
inmundo planeta cultivando Clorofila ¿Verdad hijo mío? – Nino
ajeno a lo que estaba a punto de pasar afirmaba a todo con la cabeza -
Tengo un plan, y tu eres la clave.
- Señor, lo que usted quiera – Cuando no estaba vomitando, Nino era
altamente eficaz y eficiente y nunca se negaba a obedecer cualquier
orden - ¡Señor!
- Muy bien Nino. Recuerda lo que acabas de decir dentro de un
instante – Balboa preparaba el terreno - Necesitamos que te infiltres en
las filas del Gordo.
- Sí, señor – Nino adoptó una postura aún más erguida de lo normal -
Puedo solicitar acceso en la milicia personal de Cobb si es lo que
quiere
- Bueno, Nino, más bien había pensado en otra cosa – Por un instante
Balboa titubeo, incluso llegó a pensar en cambiar de plan sobre la
marcha. Pero si se lo había dicho a Seya y había sobrevivido, con Nino
sería coser y cantar - Sabes cómo es la gente que viene a este planeta.
Algunos vienen buscando cosas prohibidas en el Radio Central,
drogas, peleas, apuestas... algunos incluso fantasías eróticas – Tras
una breve pausa Balboa prosiguió - Como decírtelo. Mira Nino, vas a ir
al burdel de Jijrion. Con tus dotes y tu curriculum estarán encantados
de dejarte trabajar allí una temporada. Por si no te reconocen, llévate
un par de tus pelis de tus tiempos de gloria.
- ¡Captian! ¿Va a usar la manguera de Nino para llenar a la Milagros? - Riki no pudo evitar dejar a un lado el hidráulico que hacía como que revisaba para intervenir - ¡Eso no me lo pierdo!
- ¡No! – El tono seco de Balboa intentaba darle una seriedad de la
que carecía la conversación - Sólo pretendo colarme por la puerta de
atrás del Gordo Cobb
- ¡Ja ja ja! – Ahora fue Seya la que interrumpió entre risas - ¡Mejor lo pones!
- ¡Silencio! – La mirada de Balboa fue fulminante - Cobb tiene un
despacho en la planta superior del burdel. Desde allí gestiona y guada
información del resto de sus negocios. ¿Porqué justamente allí? Pues
porque el burdel fue su primer negocio. En esa época, cuando Cobb no era
más que otro mafioso de Jijrion, estuve varias veces en él. No era
extraño que me llamara para hacer algún que otro trabajito – Cuando
Balboa hablaba del pasado lo hacía de tal manera que todos podían casi
revivir lo que contaba – Quería montar un nuevo negocio, un casino. Y
para ello necesitaba que le consiguiera material. Ruletas, mesas, dados…
pero no cualesquiera. Quería poderlos manipular, trucarlos, estar
seguro de que la banca siempre ganaba. Yo se las busqué y les di también
los códigos para manejarlas. Y sé que aún los guarda allí.
Es fácil Nino. Llegas al burdel y hablas con el responsable. Esperas
tomando una copa a que alguien te mire un par de veces, quizás hasta se
trate de un fan de tus pelis. Tras darle un poco de conversación subes
con él a una habitación. Una vez allí lo noqueas y te lo quitas de
enmedio. Te escabulles hasta el despacho. Entras, buscas los códigos y
pasamos una noche divertida en casino. Fácil. Nada puede fallar. Llévate
un comunicador para estar en contacto.
Hasta varias horas más tarde no hubo comunicación a través de la radio y cuando tuvo lugar, no fueron buenas noticias
- Balboa – La voz del otro lado no es desde luego la de Nino - tengo a tu hombre
- ¿Cobb? – a Balboa le fallaba la voz - ¿Eres tu?
- ¿A quién esperabas Balboa? – La voz de Cobb a través del transmisor
era igual de repelente que en vivo - ¿A Caperucita Roja?
- Mira Cobb – Balboa necesitaba tiempo para pensar - No sé qué
pensarás que ha pasado, pero no hagas nada al chico. Ha sido idea mía,
él no tiene nada que ver
- No me cabe la menor duda Balboa – El gordo Cobb parecía muy
enfadado - Recuerdas lo que hice con los billetes. Pues creo que voy a
hacer lo mismo contigo, viejo amigo. Nos vemos en la entrada del túnel
23 en una hora
Una hora más tarde Balboa, Riki y Seya estaban junto al ascensor oxidado
que daba acceso al túnel 23. Del otro lado apareció un pequeño ejército
con Cobb al frente. Y junto a él, Nino, esposado y con la cara
amoratada.
Nadie dijo nada. Cobb miraba fijamente a Balboa. Balboa miró un instante
a Nino reprochándose su imprudencia y a continuación fijó su vista en
el gordo Cobb.
Así mantuvieron un duelo de miradas durante una eternidad, hasta que
algo tapó por un instante el despiadado sol de Valsan. Entonces fue
cuando Balboa dijo algo, pero el atronador sonido que cruzó la atmosfera
en ese momento hizo que nadie oyera pudiera oírle.
No era la primer vez que oían ese ruido. Tanto los de un lado como los
del otro miraron hacia arriba con miedo, adivinando lo que estaban a
punto de ver. Atravesando la atmosfera se podía distinguir la
impresionante figura de un Acorazado de la Tropa Espacial dispuesto a tomar tierra. Y detrás venían más.
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